La incertidumbre que atormenta a la sociedad argentina prevalece en el escenario público de este país en la semana que se inicia. ¿Cuánto tiempo más puede extenderse esta situación? El pasado viernes, al cierre del mercado cambiario, el dólar “paralelo”, “blue”, “ilegal”, o como quieran llamarlo, se negoció a $ 195 por unidad. Mientras, esa misma moneda, en su versión oficial, tiene un costo de $ 83,50.

La brecha entre ambos valores se ubica en torno de 149,5%. El presidente Alberto Fernández, un día antes, cuando el verde billete se vendía a $ 190, según coincidentes versiones, cara a cara, le dijo al ministro de Economía, Martín Guzmán: “Arreglá esto”. ¿Podrá? Los interrogantes, sin embargo, son muchos más y alcanzan a una variada gama de conflictos. Veamos. La pandemia por coronavirus, con poco más de siete meses de aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO), da cuenta que más de 1 millón de personas se contagiaron y que cerca de 34 mil fallecieron.

El presidente Fernández, que semanas atrás se vanagloriaba del “éxito” de sus políticas para enfrentar al SARS-CoV-2, ya casi nada dice sobre el tema. En 11 provincias, sobre 24 –Río Negro, Neuquén, Santa Fe, Misiones, Córdoba, Chubut, Entre Ríos, Jujuy, Tucumán, Chaco y Mendoza– se desarrollan ocupaciones ilegales de tierras públicas y privadas, sin que la justicia ni el poder político sepan, puedan y quieran restablecer el pleno ejercicio del derecho de propiedad. Descendientes de pueblos originarios –mayoritariamente mapuches por sobre ninguna otra etnia– o grupos pertenecientes a organizaciones sociales, en especial la CETEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), son protagonistas centrales de esas acciones.

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La coalición de gobierno cruje. Nada nuevo. El 16 de diciembre último, este corresponsal, una semana más tarde del inicio de la administración de Alberto F., señaló: “Estamos en presencia de una nueva configuración de la estructura del poder. La vicepresidenta, Cristina Fernández, de claro liderazgo, es en sí misma un polo ideológico con proyecto propio” y diferente del que tiene el jefe de Estado. Desde el primero de los 1.460 días que deben gestionar juntos, discrepan. Puntualizó además que “dos modelos de país se pueden diseñar con las palabras” de cada uno de ellos. Describió también entonces que argentinas y argentinos perciben que ambos ejecutan “dos músicas, dos letras” con “dos orquestas” y que, por lo tanto “no hay armonía ni suena bien”. Diez meses más tarde, aquella observación cobra fuerza.

En el seno del peronismo, la tensión es extrema. Según portavoces oficialistas serios y confiables que solicitan, “por ahora”, reserva sobre sus identidades, una mayoría de gobernadores oficialistas, entre los que se señala como muy activo al de Tucumán, Juan Luis Manzur, demandan “soluciones ya”. En el mismo reclamo se unen los principales referentes partidarios bonaerenses y un nutrido grupo de intendentes del mismo distrito –el de mayor peso electoral en todo el país– que se sienten “ignorados por Alberto, Cristina y el gobernador Axel Kicillof”. Las versiones sobre cambios en el gabinete nacional circulan a toda hora. La Jefatura de Gabinete de Ministros, Economía y Relaciones Exteriores son las áreas que reciben mayores críticas.

En las últimas horas, el ex presidente Eduardo Duhalde (2002-2003) sostuvo que en el país “hay un estado preanárquico”. Describió que la Argentina “es un barco a la deriva. No hay unidad de mando en ningún ministerio y es muy difícil gobernar así”. Apuntó que “el gobierno se está ocupando de lo que no tiene que ocuparse” y advirtió: “No se le puede pedir esfuerzos a la gente si no hacen esfuerzos los políticos”. Proyectó, además, que Sergio Massa “algún día va a ser presidente” y enfatizó críticamente que “si Cristina incide mucho (en la gestión) es culpa de Alberto, no de ella”. En ese contexto, Duhalde señaló: “El sistema (institucional argentino) es presidencialista. Si él (Alberto) le presta el oído (a Cristina), la culpa es de él”.

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