Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez

Dr Mime

Hoy continuamos hablando de esta joyita de la factoría Disney/Pixar llamada Intensa-Mente, un regalo neurocientífico para niños y no tanto. Y es que existen cosas más de interesantes en la película: lo más resaltante es que aun en las memorias a largo plazo, nuestros cerebros permanecen maleables. Nuestras memorias a largo plazo no son bolas duras que se pueden reproducir como un DVD una y otra vez y otra vez sin cambios. Cada vez que recordamos una memoria la cambiamos en un proceso que se denomina reconsolidación.

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Así que en lugar de encapsular cada nueva experiencia en una bola de bowling sólida que se guarda como tal hasta que queramos o necesitemos recordar, nuestro cerebro siempre está cambiando a nivel celular, en el momento en que se forma la memoria e incluso cuando recordamos. En cierto modo, esto se muestra en la película, cuando la tierna figura azul, que caracteriza a Tristeza, toca la brillante bola para tornarla azulada ante la sorpresa de Alegría, que trata de que permanezcan tal como fueron creadas. Luego, muchas de estas bolas viajan a lo largo de tubos para su almacenamiento a largo plazo en un laberinto de estantes altísimos que, mirados desde arriba, se asemejan a los pliegues de la corteza.

Es un retrato convincente del procesamiento de la memoria: los neurocientíficos conocen que las memorias pasan un corto tiempo en una estructura cerebral llamada hipocampo donde se forman para luego ser transportadas a la corteza para su depósito a largo plazo.

Pero así como hay memoria, también hay olvido. Una de las partes más llamativas es cuando dos operarios (muy simpáticos) se encargan de aspirar los recuerdos que no son significativos o que están duplicados. De hecho, siempre en mis conferencias de Neuroeducación suelo recalcar que el saber sí ocupa lugar, y que para aprender primero hay que desaprender. Es decir, debemos borrar memoria inútil para dejar lugar a lo que es nuevo, lo que se aprende y cambia lo aprendido. Y cuando esto sucede, los recuerdos que no enciendan algún aspecto de la personalidad del individuo (como sucede con Riley y sus “islas” de la familia, del juego o del hockey), son desechados y enviados a un abismo oscuro donde se vuelven literalmente polvo en la película. Esto sucede en la vida constantemente para los recuerdos irrelevantes... o ¿acaso ustedes recuerdan qué almorzaron el 23 de agosto de este año? A menos que haya sido el cumpleaños; es decir, una fecha emocionalmente significativa y que al tener esa “etiqueta” emocional pudo almacenarse como un recuerdo básico en una de las “islas” de nuestra mente que confirman la personalidad. Pero el olvido no siempre es pasivo, ya que recordar hechos que compiten puede causar que otra información relacionada sea olvidada. El olvido también puede ser beneficioso, liberando el poder de procesamiento de nuevos recuerdos.

Otro hermoso tip neurocientífico de la película es el que se produce durante el sueño de Riley. Más que nunca nos muestra Intensamente que durante el sueño de la niña es cuando estas memorias de corto plazo son enviadas al laberinto de las memorias a largo plazo y cuando la fábrica de sueños se pone a trabajar reproduciendo todos los eventos del día. En efecto, los científicos que estudian estos procesos están encontrando evidencias que estos dos procesos están íntimamente relacionados. Tal como se retrata en la película, el sueño es el período en el que las memorias de los eventos diarios se envían para ser depositadas –lo que llamamos consolidación de la memoria–. Este proceso es crítico para el aprendizaje. Necesitamos dormir para aprender y recordar, exactamente como lo hace la niña de la película.

¿Siguen cautivados por la película? ¿Ya la vieron? Véanla. Y el sábado que viene cerramos esta serie de artículos sobre Intensa-Mente, una película DE LA CABEZA. Nos leemos...!!!

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