Cuando todo luego está mal y patas para arriba es muy difícil determinar por dónde empezar. Se instala la vieja discusión, cambiamos primero el sistema o primero a los hombres o viceversa. Por ejemplo, en marzo llega a nuestro país una delegación del Grupo de Acción Financiera Latinoamericana (Gafilat). Paraguay debe hacer los deberes en cuanto al combate al lavado de dinero y lucha contra el terrorismo y en diciembre sabremos si superamos o no la prueba, para ello hay que dar señales. Pero, cada sector, grupo o ciudadano tiene su propia y natural agenda o modo de leer la realidad a partir de su circunstancia.

La Seprelad investiga un caso puntual, considerado el más relevante por el movimiento de activos que se generan en el país, vinculado a un narcotraficante que hace sus negocios en el Brasil, pero inyecta ese dinero sucio en Paraguay para el blanqueo. Sin embargo, un sector de la oposición, pretendiendo “matar” adversarios políticos y sin un interés genuino por la imagen del Paraguay, insiste en que la investigación se concentre en otra parte.

“La puta justicia” dice la diputada encuentrista Kattya González, refiriéndose a la situación puntual de Efraín Alegre. ¿Quién podría salirle al paso a señalar lo contrario a la legisladora? Absolutamente nadie. Esa calificación es real. Que el presidente del principal partido político de la oposición esté preso es una llamada de atención. Pero está preso porque él quiere estar, lo confesó su propio abogado Guillermo Duarte Cacavelos, quien es especialista en evitar que señalados por corrupción vayan presos, por ejemplo, uno de sus defendidos, el senador Rodolfo Friedmann. Entonces, es difícil entender cómo Efraín está preso y Friedmann, de vacaciones por las playas del Brasil y varios otros casos y ejemplos. Qué puta justicia.

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Entonces, cuando hablamos de justicia sometida al poder de turno o a las mafias (no lo dudo), esta misma justicia que hoy se vende por una moneda para meter preso a un adversario político, mañana ese adversario político o su gente llega al poder, esta misma justicia, por dos monedas repite y hace lo mismo. Si hoy aplaudo una eventual situación montada porque me agrada, mañana podría venir por mí. Por ello, es importante, más allá del discurso oportunista, construir institucionalidad a partir de los casos puntuales.

Si efectivamente el caso Efraín es un montaje de la mafia, el único camino, como lo sugirió su abogado, es someterse al proceso y desbaratar la causa en un juicio ante los ojos de la opinión pública con nombres y apellidos. Pero esa estrategia de desafiar a la justicia, desacatándola, es hacer exactamente lo mismo que se cuestiona, un montaje, una estrategia para ganar visibilidad, protagonismo, ante la nula capacidad de construir un discurso convincente ante la ciudadanía, se recurre al show para captar flashes y portadas de diarios.

La puta justicia dejará de serla en la medida que se vayan desnudando caso por caso, no existe otro camino y con los músculos de un sistema democrático y republicano. Patear el tablero y desafiar al sistema solo conducen al anarquismo, al caos y al odio entre paraguayos. Si esta postura prospera, ahí sí que estamos fritos. El fortalecimiento de las instituciones es la única vía, esta es nuestra puta justicia, pero es la que tenemos.

El caso Efraín surge de un hecho real y objetivo. No es un invento. El PLRA recibe, como todos los partidos con representación parlamentaria, dinero del Estado, por lo tanto, debe rendir cuentas. En esa rendición se presentaron facturas fraguadas, el hecho real. Alguien debe asumir el delito, sea quien sea y para determinar el grado de culpa o responsabilidad debe abrirse un proceso. Los liberales en particular y la ciudadanía en general, deben saber cómo se usa ese dinero. Porque hay otros casos más graves, estos casos “menos graves” no deberían quedar impunes. ¿O sí? Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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