Mis mejores recuerdos infantiles están ligados a la mágica cartita que escribía con afán a Melchor, Gaspar y Baltazar pidiéndoles el mejor de los juguetes y la cantidad inconmensurable de cosas que quería, mientras sin que me diese cuenta, mi mamá me dirigía imperceptiblemente hacia un destino fijado de antemano en mi juguetera y mi papá asentía apoyando la orientación, elogiando las cualidades del juguete que mágicamente aparecía junto a los zapatos en la mañana del 6 de enero, y que muchas veces no era el que yo quería, era el que amaba más que a nada por la magia y porque en casa nunca faltó el 6 de enero por más difíciles que estuvieran los tiempos.
Los niños viven la magia desde sus cerebros en constante evolución. Desde que empieza a adquirir el habla, hasta que llega a la edad del “uso de la razón”, el niño vive una etapa del neurodesarrollo en la que sus procesos mentales están dominados por lo que los adultos fríamente llamamos fantasía (y que muchas veces nos emperramos en destruir porque la consideramos perjudicial).
Es la etapa del pensamiento mágico que, aunque muy variable para cada niño, sucede entre los 2 y los 7 años de edad, y donde progresivamente se va dominando el lenguaje, lo cual le permite nombrar las cosas para ir descubriendo y conociendo el mundo. Así, aunque el niño ya comprendía su entorno, se lo representaba en su mente únicamente a través de sus sensaciones que ahora ya tienen nombre propio, incorporando conceptos no tangibles que enriquecen y hacen más compleja su imagen mental del mundo. Es el lenguaje la herramienta que posibilita la memoria y la imaginación –recordar el pasado y anticipar el futuro–, ordenar las ideas para transmitirlas y dejar que las ideas de los demás maticen las nuestras. Con el lenguaje el niño puede empezar a intercambiar sus ideas con las de otros, empieza la socialización y con ella la adquisición de la cultura. En esta edad “mágica” irá adquiriendo las habilidades necesarias para conseguirlo, pero aún le queda mucho para pensar como un adulto.
Sin embargo, aunque comience a darle identificación verbal a las cosas, todo sigue guiándose por lo que percibe a través de los sentidos. De hecho, su cerebro está acostumbrado a pensar en concreto y aún no sabe –ni puede– pensar en abstracto, lo cual gestiona y dirige sus procesos mentales. Por ejemplo, es egocéntrico, todo lo que piensa, hace y dice está impregnado de subjetividad, es por ello que el mundo es lo que el niño idea en su cabeza y no concibe el punto de vista de los otros, se desconecta de la conversación, monologa más que dialoga, parece más espontáneo, habla de sí mismo y de sus ocupaciones mentales, solo de cosas de su interés, acompañando sus palabras de gestos y acción, y es por ello que en esta situación de palabras y acción cree que las palabras pueden transformar su entorno mediante magia, ya que piensa que la simple expresión de sus deseos hará que se cumplan. En definitiva, en esta etapa el niño usa el lenguaje sobre todo para integrarse a su entorno, todavía no tiene conciencia de que también sirve para recibir y transmitir información. Poco a poco su lenguaje irá adquiriendo un rol más social, comprenderá que el otro tiene otros puntos de vista que pueden modificarse e influenciarse con la conversación.
Animismo, para él los objetos tienen capacidad y motivos para actuar como si se tratara de una animación de Disney. Como consecuencia de ese proceso mental subjetivo, el niño cree que las cosas, los juguetes, los seres inanimados tienen las mismas motivaciones que él, por eso los hace hablar y asumir roles. Igualmente, el niño reemplaza la causalidad por la casualidad ya que la percepción sigue dominando su proceso mental, y es que el momento madurativo de su cerebro y las capacidades adquiridas hasta ahora son aún insuficientes para desarrollar un pensamiento lógico y abstracto, por lo que siguen dominados por lo concreto.
Los sentidos los engañan y las cantidades son concretas, por lo que elegirán tener más juguetes repetidos que uno nuevo en la serie de colecciones, simplemente “por tener más”. También para ellos el tamaño importa y elegirán para tomarse el jugo los vasos más altos aunque tengan menor capacidad que otro más bajos, pero de mayor volumen. Aunque le hagamos ver que la lógica no es esa, su cerebro aún no ha madurado lo suficiente para comprenderlo y en futuras ocasiones cometerá siempre el mismo error.
Es fácil, entonces, comprender que los Reyes Magos funcionan porque tienen todos los ingredientes para encajar en estos mecanismos del pensamiento mágico: satisfacen los deseos expresados en una carta, en una noche pueden recorrer el mundo, el valor de los regalos es el que tienen sus deseos… La ilusión, la inocencia, los recuerdos y el futuro… y eso es muy positivo, hace a su desarrollo cerebral y no debemos coartarle esa inocencia, mientras al menos el entorno (los amiguitos o compañeritos) no lo hagan. Al fin y al cabo... ¿Quién no quisiera volver a ser niño y estar DE LA CABEZA cada 6 de enero?. Les dejo, me voy a poner los zapatitos y el pastito para los camellos. Nos leemos el sábado que viene.
