• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina
  • Twitter: @RtrivasRivas

El ecosistema político, económico y social de la Argentina se complejiza. En quince meses de gobierno y doce de trabajo contra la pandemia de SARS-CoV-2, los resultados que percibe la sociedad no son los esperados, como tampoco lo son para el presidente Alberto Fernández que, cuando era candidato, se comprometió a “poner plata en los bolsillos de la gente”, “aumentar los ingresos de los jubilados”, “controlar la inflación” y “poner a la Argentina de pie” para dejar atrás “el país incendiado” que recibió de la administración de Mauricio Macri.

Ninguna de aquellas palabras empeñadas se hace realidad, hasta el momento. Continúan en la lista de objetivos a alcanzar y, se suman a ellos, cuatro preocupaciones sociales concretas: corrupción, inseguridad, inflación y la vacunación por el coronavirus. A ello se añade –como problema– que la bifrontalidad que, desde el inicio, existe en el seno de la coalición de gobierno se tensiona y las diferencias entre Alberto F. y su vicepresidenta, Cristina Fernández, lejos de resolverse, son cada hora que pasa más evidentes, inocultables y graves. Según fuentes inevitables del gobierno que solo aceptan el diálogo si sus identidades se mantienen en reserva, “los compromisos asumidos con Cristina” tampoco se cumplieron.

En ese tránsito, Alberto perdió al ministro de Salud, Ginés González García, y, a las ministras de Justicia, Marcela Losardo, y de Vivienda, María Eugenia Bielsa, que, en todos los casos, resignaron sus cargos que fueron ocupados por colaboradores estrechos de Cristina. Así sucede con el flamante titular de la cartera de Justicia, Martín Soria, quien minutos después de ser designado en el cargo, sostuvo que la vicepresidenta –que deberá ser juzgada en cinco juicios orales por la presunta comisión de delitos de corrupción– “no tuvo nada que ver, es inocente, la acusaron mediática, judicial y políticamente porque eso es el lawfare, quiere que sea la misma justicia la que la libere de culpa y cargo, que es lo que corresponde cuando uno no hizo nada”. El gabinete se desbalancea. La gestión se paraliza. En todo sentido.

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El presidente Alberto F. sinceró a través de un mensaje que emitió por cadena nacional que la lucha contra el covid-19 se torna difícil porque “no” hay cantidad suficiente de vacunas para inocular a la población. Hasta el momento, el 1% ha sido vacunado. De todos modos auguró que hay contratos firmados para disponer de 65 millones de vacunas. Desde hace poco más de dos semanas, 3 millones de dosis de Sinopharm están listas en Beijing para traer a la Argentina –comentaron dos fuentes seguras a este corresponsal telefónicamente desde China–; sin embargo, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, en rueda de prensa y ante una pregunta concreta sobre el tema, solo se limitó a confirmar que “están” en ese país. En diálogo con los gobernadores, también el jefe de Estado lo confirmó y fue más allá. Aseguró que la ANMAT (organismo nacional que autoriza el uso de medicamentos) emitirá una resolución para que ese compuesto pueda ser utilizado en mayores de 60 años. Nada dijo sobre cuándo podrán arribar.

Los motivos de la demora se desconocen. Mientras, el gobierno prepara un nuevo decreto de necesidad y urgencia que contendrá medidas restrictivas para “blindar” a la población de la llegada de una segunda ola que, según comentan fuentes oficiales, “es inevitable”. Al parecer, con la participación de los gobernadores, se procurará restringir al máximo los vuelos desde Chile, Brasil, Paraguay, Perú, Estados Unidos, Italia y Francia, entre otros países. Se persistirá en el cierre de las fronteras. Entre los mandatarios provinciales las mayores quejas al presidente Fernández, en el transcurso de un Zoom, fueron expresadas por el formoseño Gildo Isfrán, quien aseguró tener problemas en la frontera seca con Paraguay”. La economía también se encuentra en zona de interrogantes.

El ministro de Hacienda, Martín Guzmán, –en Nueva York– aún no alcanza un acuerdo para refinanciar US$ 44 mil millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pese a su buena relación personal con la directora-gerente de ese organismo multilateral, Kristalina Gueorguieva. Al parecer, la Argentina tendrá que aguardar varios meses para resolver la situación. Procrastinar parecería ser una política de Estado. El año electoral avanza. Las encuestas no son halagüeñas para el oficialismo. Tampoco lo son para quienes lideran las fracciones más visibles de las oposiciones.

Especialmente, en lo que concierne a Mauricio Macri –60% de valoración social negativa– quien, a pesar de que insisten sus más cercanos colaboradores en que no será candidato a ningún cargo electivo, con sus apariciones públicas bloquea eventuales acuerdos para que renueven los compromisos alcanzados en los últimos años en la coalición actualmente opositora que, primero, fue Cambiemos y, hoy, es Juntos por el Cambio.

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