Eduardo Pipó Dios

Marito de la Gente, así decían y siguen diciendo sus, por cierto, cada vez menos, adeptos.

El eslogan se usó para bautizar todas las iniciativas u obras, por más vyrorei que sean, la mayoría de los casos, la misma.

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Al final está claro que a Marito la gente le importa un pito. A lo mejor es “su” gente, los “pillos y peajeros” que son mayoría en su primer anillo, la que le preocupa y a la que protege Marito, pese a las flagrantes y grotescas fechorías, abusos, robos y hurtos que comete a diestra y siniestra ante, no solo pasividad y tolerancia, sino que el apoyo explícito a sus, evidentemente, maletineros.

Ante la pregunta de los colegas de si haría cambios en su gabinete, sobre todo de personajes impresentables como el robameriendas Rodolfito, este respondió que no, y aclarando luego, que quizás los haría, pero no cuando “la gente quiere”.

Claramente a Marito le importa un cuerno lo que quiere la gente, una frase y una actitud que explica el lamentable desgobierno en el que nos tiene hundidos hace, recién, menos de 2 años, aunque parezcan 2 años bajo el agua. Y cuando un Presidente no escucha a la gente tiene los días contados. Así de simple y sencillo presidente Marito, o empieza a hacer “lo que quiere la gente” o se van a tener que ir con sus amigotes a gastar lo que juntaron en estos breves, pero miserables tiempos.

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