“La boda del siglo”. El 29 de julio de 1981. Carlos, el príncipe de Gales y Diana Spencer, en el carruaje 1902 State Landau, recorren las calles de Londres. La fantasía de millones con “sus altezas reales” solo duró 5.509 días
Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
Ricardo Rivas
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Ricardo Rivas
Periodista
X: @RtrivasRivas
Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji) sorprendió a los exploradores occidentales y desde aquellos tiempos es polo de atracción hasta nuestros días
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
El príncipe Raj Raghuvanshi con la princesa Sonam Raghuvanshi. ¡Que vivan los novios!
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
Denuncian cuenta falsa en redes del titular del MEC
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El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) informó que existe una cuenta en la red social de Facebook con el nombre y foto del ministro Luis Ramírez, pero que esta sería falsa. En la fecha realizaron el reporte del perfil e instan a la población a estar pendiente de las cuentas oficiales de la institución.
Según el reporte dado por la cartera educativa, desde esta semana quedó activado este perfil que se hace pasar por el ministro de Educación. Sin embargo, esta no pertenece a una cuenta oficial y la misma ya fue reportada, pero se aguarda que sea dada de baja por la red social.
“Se ha detectado la existencia de una cuenta falsa en la red social Facebook con la fotografía del señor ministro Luis Fernando Ramírez. Aclaramos que dicha cuenta no está vinculada de ninguna forma al ministro ni a esta institución”, expresaron en un comunicado del MEC.
Indicaron que la única cuenta oficial del ministro Luis Fernando Ramírez en Facebook es otra.
“Hemos procedido a reportar la suplantación ante la plataforma correspondiente para su eliminación”.
Además, se realizó la denuncia ante las autoridades competentes para iniciar una investigación y tomar las medidas adecuadas según el caso. “Agradecemos a la ciudadanía por mantenerse alerta y por ayudarnos a combatir la desinformación. Instamos a seguir únicamente los canales oficiales del MEC”, puntualizaron.
Vació la cuenta bancaria de su tío y fue imputado por acceso indebido a datos personales
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El agente fiscal de Villa Hayes, Armín Echeguren, presentó imputación contra Óscar Corvalán, por los hechos punibles de hurto y acceso indebido a datos personales. El representante del Ministerio Público solicitó la prisión preventiva del imputado.
Ahora el juzgado Penal de Garantía deberá admitir la imputación y fijar la fecha para la audiencia de imposición de medidas cautelares en la que se conocerá si el imputado estará privado de libertad o si será beneficiado con medidas alternativas.
El hombre fue detenido mediante un procedimiento fiscal-policial en la ciudad de Villa Hayes, debido a que es el sospechoso de haber vaciado las cuentas bancarias de su tío, un adulto mayor. En el lugar allanado, encontraron el celular sustraído del tío del cual se realizó el vaciamiento de las cuentas, según investigación. Los datos señalan que el hombre trianguló un total de G. 18 millones.
El Ministerio Público tiene ahora seis meses para presentar su requerimiento conclusivo que puede ser la acusación fiscal o una salida procesal siempre y cuando devuelva todo lo que le sacó a a víctima del hecho.
MEC: detectan cuenta falsa con nombre y foto del ministro de Educación e instan a denunciar
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Este viernes, desde el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) informaron que existe una cuenta en la red social de Facebook con el nombre y foto del ministro Luis Ramírez, pero que esta sería falsa. En la fecha realizaron el reporte del perfil e instan a la población a estar pendiente de las cuentas oficiales de la institución.
Según el reporte dado por la cartera educativa, desde esta semana quedó activado este perfil que se hace pasar por el ministro de Educación. Sin embargo, esta no pertenece a una cuenta oficial y la misma ya fue reportada, pero se aguarda que sea dada de baja por la red social.
“Se ha detectado la existencia de una cuenta falsa en la red social Facebook con la fotografía del señor ministro Luis Fernando Ramírez. Aclaramos que dicha cuenta no está vinculada de ninguna forma al ministro ni a esta institución”, expresaron en un comunicado del MEC.
Indicaron que la única cuenta oficial del ministro Luis Fernando Ramírez en Facebook es la siguiente: https://www.facebook.com/share/166vQrb4sy/?mibextid=wwXlfr. “Hemos procedido a reportar la suplantación ante la plataforma correspondiente para su eliminación”.
Además, se realizó la denuncia ante las autoridades competentes para iniciar una investigación y tomar las medidas adecuadas según el caso. “Agradecemos a la ciudadanía por mantenerse alerta y por ayudarnos a combatir la desinformación. Instamos a seguir únicamente los canales oficiales del MEC”, puntualizaron.