Mientras dure nuestra vida laboral, siempre encontraremos jefes con diferentes formas de pensar y de actuar. Muy probablemente nadie sería igual al otro. La diversidad en los seres humanos es y seguirá siendo la constante.
Cuántas veces hemos tenido o tenemos jefes que no merecen serlo por diversos motivos, tornando el clima laboral no propicio haciendo que no nos sintamos a gusto trabajando cerca suyo. Pero es el jefe y habrá que aceptarlo.
A mucha gente le encanta hablar mal de su jefe. Hacerlo no te reportaría beneficio alguno, pues sería mejor prepararte para tragar “sapo y culebra” y seguir adelante.
“Cierra el pico” y continúa con tus actividades por más estresante y desagradable que te resulte trabajar con una persona de mal carácter, o con uno que si bien tiene el título de jefe es fácil darse cuenta de que está en dicha posición no por lo que es ni por lo que vale como profesional, sino simplemente por otros motivos, pues puede que a vos no te caiga bien, pero quizás a otros que están en estratos superiores al tuyo son de su agrado por a, b o z razones.
Siempre el jefe, quieras o no, seguirá siendo tu jefe, por lo que si eventualmente no te sentís a gusto trabajando cerca suyo, y se te presentan afuera otras opciones laborales en donde crees que podrías trabajar más tranquilo y desarrollar todas tus aptitudes, pues no dudes en “cambiar de aire”.
De lo contrario si tu decisión es continuar en la empresa, “respira profundo” y prepara convenientemente tu inteligencia emocional y asertiva sabiendo que tendrás que seguir conviviendo dentro de un ambiente tenso que no te agrada, ver la forma de apoyar al jefe cuando sea necesario, de tal forma que a través del trabajo mental previo que hiciste permita seguir adelante gracias a la resiliencia que desarrollaste.
Cuántos jefes tenemos cuya presencia resulta una pesadilla. Una de las recetas “mágicas” para poder revertirlo positivamente es hacer que pueda confiar en ti como persona y como profesional.
Trata de ganar su confianza para que pueda delegar en vos más responsabilidades y demuéstrale que a pesar de todo eres un buen profesional y que estás dispuesto a salir adelante. ¿Quién dice que mañana “la tortilla no puede darse vuelta” y seas vos quien ocupe su lugar?
Todos hemos trabajando alguna vez para un jefe malhumorado, gruñón y autocrático que no le gusta nada, y en donde los días para él siempre están nublados, debido a su mal carácter. Son aquellos que quizás “tienen algún problema con la vida”.
A no ser que te surja alguna oferta concreta y tentadora de trabajo en otra compañía y que se adecue a tu perfil y pretensiones, lo mejor sería seguir en donde estés, pero tratando siempre de manejarte con mucha sutileza y diplomacia, demostrando a los demás directivos de que sos una persona trabajadora, preparada y que te gustan los desafíos, pues si “te encasillas” y seguís los pasos de tu jefe, tu panorama a futuro dentro de la compañía podría ser de pronóstico reservado.
En cambio, si tomas la decisión de seguir adelante y contás con la ductilidad necesaria que te permita adecuarte a escenarios buenos y no tanto, es probable que en poco tiempo te pasen a otro departamento en donde quizás encuentres personas mucho más afables y a quienes les gusta el trabajo participativo y vos puedas ir escalando dentro de la organización.
La moraleja para estos casos es: mentalizarte convenientemente de que eres capaz y estar seguro de vos mismo y que “la tormenta” podría ser pasajera y que siempre que llovió, dejó de hacerlo.
Verás que cuando menos lo esperes podrían surgir para vos sorpresas agradables como premio a tu perseverancia como persona y profesional.
Desenvolverse con transparencia es fundamental en la vida de las personas y en los entornos sociales. Es la virtud más bella que se transforma en el acto más simple que puede expresarse en cualquier evento.
Parte de un principio elemental, el de conocerse a uno mismo. Y para ello hay una pregunta que siempre exige honestidad a la hora de responder, ¿quién soy yo? Es aquí en donde hay que ser firme con los valores y justo con las apreciaciones acerca de nuestros vínculos con cada uno de ellos. Todas las asociaciones valorativas pueden ser favorables para la creación constante de nuestra historia cotidiana.
