Es difícil separar la paja del trigo en medio de la justificada indignación ciudadana ante la desastrosa gestión en plena pandemia de un gobierno improvisado, que nunca tuvo un norte y con una cabeza torpe, mediocre y, encima, soberbia.

¿Cómo distinguimos qué es paja y qué es trigo cuando todo está contaminado y son hasta imperceptibles lo uno de lo otro? Los férreos defensores de Mario Abdo Benítez, políticos, empresarios, medios de comunicación y periodistas, a gritos piden hoy despegarse de este gobierno que ha fracasado hasta ahora, pese a todas las advertencias, sugerencias y opciones que tuvo. ¿Por qué defendían a Abdo? Todos sabían de sus pocas luces, su nula capacidad de trabajo y su soberbia adquirida por haber sido hijo de uno de los hombres fuertes de la dictadura.

La idea del juicio político al incapaz de Mario Abdo Benítez pudo haber prosperado; sin embargo, la contaminación de los oportunistas, vándalos y agitadores echaron a perder la posibilidad de apretar el botón rojo que contempla la democracia y deshacernos de un inepto.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

No es difícil comprender la lógica de los colorados cuando siguen prefiriendo a uno de los suyos antes que explorar un desconocido proyecto que podría poner en riesgo la continuidad de los mismos en el poder. Es lógica pura. Es interés político. ¿Y el interés del pueblo? Esta es una pregunta obvia, pero en puridad, no existe un sector o un proyecto político hoy armado y diseñado que contemple el interés real de los problemas de la gente.

Históricamente, la oposición, en esta era democrática, vino construyendo su capital político con base en el fracaso de su adversario, no sobre un proyecto ambicioso o atractivo para el electorado que exprese posibles respuestas de fondo a los eternos problemas.

El punto es que, en medio de esta crisis, como siempre, hay muchos políticos oportunistas que se llenan la boca con recetas mágicas de lo que se debe o no debe hacer para enfrentarla, pero, no nos debemos guiar o dejar convencer solo por los discursos grandilocuentes o las palabras que se convierten en lugares comunes cuando todos hablan de lo mismo, incluida la prensa que en gran medida es también responsable de haber creado “el monstruo” que tenemos hoy en el Palacio de López. Lo importante es mantenerse informados para, llegado el momento, saber quiénes han demostrado coherencia en sus acciones concretas y quiénes se han aprovechado de las circunstancias adversas para obtener réditos políticos.

Los colorados ya aprendieron que sacarlos del poder solo será posible a través de las urnas, como ya sucedió con Fernando Lugo o con una movilización ciudadana genuina y convocante, no con el típico libreto de los aprovechadores que consideran que, incendiando, patoteando, generando incidentes o propiciando la pelea entre paraguayos podrían salirse con la suya.

La movilización ciudadana se fue desdibujando porque la gente percibe lo que ocurre. Esta experiencia ya la hemos vivido en 1999. Liquidar un gobierno legítimo, con razón o sin ella, para que luego, un grupo de oportunistas disponga del Estado a sus caprichos, liquidando enemigos desde el poder y saqueando todo a su paso, porque saben que el tiempo es poco. Ahí está el caso del gobierno de Federico Franco, en un año esquilmaron al Estado y sometieron al país al escarnio internacional con las consecuencias económicas que eso conlleva.

La lógica de los colorados –insisto– es predecible. Temen que el remedio sea peor que la enfermedad y mientras no veamos del otro lado un proyecto sano, es natural que esto ocurra. Al igual que miles de ciudadanos, considero que este gobierno no merece estar en el poder ni un segundo más y lamento que lo hayan salvado, pero tampoco dejo de preguntarme. ¿Es “Cachito” Salomón la opción de cambio? ¿El mismo que asignó a un grupo de funcionarios un aumento salarial de G. 12 mil millones en plena pandemia? O, ¿cómo funcionaría el “que se vayan todos”?

El Paraguay necesita sabiduría en medio de esta crisis, no turbulencia. Urge por ello la necesidad de construir proyectos alternativos a este, que despierten credibilidad y, sobre todo, suficiente capacidad para llevarlos adelante; de lo contrario, seguiremos en lo mismo. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

Dejanos tu comentario