En la historia del mundo no es nuevo, lo que es nuevo es un componente mortal: la mano del hombre. Los científicos advierten que hoy, y debido a los seres humanos, el planeta está al borde de lo que los especialistas denominan la Sexta Gran Extinción.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, aproximadamente 5.200 especies de animales se encuentran en peligro de extinción en la actualidad. Es quizás poco en número, pero es mucho más de lo que pudiésemos llegar a imaginar.

Según un desglose por clase, se encuentran en peligro de extinción el once por ciento de las aves, el veinte por ciento de los reptiles, el treinta y cuatro por ciento de los peces y el veinticinco por ciento de los anfibios y mamíferos.

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En otras palabras estás especies corren el riesgo de desaparecer para siempre de la faz de la Tierra. Pero muchas otras ya sucumbieron.

Según la Organización de Naciones Unidas un total de 27 especies se declararon oficialmente extinguidas en el planeta en los últimos 20 años, lo que supone que el ritmo actual de pérdida de biodiversidad es de cien a mil veces mayor que el que ocasionarían los procesos naturales de extinción de animales y plantas.

Según la agencia, cada día se pierden 150 especies animales, lo que se considera la mayor ola de extinciones desde que desaparecieron los dinosaurios. Y el ritmo no se detiene.

Algunos de los animales más extraños de nuestro planeta, e incluso no tanto, caminan en la cuerda floja de la extinción. Esa es una terrible realidad.

Y entre las causas la más terrible es quizás la destrucción y fragmentación de los hábitats, el cambio climático, la caza y el tráfico ilegal y la venta de especies exóticas…

Te hago esta introducción porque nosotros, aquí en Paraguay, no estamos exentos de esta terrible realidad. Un amigo pilarense hacía virales fotos que conmovieron a muchos y conmocionaron a otros. En un audio relataba que su compadre le había enviado las imágenes ante la impotencia de las quemas controladas que se salieron de control en tierras vecinas.

Y allí estaban, como testigos silenciosos de la tragedia, los cuerpos de los animales quemados tendidos en las cenizas desoladas de la naturaleza destruida.

En el audio el hombre le explicaba que, de 700 hectáreas que tienen sus tierras, casi el 40% quedó prácticamente en cenizas.

Los animales que habitan el sitio sufrieron todo tipo de quemaduras, muchos quedaron tendidos en el camino de su escape y otros quedaron heridos, muchos ciegos.

Solo mirando las tristes imágenes muchos pudieron dimensionar la magnitud de la tragedia.

Para que tengas una idea, se calcula que en nuestro país hay casi 170 especies y 76 de ellas se encuentran amenazadas.

A este ritmo tus hijos o tus nietos nunca conocerán al guasu puku, el jagua pytã o león americano, el tagua, el tatu guasu, el tatu carreta o armadillo gigante. También están a punto de desaparecer para siempre el aguara guasu, el ka’i pochy, el oso hormiguero o el tatu bolita.

Los campos, los bosques y todos sus habitantes reclaman una mano que detenga un futuro que nos sofoca en progreso mientras nos ahoga en presente.

El Gobierno tiene la responsabilidad de detener esto, y nosotros el compromiso de poner nuestro grano de arena. Necesitamos un cambio, necesitamos apretar reset y volver a empezar. Estamos a tiempo, un tiempo que se nos escapa escaso e insalubre.

De no ser así, seremos lobos reinando en un mundo oscuro y decadente, esperando un colapso seguro y abrupto, tan abrupto como las llamas que queman los bosques y se escapan a la mano amiga esperando poner fin a la tragedia.

Pero claro, esa es… otra historia.

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