“Ma” solía decirme que fuese a explorar el pantano: “Ve tan lejos como puedas, ahí lejos donde los cangrejos cantan”, ¿qué quiere decir eso? –preguntó Kya. Tate respondió, “Sólo significa allí lejos en los matorrales, donde los bichos son salvajes y todavía se comportan como bichos”.

POR OLGA DIOS

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El libro más vendido del 2019 en Estados Unidos fue la novela debut de una autora de 70 años. De hecho, Delia Owens ya tenía publicaciones previas, artículos en revistas especializadas y tres libros de no ficción sobre su vida como científica de especies sal­vajes en África, con un doctorado en comportamiento animal en su larga carrera. A veces un bestseller lo es porque el libro es sim­plemente buenísimo y este cae en esa categoría. Owens aplicó todo ese conocimiento y lo desparramó en esta maravillosa novela.

“La chica salvaje” narra la historia de Kya Clark, una chica que sobrevive sola en los pantanos que rodean a la tranquila loca­lidad de Barkley Cove, en Carolina del Norte, tras ser aban­donada por su familia cuando tiene diez años, luego de años de abuso por parte de su padre alcohólico, todos se empiezan a escapar de él, desde su madre a sus hermanos, finalizando por él. Kya se queda. Alguien tiene que estar ahí. “Por si los demás regresan”. La naturaleza que la rodea le enseña a sobrevivir, a esconderse para zafar de los funcionarios o policías que vie­nen a buscarla. Aprendió a pes­car, cazar y alimentarse por sí misma y vende pescado y meji­llones a los tenderos del pueblo. Es una superviviente nata. La naturaleza ha sido su verdadera madre.

La gente de Barkley Cove sabe de ella; pero en vez de ofrecerle ayuda, por miedo a lo diferente, la consideran una apestada y pre­fieren apodarla “la chica salvaje” antes que darle una oportuni­dad de vivir entre ellos, protegida. Solo Tate, un chico unos años mayor, el anciano tendero Jumpin y su esposa Mabel serán sus contactos con el mundo exterior. Los últimos le compran el pro­ducto de su pesca y la ayudan a sobrevivir, Tate le enseña a leer y comparte con ella el amor por el pantano y toda la vida que en él coexiste, hasta que le toca partir a la universidad y Kya se queda completamente sola. Es evidente entonces que la necesidad de calor humano permanecerá latente. Cuando el chico más popu­lar del pueblo, el arrogante Chase, trata de conquistarla, Kya no sabe cómo reaccionar: sus rituales de seducción proceden de la observación de la vida sexual de las luciérnagas. El sexo y el deseo sacarán a la luz una nueva faceta de su fascinante personalidad. De adulta, una serie de desencantos la sumirá en un aislamiento aún mayor; pero luego un asesinato del cual se la acusa la obligará a enfrentarse a ese mundo mucho más salvaje que el del pantano: la gente y sus prejuicios.

“La chica salvaje” es “una oda bellísima a la naturaleza pura”, pero al mismo tiempo un relato profundo sobre la madurez con elementos de intriga y un giro final que te deja pasmado. Una his­toria magistralmente escrita sobre la vida, la soledad, el sexo y la necesidad que todos tenemos de pertenecer.

“Kya posó su mano sobre la tierra mojada, que respiraba aún, y el pantano se convirtió en su madre”.

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