POR MARCELO PEDROZA

COACH

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Las lecciones cotidianas tienen sus propias particularidades. En el andar de los instantes las vivencias se manifiestan y los protagonistas le dan el acento que consideran. William James (1842-1910), filósofo y psicólogo estadounidense, sostenía que el ser humano debía cuidar su estado de ánimo y también su pensamiento. El maestro le atribuía a su tiempo el destaque de esa misión, es que los primeros estudios sobre la relevancia de esa tarea surgieron durante la generación a la que él perteneció.

La forma de estar ante las ideas o las circunstancias que acontecen expresan el tono interior que se siente, el cual en el caso del ánimo puede extenderse horas o días. La disposición del mismo determina el recorrido del tiempo existencial. Son tantos los trayectos del incesante presente que cada uno puede ejercitar la imaginación y activar las historias vividas para entender lo que ha hecho en el pasado, y de igual manera, es posible que decida atender lo que está creando ahora, teniendo la oportunidad de dimensionar cuánto tiene que ver la actitud con que vive en este momento.

En el pensar la imaginación encuentra su mundo. Ken Robinson (1950-2020), escritor británico, la definió como el poder de evocar cosas que no están presentes en nuestros sentidos. Al imaginar podemos crear. Decía el experto: “La forma más elevada de inteligencia consiste en pensar de manera creativa. El proceso de ver en nuestra mente es el acto fundamental de la imaginación”. El profesor Ken explicaba en su libro titulado “El elemento” que la creatividad requiere acción, en ella el valor de la idea ingresa al plano práctico, mientras que la imaginación puede habitar en el interior de uno y no darse a conocer, así las distinguía; y pregonaba impulsar la imaginación para hacer innovaciones y de esa forma cambiar el statu quo. Incentivaba a crear, a construir, a darle vida anímica a ese pensar cubierto de imaginación.

Los procesos del pensar tienen un vínculo esencial con el ánimo, en esa relación las imágenes se proyectan hacia un sitio u otro, se mezclan con ideas que alientan o desalientan, se focalizan en un objetivo concreto o deciden ampliar las posibilidades; es valiente el acto de imaginar, atreverse a darle forma al conjunto de secuencias del lenguaje de los sueños es elemental para alimentar la vida.

Las alternativas nacen de las ideas, de los contextos, del estado emotivo que las produce y de todo aquello que cada uno invoca mientras circula en los ambientes en donde convive. “Nuestra capacidad creativa nos permite reconsiderar nuestra vida y nuestras circunstancias”, escribió Robinson.

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