Muchas veces tenemos la creencia de que alguien por el solo hecho de haber llegado a la posición de jefe ya debería ser bueno y diferente a nosotros.

No es así. También tenemos a muchas personas que tienen el título de jefe y que sin embargo dejan mucho qué desear.

Simplemente por el solo hecho de que estés haciendo bien tu trabajo, no significa que todos los demás lo tienen que hacer de la misma forma.

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Hay que reconocer que algunos jefes son unos inútiles. No saben trabajar en equipo, no tienen capacidad innovativa y creativa y encima pretenden que les sigamos y hagamos lo que ellos nos ordenan. Craso error.

Algunas veces te mandarán hacer cosas que vos considerás que son una locura. Y en realidad muchas veces creéme que lo son.

Otros jefes podrán estar distribuyendo entre sus subordinados órdenes que están alejadas de la realidad actual y que es probable que te dejen boquiabierto.

Cuando se nos presentan estos tipos de escenarios ante nuestros jefes “nos rascamos la cabeza” y decirnos entre sí. Qué es lo que puedo hacer para salir de este atolladero?

Negarte; irte de la empresa; pedir asesoramiento a los consultores de la compañía, si es que se tiene en la empresa en donde estás trabajando.

O bien también podría ser que te decidas a pedir consejos a la Dirección de Talento Humano, a otros directores de la compañía, reflejar tus preocupaciones por escrito, o de lo contrario seguir adelante y hacerlo pero quejándote a cada paso, o de lo contrario seguir adelante con una sonrisa “de oreja a oreja” y silbando.

Miles de cosas se te podrán venir a la mente en esos momentos de encrucijada, pues si somos una persona que sabemos manejar nuestra inteligencia emocional y nos cuidamos siempre en tratar de ser asertivos y empáticos con los que nos rodean, se nos puede crear súbitamente “una verdadera ensalada” en nuestra pobre cabecita.

Si eres lo suficientemente polite (político), podrías decidir en ir junto a tu jefe y hablar cara a cara con él o ella y tomar juntos un café a fin de hacer que la charla se pueda llevar adelante de la forma más amigable y distendida posible.

Son situaciones difíciles en verdad, pero si eres una persona que te agrada hacer bien las cosas y hayas autorreflexionando con tu mente y tu corazoncito, será mucho mejor que lo puedas resolver de la mejor manera posible, no haciendo nunca esto como si fuera un tema personal con tu jefe.

Explícale que eres tú quien tiene el problema en ese momento, y que no te sientes confortable con las órdenes recibidas.

No temas en poner la pelota firme en el centro de la cancha.

Hablale claramente acerca de todo los errores que vos estás viendo de parte suya. Si lo reconoce, pues aleluya, pero si él o ella sigue insistiendo, y te pueda decir que le des tiempo como para poder aconsejarte al respecto de sus órdenes y su forma de pensar pues podrías aceptarlo para que vea que eres una persona lo suficientemente dúctil y que no te cierras para nada ante ninguna situación, pues es probable que por decantación propia el tiempo te dará la razón.

No temas en preguntarle a tu jefe si podrías poner por escrito tus preocupaciones e inquietudes y si él hará lo mismo.

Muchas veces nos encontramos frente a un jefe tozudo, que se cree “el dueño de la verdad” y que está seguro de que va por el camino correcto.

Asumiendo desde la otra vereda una posición más radical también podrías decidir marcharte de la compañía. Ya todo dependerá de vos y de lo que te dicte tu propia personalidad, conciencia y experiencia profesional.

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