Por Jorge Torres Romero

COLUMNISTA

El blindaje que le da Mario Abdo Benítez a Rodolfo Friedmann, a estas alturas, solo tiene una explicación y es la misma que tienen varios en el departamento del Guairá: es el maletinero.

Lo ruin del asunto es que ese maletín está cargado con dinero ganado a costa de las raciones de comida que debieron ir al estómago de un niño hambriento, desnutrido y cuya única motivación para ir a la escuela era ese plato de comida.

Todo hecho de corrupción es deleznable, pero hacer negociados privando a niños vulnerables de ese plato de comida es CRIMINAL. Por eso el escándalo Friedmann sacude a la sociedad y nos rebela sobremanera.

La muletilla de la persecución política cae en saco roto. Quienes quieren entender en serio este caso solo tienen que hacer un ejercicio básico: mirar las evidencias expuestas. Sería triste y penoso que un sector de la sociedad ignore este escándalo porque el denunciado alguna vez hizo un discurso que agradó a mis oídos y cuestionó a mis adversarios ocasionales.

Si prevalece esa lectura, serían cómplices del descaro y del saqueo a niños pobres y ya no tendrían altura moral para cuestionar luego ningún hecho de corrupción.

El hecho irrefutable en este asunto es el siguiente: Friedmann fue gobernador del Guairá (2013-2018), en el 2017 quedó fuera del ejercicio por una interna política. En el 2016, según chats y boletas de depósitos y testimonio de su ex socio comercial, puso como capital operativo de la empresa Eventos y Servicios SA (ESSA) G. 1.700 millones. Esta empresa se adjudicó ese año un contrato de G. 15 mil millones para la provisión del almuerzo escolar en Guairá.

El 24 de noviembre del 2016, Friedmann ya recuperó todo ese capital invertido, según revela él mismo en una conversación vía Whatsapp con su ex socio comercial: “Con ese depósito se recupera todo el capital mío”, se lee en uno de los cientos de mensajes que ya están a disposición del Ministerio Público. En síntesis, Friedmann adjudica un contrato millonario a su propia empresa y se lleva el 80% de las utilidades que le depositaban en una cuenta en dólares que estaba a nombre de ESSA en un banco de Villarrica.

Todo eso está documentado y hasta ahora ni Friedmann ni su defensa pudieron refutar esto. Intentaron desviar la atención en Torales, en la persecución política, montaje, que la cantidad de raciones llegaron en su totalidad, etc., etc.

Sobre el tema de las raciones, es probable que la cantidad de raciones establecidas en el contrato haya llegado en su totalidad. ¿Dónde está el problema? Al ser la empresa del gobernador se evitó la competencia, favorecieron a la empresa ESSA y pusieron el precio de casi G. 15 mil por cada plato. El monto estaba sobrefacturado. Al estar sobrefacturado, en vez de llegar a más niños con el almuerzo se acortó la brecha.

Por eso, en los audios difundidos se escucha que Álvaro Alfaro, primo hermano de Friedmann, socio de la empresa, se sorprende por las utilidades que deja el negocio. “Es increíble lo que queda, incluso con la parte que le corresponde a Rodolfo, igual ganamos”, dice en uno de los audios.

Entonces, las raciones pudieron haber llegado según el contrato, pero si no sobrefacturaban, más niños del Guairá iban a recibir el plato de comida. El negocio de Friedmann con ESSA se expandió en otros municipios y siendo senador ganó contratos en Caazapá.

Ante toda esta evidencia, Abdo no dijo una sola palabra. Al contrario, apareció Juan Ernesto Villamayor a minimizar y hablar de “refrito” (información ya publicada). Juan Ernesto, quien fue abogado de Friedmann, también habrá cobrado honorarios pagados con el almuerzo escolar. Es obvio que lo defienda. Si este gobierno mantiene a Friedmann en el cargo y este no se somete a la Justicia, con todas las letras podemos afirmar: ESTAMOS GOBERNADOS POR UNA GAVILLA DE DELINCUENTES. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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