Por Carlos Mariano Nin

Bueno, va terminando el año. ¡Y qué año! Para muchos va a ser un año para el olvido, para otros el año del confinamiento. Ese año que nos obligó a mirarnos a la cara. Ese en el que sobró tiempo. Ese que se llevó a los que amamos.

Corto para las cosas que me hubiese gustado hacer, largo para olvidar las tristezas, esas que nos tocaron el alma, el bolsillo y el corazón.

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Para muchos fue el año de las oportunidades. Para los emprendedores, el año de los desafíos. Para los que querían bajar de peso fue el año de las metas. Para médicos y enfermeras, el año del trabajo sin descanso; para los corruptos, el año del engaño, y para nosotros, los mortales, fue el año del miedo.

Como todos tuve que tomar decisiones difíciles que me costaron, y que me dolieron, pero es parte del crecimiento de cada uno. Tuve mis razones. No las explico a todos porque al final fueron mías y asumo la responsabilidad.

Perdí y gané, creo que por partes iguales. Todos lo hicimos. Los que perdieron el trabajo ganaron la familia, los que se contagiaron y pasaron le ganaron a la muerte, muchos empresarios perdieron dinero, pero descubrieron el valor de la lealtad.

Es la vida, primero todo mal, luego va mejorando, o viceversa, los finales felices se dan solo en los cuentos. La vida es la conjunción de dichas y tristezas.

Sé que habrá sillas vacías, pero los corazones estarán llenos. Las ausencias son una carga solo cuando no dejamos ir a las personas. Igual... tarde o temprano vamos a volver a estar juntos. El mejor regalo para los que ya no están es una sonrisa. Probalo.

No importa cuán cargada esté tu mesa, lo importante es la gente que te rodea. Sé feliz. El próximo año no va a cambiar si vos mismo/a no cambiás, ese es el secreto. El resto es marketing. Ponele ganas, fuerzas y muchos sueños. Así el 2021 va a hacer que el 2020 sea solo un mal recuerdo.

Mis mejores deseos a vos que sos mi amigo/a. Si estás por acá es porque compartimos cada miércoles nuestros pensamientos, nuestras alegrías y nuestras tristezas. Y lo bueno compartido es doblemente bueno. Lo malo es menos pesado y el resto es saber que no estamos solos.

Y da las gracias. Gracias al Dios que existe. Hacerlo por la familia, por el trabajo, por el valor de esas pequeñas cosas que descubrimos este año.

Yo te doy gracias a vos por estar detrás de estas letras. Preparate para conquistar el 2021. Como diría un conocido pa’i: Paz y dicha, y yo agrego, ¡Salud!

Chin, chin...

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