• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista

Incendiaron la sede de un partido político. ¿De qué partido? No importa. Mentira, sí importa.

En las primeras horas del miércoles de la semana pasada se le daba entrada al libelo acusatorio que plantea el juicio político tanto para el presidente como para el vicepresidente de la República. A la mitad de la sesión ordinaria de la Cámara de Diputados, las bancadas coloradas plantean el tratamiento del libelo en una extraordinaria que debería ser convocada en la brevedad.

Luego de un intento de la oposición por postergar el tratamiento en esa fecha (fuentes mencionan que en realidad se produjo una descoordinación entre sectores de la oposición, ya que los libelos no debían ser presentados hasta que en las calles de los alrededores del Congreso haya una multitud suficiente para ejercer la presión sobre los legisladores para que aprueben la iniciativa) no lo lograron, las mayorías estaban en las líneas coloradas. En el tiempo que transcurrió durante esa sesión, fueron más o menos 4 horas en las que las posiciones estuvieron más que claras desde un inicio: el oficialismo y Honor Colorado planteaban el rechazo y las bancadas del PLRA y el tercer sector, la aprobación. Aunque el resultado estaba cantado, había que cumplir con la liturgia.

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Las fuerzas de seguridad tuvieron todo ese tiempo para desplegar un dispositivo de seguridad en el centro de la capital, específicamente en puntos emblemáticos y que de hecho ya venían siendo objetivo de violentos grupos que se habían infiltrado en las manifestaciones ciudadanas desde el primer día. Esa fecha en particular los violentos habían pasado de ser un grupo a una absoluta mayoría.

Uno de esos puntos estratégicos en los que las fuerzas de seguridad debieron haber puesto especial atención y reforzar el contingente es sin duda alguna la sede de la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Desde el primer día había sido objetivo de esos grupos. Tal cosa no ocurrió. Incluso con advertencias realizadas al presidente de la República y al ministro del Interior, el edificio no tuvo seguridad hasta que ya era muy tarde. Al poco tiempo, luego de concretarse el rechazo al juicio político, el sector de Colorado Róga estaba ardiendo absolutamente cubierto por las llamas.

Afuera (tanto vándalos como medios de comunicación y sus voceros) no solo minimizaban, sino que en algún punto incluso consentían y festejaban las escenas. Al día siguiente, la operación política y mediática giraba sobre el equipo de seguridad que defendió y salvó a residentes de Colorado Róga, jóvenes con discapacidad que se alojan en la residencia. Pero no, no pasa nada. Es solo la ANR. Entonces todo está permitido. Y aquellos que decidimos decir esta verdad en los medios donde nos toca tener espacio, quedábamos en minoría. La corrección política ya había copado la agenda y línea de debate.

La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, había perdido esa batalla. La ganaron la violencia y los violentos. Llegará el momento en que la ciudadanía que cree que esa mala palabra debe ser reivindicada le pasará factura a los violentos. No lo duden.

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