COMENTARIO

POR ELVIO VENEGA, abogado y comunicador institucional

Años atrás nadie se hubiese imaginado que el 2020 sería el año de un nuevo modelo en las relaciones internacionales: la “diplomacia Zoom”. Si bien es cierto que la virtualidad fue incorporándose, gradual pero sostenidamente en el ámbito de la diplomacia, es con el impacto de la pandemia del covid-19 que esta toma fuerza inusitada y las plataformas de comunicación digital, en especial la conocida como Zoom, pasa a ser uno de los actores principales.

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Este escenario se contrapone con aquel ambiente tradicional, conservador, lleno de boatos y protocolos. Harold Nicolson, en su obra “Diplomacia”, menciona que “después de la guerra de 1914-18 se sintió la necesidad de que el trato diplomático se efectuase en lo sucesivo casi enteramente por medio de conferencias de mesa redonda”.

La incorporación de avances tecnológicos ha suscitado importantes cambios en la historia de la diplomacia. Por ejemplo, el telegrama, en su momento provocó un gran revuelo, pero luego se transformó en un medio de comunicación fundamental para las cancillerías. Cuentan las crónicas que el primer ministro británico, Lord Palmerston, en 1860, al recibir el primer mensaje telegráfico del servicio exterior inglés, exclamó: “¡Dios mío, es el fin de la diplomacia!”. Sin embargo, fue solo el inicio de una etapa de transformaciones, conocida como la “diplomacia del télex”. Raimundo Bassols Jacas, en su libro “El arte de negociar”, describe las formas de la diplomacia tradicional señalando que los altos funcionarios internacionales “se reunían con frecuencia ante la abundancia de conflictos de todo orden, y negociaban”.

El apretón de manos y el intercambio de notas firmadas era la mejor forma de escenificar la concreción de un acuerdo. Eso ha cambiado. Ahora, los diplomáticos tienen menos reuniones presenciales. La eficacia de las tecnologías, el uso de las redes sociales, la presencia de WhatsApp, acrecentó la virtualidad. La fuerza de la pandemia ha provocado un acelerado salto digital en la diplomacia. Tal es su impacto que esta semana, en coincidencia con el 75º aniversario de las Naciones Unidas, el debate de la Asamblea General, que se inició el pasado martes, es por primera vez totalmente a distancia.

El eslogan de este año es “el futuro que queremos, las Naciones Unidas que necesitamos”. Con este concepto, el organismo busca reafirmar el compromiso al multilateralismo, enfrentando al covid-19 a través de una acción multilateral efectiva.

El debate general es muy publicitado y de impacto global. Cada setiembre, altos exponentes mundiales se reúnen en Nueva York para celebrar el período de sesiones. Allí exponen sus puntos de vista, sus avances de gobierno, inquietudes, preocupaciones e incluso quejas. El actual es particularmente “sui generis”. Esta vez, los discursos de los líderes son pregrabados o mediante videollamadas.

La ONU es un escenario donde el Paraguay ha tenido y tiene significativa presencia. Fiel a su tradición internacionalista, ha sido parte de la misma desde su fundación y en varias oportunidades reafirmó su firme compromiso con el multilateralismo, “como la herramienta más efectiva para resolver los desafíos globales”.

La Cancillería Nacional, al establecer las"Bases y Lineamientos de la Política Exterior paraguaya" en el 2002, definió con claridad las prioridades del país en la agenda de la ONU. Estas se ejecutan a través de su Misión Permanente en Nueva York. Allí, la activa participación en el plano multilateral es fundamental, por nuestro tamaño y condición geográfica, donde podemos codearnos con países con alto nivel de desarrollo e incluso negociar en igualdad de condiciones.

En este contexto, signado por la pandemia, más que nunca, el multilateralismo se convierte en una eficaz herramienta para promover los intereses nacionales y colectivos, siendo parte de acciones globales ante grandes retos como el cambio climático, la pobreza, la desigualdad social, la lucha contra el terrorismo, la migración, así como la defensa de los derechos humanos, el mantenimiento de la paz y la promoción del desarrollo sostenible, además de defender principios y valores, y enfrentar desafíos a la seguridad y a la democracia.

Es, además, una excelente ocasión para sacar provecho al máximo a la ya señalada “diplomacia Zoom”, que reemplaza las “mesas redondas por las mesas virtuales”, así como una oportunidad para posicionar al país y acrecentar liderazgo en el ámbito de las relaciones internacionales.

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