POR MARCELO PEDROZA

COACH

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El fenómeno de la memoria ocurre en cada instante, está ahí dispuesto a darle un toque único a lo que se vive. Existe un vínculo especial con el estado de ánimo, destacando el surgir de las emociones que lo acompañan. “…el estado emocional sirve como contexto que se asocia con el recuerdo de un evento particular, de modo a que algo aprendido en un estado de ánimo determinado se recupera mejor cuando ese estado afectivo es experimentado de nuevo. Es decir, estados de ánimo concordantes durante los procesos de codificación y de recuperación mejoran el recuerdo, y ello con independencia del tono afectivo del material a recordar” (Ucros, 1989).

Donde hay memoria hay vida. Es inevitable recordar, es lo que hace que el trayecto de los años se alimente de las experiencias sucedidas. En ese nutrir memorioso yace el respeto hacia uno mismo, es que somos historias, momentos, hechos, sensaciones, lecciones, emociones. Somos un entramado fabuloso de conexiones interdependientes, imposibles de descifrar desde afuera y tan misteriosas desde adentro. Esto hace que vivamos asombrados de lo que es capaz de hacer el ser humano.

Existen relaciones notables, como las entabladas entre el ánimo positivo que atrae recuerdos considerados con esa característica. Claro que es delicado generalizar, por eso la invitación es particular; en ese profundo circuito quien camina lo hace ejercitando la autoconciencia y se atreve a revelar el porqué de las situaciones que rememora, que expone en su mente, que vuelven a la superficie del pensar.

Evocar recuerdos es inevitable. El asunto es cómo generan su presencia, y aquí la carga afectiva original tiene una influencia determinante. Representa la clave para activar el estado de ánimo durante la codificación, llamado recuerdo dependiente, o el propio contenido emocional del recuerdo, identificado como recuerdo congruente. Quienes investigan al respecto sostienen que es difícil discernir la procedencia específica enunciada.

En 1978, Bower, Monteiro y Gilligan, en uno de sus estudios sobre el tema, concluyeron que “las palabras previamente aprendidas bajo un humor feliz o triste, son evocadas posteriormente en un estado emocional idéntico u opuesto. El recuerdo es mejor cuando se mantiene el mismo humor durante las fases de aprendizaje”.

En una obra magistral, que también incluye las citas precedentemente mencionadas, titulada “Psicología de la emoción”, y de la cual participan Enrique G. Fernández A. y Beatriz García Rodríguez, entre otros, se precisa que se recuerda aquello que tuvo una mayor carga emocional. Como también que las emociones intensas, tanto positivas como negativas, mejoran la memoria para los detalles principales y dificultan la de los detalles secundarios. Además, se indica que el estado emocional presente al evocar una información puede interactuar con el tono afectivo del contenido a rememorar y con el estado afectivo del individuo durante la codificación de tal contenido, determinando el grado de bondad del recuerdo.

Es admirable la inmensidad de acontecimientos y conocimientos que vibran en la memoria de una persona, en ellos las enseñanzas son abundantes. Queda en cada uno la interpretación y apreciación de los mismos.

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