“Estoy cansado de ser niñero de mis colaboradores, ¿qué puedo hacer? Necesito encargarme de otras cosas importantes de la empresa”. Recibo a menudo este tipo de pedidos de auxilio para incrementar el logro de objetivos y una mayor autonomía… ¿cómo lograrlo?

Acción 1. Conectá a todos con el “para qué”: la misión, visión y valores no son para estar solo en cuadros o agendas. Deben ser vividos en el día a día. Hay que conectar emocionalmente a las personas con las tareas que tienen que realizar. Lo que hace no es “porque tiene que”, sino para algo mayor, que genera un beneficio para todos. ¿Qué beneficios se logran si esa tarea se hace bien? ¿Y si se hace mal?

Acción 2. Aumentá la participación: “La participación genera compromiso”. Si solo utilizás el liderazgo directivo, diciéndoles a las personas qué hacer, tendrás ejecutores y nada más. Para alcanzar mejores resultados necesitás más que eso. Por ello, es importante que brindes espacios en donde el otro pueda expresarte sus ideas, ofrecer alternativas, ser escuchado, formar parte de la toma de decisiones y participar de la implementación. Con el compromiso que se genere se lograrán mejores resultados.

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Acción 3. Cuidá el salario emocional: Este es el conjunto de condiciones que la persona necesita tener en su día a día laboral para sentirse satisfecha, feliz, motivada, y, sobre todo, sintiendo que vale la pena poner todo de sí para avanzar hacia los resultados. Conocé qué condiciones satisfacen el salario emocional de tu gente y buscá cubrirlas constantemente. Asimismo, compartí con ellos tus condiciones para sentirte satisfecho y pediles que las tengan en cuenta.

Acción 4. Establecé metas claras para todos: Normalmente comercial y cobranza tienen metas claras y % de comisión por su rendimiento. ¿Y el resto de la organización? En lugar de ir subiendo los sueldos fijos (que casi nunca es posible), introducí variables a la remuneración que movilicen a los colaboradores. Lo importante es que las reglas sean muy claras.

Acción 5. Fortalecé a tus jefes y gerentes: La acción de un jefe o gerente (incluyendo la tuya) tiene un efecto multiplicador porque generan estímulos diarios que van bajando en cascada hacia los niveles más operativos de la organización e impactan, finalmente, en los clientes. Un bajo liderazgo interno dentro de la organización afecta a aspectos como: clima laboral, rotación del personal, trabajo en equipo, nivel de capacitación de los colaboradores, facturación, eficiencia, productividad y rentabilidad.

Invertí en su profesionalización no solo técnicamente, sino también en cuanto a habilidades como comunicación, generación de trabajo en equipo, inteligencia emocional y otros. Medí sus avances y el efecto en los resultados. Por supuesto, es importante que también definas tus propios espacios de capacitación y acompañamiento, porque tu capacidad de liderazgo será el límite para el liderazgo de tu equipo gerencial.

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