La simple apreciación de escuchar el canto de los pájaros puede estimular la gratitud. Produce una sensación de armonía que conecta directamente con ese instante especial. La conexión es real y se caracteriza por activar la capacidad de admirar, la que abre las puertas de la curiosidad y de la observación. Entonces, el paisaje se involucra en el momento y extiende el margen de visualización del lugar, de ese aquí cobijante, dando paso a otras manifestaciones de la belleza, así brota la naturaleza en su esplendor.

La consistencia de la conducta orientada a la valoración del entorno encuentra en los detalles un flujo constante de renovación que le permite mantener el rasgo que la caracteriza. Estimular la gratitud serena la vida.

En el goce de lo finito se posan las sorpresas del día. Existe lo que se denomina predisposición hacia ese estado de gratitud. Diferentes corrientes de investigación ahondan en el tema. En un trabajo relevante, Gloria Bernabé-Valero, Joaquín García-Alandete y José F. Gallego-Pérez identifican las concepciones teóricas al respecto. Para ellos, “la gratitud podría entenderse como una predisposición a reconocer, valorar y responder a los aspectos positivos de la existencia personal, experimentados como dones recibidos”.

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Hay fuentes abundantes que fomentan gratitud, partiendo de la propia estima, que permite la grandiosa utilización de los sentidos para que la percepción capte la presencia del otro y su vitalidad, que representa a la humanidad. Toda acción que genere el bienestar del prójimo se constituye naturalmente en una matriz de gratitud.

Los autores citados precedentemente sostienen: “Las personas agradecidas podrían encontrar aspectos positivos incluso ante los acontecimientos generadores de sufrimiento, valorando estos elementos para integrarlos en su existencia. No se trataría de teñir las experiencias de afecto positivo, sino de extraer aspectos positivos de cada situación, por adversa que fuese, para integrarla en la propia vida. Este aspecto de la gratitud también se reflejaría ante situaciones adversas, de manera que las personas serían capaces de superar y reconvertir en beneficiosas por los aprendizajes vitales a los que da lugar”.

En donde hay gratitud se potencian los vínculos, se aproximan las relaciones, se gestionan las emociones positivas, se sigue aprendiendo a vivir y se agradece que así sea.

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