“La política es el arte de lo posible”, sentenció Nicolás Maquiavelo. Jacques Chirac, ex alcalde de París, ex primer ministro y presidente de Francia, enorme estadista si los hubo, fue más allá: “La política debería ser siempre no solo el arte de lo posible sino de hacer posible lo necesario”. No es infrecuente procurar definiciones acerca de la política. Mucho más cuando, como desde mucho tiempo, parecería no dar respuestas concretas a las demandas sociales que no solo no son pocas sino que son mayores. De allí que, algunos procesos electorales, como el que recientemente se desarrolló en los Estados Unidos, hacen que una buena parte de la Aldea Global haga foco sobre ese país que, desde otras geografías, no pocas veces se los observa con vocación comparativa. De allí que, desde el mismo momento en que cerca de 77 millones de personas dijeron con sus votos, “Donald, you’re fired (estás despedido!)”, el debate se disparó. En ese contexto, algunas situaciones y solo a modo de ejemplo, hago foco en tres de ellas: 1) La Justicia; 2) El derecho a informar y a estar informado; y, 3) Los comportamientos de electoras y electores. Seguramente, hay muchos más, pero, los mencionados disparan interrogantes y reflexiones. Veamos 1: Cuando mediciones y tendencias sugerían en la noche del martes 3 de noviembre que el candidato demócrata, Joe Biden, tomaba alguna ventaja, el presidente Trump pidió a la Justicia suspender los escrutinios en Pensilvania y Georgia.

Ambas instancias rechazaron el pedido presidencial. ¿Qué pasó? Independencia de poderes. Eso pasó. Se aplicaron los valores democráticos que postuló Montesquieu 275 años atrás en “El espíritu de las leyes”. Veamos 2: Cerca del mediodía del sábado último, los medios de mayor consumo en los Estados Unidos y, en algunos casos, en el exterior, anunciaron “Joe Biden, presidente electo”. CNN, lanzo la información exactamente a las 11:20 de Atlanta. ¿Qué pasó? Desde 1848 es así. La operación es sencilla. Periodistas, comunicadores y comunicadoras acceden a la información oficial que emiten quienes escrutan los votos, los suministran a las audiencias y a especialistas en análisis electoral y, cuando estos se expiden y el margen de posible error es mínimo, hacen el anuncio. Los resultados oficiales de la elección en los Estados Unidos –porque así lo prevé el sistema– se conocerán el 6 de enero próximo cuando el Congreso dé a conocer la votación de los electores y consagre a los vencedores. Luego, el 20 de ese mismo mes, la Corte Suprema de Justicia le tomará juramento al nuevo mandatario.

Así funciona el sistema. Veamos 3: ¿Por qué un significativo segmento social constituido por minorías que fueron agraviadas, hostigadas y estigmatizadas por el presidente Donald Trump, quien no dudó en separar a padres y madres de sus hijas e hijos a los que encerraba en jaulas por ser indocumentados, vuelven a votarlo? ¿Podrá ofrecer respuestas la academia? Tres puntos para reflexionar. Pero, tal vez, sea necesario ir por más.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Fue noticia global. El jueves último, en la noche, las tres principales cadenas de TV norteamericanas –NBC News, ABC News, CNN, al igual que otras más pequeñas– interrumpieron la emisión de un discurso del presidente Trump, a quien privaron de comunicarse con el pueblo estadounidense al que, además, le impidieron saber qué decía. El conductor de la CNBC explicó: “Estamos interrumpiendo esto porque lo que el presidente de los Estados Unidos está diciendo, en gran parte, no es verdad en absoluto”. Otro, Brian Williams, reportó: “Bueno, aquí estamos nuevamente en la posición inusual de, no solo interrumpir al presidente de Estados Unidos, sino también corregir al presidente de Estados Unidos”. Algo o mucho está en proceso de cambio o ha cambiado en los Estados Unidos. La primera enmienda de su Constitución Nacional protege taxativamente los derechos a la libertad de expresión. En el mismo sentido, la Convención Americana de Derechos Humanos, en su artículo 13, establece que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión”.

Agrega que ese “derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”. Derechos de todas y todos. No solo de periodistas, comunicadoras y comunicadores. De hecho, la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoce, promueve y protege a ultranza esa potestad ciudadana que asimila a la herramienta por excelencia para reclamar y acceder a otros derechos. En Norteamérica, Donald Trump se va. Jose Biden, llega. God bless the America, as they say in that country, but may citizens also demand respect for the Democratic Rule of Law for all (Dios bendiga América, como se suele decir en ese país, pero que también la ciudadanía exija respeto por el Estado democrático de derecho para todas y todos). No es un modelo a imitar.

Dejanos tu comentario