Jean Piaget (1896 – 1980), epistemólogo y psicólogo suizo, en el año 1942 enseñaba en el Colegio de Francia y de las clases que realizó durante ese tiempo nació el libro “La Psicología de la Inteligencia”; en dicha obra sostuvo que la vida afectiva y la vida cognitiva son inseparables, aunque distintas.
Es así dado que cualquier intercambio con el medio que habitamos supone una valoración. Y señalaba que sería imposible racionalizar sin experimentar determinados sentimientos y a la inversa, expresaba que no existen afectos sin un mínimo de compresión. Por lo tanto, ese yo que se atreve a responderse a sí mismo está plenamente habitado por razones y emociones.
En el escrito citado, el maestro Jean decía que un acto de inteligencia supone una regulación energética interna, la que se compone de intereses, esfuerzos, aspiraciones, y una externa, como el valor de las soluciones pregonadas en un suceso puntual; además, dejaba claro que ambas posiciones son de naturaleza afectiva.
El ser vive inmerso en el mundo que construye y en ese espacio son determinantes las ideas relacionadas a la autopercepción. La sinceridad del yo se extiende ante los demás y eso posibilita la convivencia basada en la confianza.
La estructura del comportamiento habitual está impregnada de pensamientos a través de los cuales fluyen elaboraciones criteriosas con diferentes fines.
En el pensar se halla el planetario de todas las libertades, ahí surgen las conexiones energéticas internas de Piaget y le dan una significación a las energías externas que se manifiestan. Entonces las elecciones son ideadas y apreciadas personalmente y tienen el respaldo del libre albedrío. De igual modo ante su proceder, así se responde con determinación y convencimiento.
El desarrollo progresivo del andar diario pide decisiones constantes. Lo que pasa es que hay polaridades que exponen al máximo los puntos directrices del actuar; entonces, se puede construir o destruir, se puede ser positivo o negativo, coherente o incoherente, respetuoso o irrespetuoso, educado o maleducado, solidario o egoísta, honesto o deshonesto y justo o injusto, por citar algunos ejemplos.
Para Piaget la conducta es un caso particular de intercambio entre el mundo exterior y el sujeto que la realiza. Y al ser concebida de esa manera supone la existencia de dos aspectos esenciales y estrictamente interdependientes, como son el universo afectivo y el cognitivo.
Es la inteligencia inherente a la vida, es la inteligencia innata en cada ser, es la inteligencia que se debe cultivar y compartir; sucede que es la inteligencia la madre de las conductas. Y por lo tanto, la fuente de la sociabilidad.
Vivir y no querer morir en el tiempo de la inmortalidad digital
Ricardo Rivas
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Ricardo Rivas
Periodista
X: @RtrivasRivas
La muerte es parte de la realidad real. La inmortalidad digital es una alternativa posible de la realidad virtual. El “no te mueras nunca” es solo un deseo imposible que contiene tan válidas como respetuosas pretensiones afectivas.
“Sin duda la muerte ha inquietado al hombre de todas las épocas. Hoy en día tiende a verse como un dato objetivo, estanco e indiscutible, y como un hecho biológico e individual, (aunque) esta concepción sin duda está fuertemente vinculada con la medicalización y cientifización de la vida –de la salud y la enfermedad– y por ende de la muerte”, escribió muchos años atrás Marisel Hartfiel, catedrática argentina.
Desde esa perspectiva, agregó que “sin embargo, la representación y las actitudes del hombre ante la muerte –costumbres, mitos, creencias, ritos– han sido muy diferentes en distintas épocas y en distintas sociedades (porque) la muerte es mucho más que una cuestión médico-científica y por todas sus implicancias culturales particulares, debe ser entendida como una construcción social e histórica”.
Después de contextualizar su reflexión, se preguntó y preguntó. “¿Cómo ha sido construida la imagen o representación y las actitudes que hoy tenemos frente a la muerte? y ¿bajo qué mecanismo ha sido posible construir esta imagen como natural e inmutable?”.
Para responder se situó en “dos momentos históricos relevantes” como los que a su juicio son “en el siglo XIX (el) momento en que los médicos comienzan a diagnosticar la muerte y, en el siglo XX, con la introducción de la gran tecnología médica; y la puesta en funcionamiento de las unidades de cuidados intensivos (UTI)”.
