Cuando llega la primavera las “hormonas” entran en ebullición. Se dejan las ropas invernales y el calor artificial de las pieles se reemplaza por la estival costumbre de mostrar piel y cuanto más, mejor. Si a este condimento le sumamos el pandémico hecho de que se pasó mucho tiempo en casa y de que las costumbres de relacionamiento se hicieron de maneras diferentes, podemos encontrar que el cerebro, solo o acompañado, busca el contacto físico, la proximidad sexual que otorga el hecho de que la especie humana es una de las pocas que practica el sexo de manera recreativa. Y como siempre digo, lo hace como un premio evolutivo a los deseos de reproducción: la sexualidad coronada por el placer, esa cascada neuroquímica que se da en el cerebro y repercute hasta la última célula del cuerpo. He aquí algunas neurocuriosidades del sexo... en el cerebro.

Aunque es mejor vivirlo de forma espontánea, un estudio del Instituto de Neurociencia Circadiana de la Universidad de Oxford (Reino Unido) afirma que cada edad tiene un momento óptimo para el sexo regido por los ritmos circadianos; es decir, los ritmos que tenemos todos los seres humanos en relación a la luz solar y los ciclos del día y la noche. A los 20 años el pico de energía es mayor a las 15:00 horas. Entre los 30 y los 40, la hora dorada son las 8:00 horas, ya que la luz de la mañana aumenta la testosterona de ambos sexos. De los 40 a los 50, el gran momento es a las 22:30 horas, que es cuando se libera más oxitocina, la hormona del amor y el apego. Entre los 50 y los 60 años la hora ideal es justo antes de irse a dormir, para favorecer así el descanso. Y a partir de los 60 años, las 20:00 horas es el momento propicio para el sexo de los más maduros.

Otra curiosidad del cerebro se encuentra en cuanto a las películas eróticas. Muchos de nosotros no alcanzan un nivel de excitación sexual al ver escenas eróticas al saberlas actuadas, pero en una gran parte de las personas, diversos estudios coinciden en que este tipo de material audiovisual puede estimular y favorecer la relación de pareja cuando ambos miembros están de acuerdo en disfrutarlo. Y es que cada vez existen más películas eróticas de calidad, en las que no se degrada a la mujer y sí se apuesta por convertirla en un estímulo sexual que favorezca las relaciones íntimas. Además, no olvidemos que la sexualidad que se ve en el porno, que siempre hay que desmitificar, dista mucho de ser algo real. Si lo consumimos, ni los cuerpos, ni las prácticas, ni los tamaños nos tienen que servir como referente, sino como un simple impulsor erótico que potencie nuestro deseo sexual. Un buen plan en pareja es reservar un momento para compartir y dedicar un rato a una sesión de cine erótico: los resultados podrían sorprendernos.

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El sexo es algo que tiene mucha importancia en la vida de varias personas. Muchas están convencidas de que su práctica es saludable. Aunque es una opción personal, no mantener relaciones sexuales puede perjudicar a nuestra salud. Y estas son algunas de sus consecuencias: mayor estrés y depresión debido a que el sexo libera oxitocina y endorfina, hormonas que reducen los niveles de estrés y generan una sensación de bienestar. Igualmente, disminución de las defensas inmunes, ya que según la Universidad de Pennsylvania, practicar sexo una o dos veces por semana incrementa en un 30% los niveles de inmunoglobulina A, un anticuerpo que impide el desarrollo de virus. Igualmente, los hombres célibes son más propensos a sufrir dificultades en la erección y cáncer de próstata, según el American Journal of Medicine, mientras que en las mujeres, a partir de la menopausia, reducir las relaciones sexuales aumenta la sequedad y puede causar atrofia vaginal.

Pero muchos alegan que no desean tener sexo porque se sienten muy mal al terminar el acto, lo que se conoce como depresión poscoital. Según las estadísticas, el 10% de las personas lo sufren, especialmente las mujeres, y puede resultar preocupante cuando ocurre de forma frecuente y no desaparece. ¿Por qué sucede? A nivel biológico se relaciona con la reactivación de la amígdala (vinculada a la ansiedad y el miedo), que disminuye su actividad durante el coito. Nunca hay que culparse. Esta súbita tristeza no suele tener nada que ver con falta de deseo ni con la insatisfacción, por lo que debe hablarse entre la pareja y, en caso de que se mantenga, acudir a un especialista.

La primavera la sangre altera. Y el sexo y la sexualidad no son temas de los genitales... son temas absolutamente DE LA CABEZA. Nos leemos el sábado que viene.

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