Hartfield, especializada en salud, sostiene entonces que “esas rupturas instauran una nueva forma de ver y hablar, una nueva concepción, una nueva mirada sobre la cuestión de la muerte”. Y vuelve con los interrogantes que se hace y nos hace. “¿Cómo se vive la muerte de otros ? ¿Qué imagino de mi propia muerte? ¿Qué ritos, qué costumbres, qué gestos, qué palabras, que actitudes esperables se construyen?”.
MIEDO
Dice Antonio Porchia (1886- 1968) que “casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo”. Así se expresa en “Voces”, su único libro, que contiene una colección de aforismos.
Desde que tuvo 15 años vivió en la Argentina junto con su madre y hermanos. Su padre falleció antes que migraran desde su Italiana tal hacia el sur del sur . Supe de él y de su obra cuando en el cuarto año de colegio secundario en el Instituto San Román, en el Bajo Belgrano, mi pueblo natal en Buenos Aires, unos 1.250 kilómetros al sur de mi querida Asunción, la querida profe de Literatura, Antonia Caputo, nos recomendó leerlo.
Un texto sorprendente que aún me sorprende. Con tapa y contratapa blancas, solo la palabra “Voces”, impresa en negro, era la imagen de la portada. Muchos meses lo tuve conmigo. Lo llevaba a todas partes. Con frecuencia consulté y consulto sus aforismos. Casi nunca sus palabras producen en mí el mismo sentido. De allí que descubro a Porchia una y otra vez. Tengo la certeza de que nunca es el mismo y siempre lo es.
“Mis muertos siguen sufriendo el dolor de la vida en mí”. La muerte atrae. Convive. Está siempre. Habita entre los vivos. Los sobrevuela. Y se impone como destino inevitable. Por ello también preocupa y... ocupa.
“Ay... / si un día para mi mal / viene a buscarme la parca. / Empujad al mar mi barca / con un levante otoñal / y dejad que el temporal / desguace sus alas blancas. / Y a mí enterradme sin duelo / entre la playa y el cielo... / En la ladera de un monte, / más alto que el horizonte. / Quiero tener buena vista. / Mi cuerpo será camino, / le daré verde a los pinos / y amarillo a la genista...”, demanda el Nano (Serrat), desde 1971, cuando tenía 28.
HONORES
La muerte, claramente, no es tema de edades. Gambetearla no es una opción posible. Ni don Alfredo di Stéfano (1926- 2014) pudo hacerlo. Un 7 de julio la Saeta Rubia entró al área con el balón dominado, pero no pudo con ella. Lo durmió en el Santiago Bernabéu. La hinchada enmudeció. Algunos estallaron en llantos. También el Camp Nou calló respetuosamente, en Barcelona.
Casualmente en Madrid cuando aquella jornada, le rendí honores cuando desfilé junto con miles ante su féretro. También en el 12 de la Calle de Tehuán. Allí mismo, en Casa Labra, muy cerca de la Puerta del Sol, levantamos una copa en su honor, cuando caía la tarde de aquel día. Resistir no tiene sentido.
Worldometers.info –en las primeras horas del viernes 22 de agosto– reporta que en este año con la Parca ya dejaron la aldea global poco más de 39,9 millones de vivos y vivas. “Ni el sol ni la muerte pueden mirarse fijamente, dijo François de La Rochefoucauld en el siglo XVII”, dijo alguna vez Fernando de Savater.
La muerte atraviesa culturas, religiones y creencias. Aunque sin acordar públicamente en hacerlo, nutridas multitudes procuran ignorarla, negarla o.… como si fuera posible, olvidarla. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo desconocerla u olvidarla cuando sabemos que está allí, a la vuelta de la esquina?
CAMINO
Construir la inmortalidad – como idea, dogma o práctica– es un camino para muchos y muchas que, con múltiples rituales, intentan quitar a la muerte de la cotidianidad hasta que la evidencia empuja y llega el momento de admitir que no se puede con ella. En esos intentos, hasta los más recientes desarrollos tecnológicos son herramientas aptas para lo que aparece como imposible o... como un deseo que, tal vez, atraviesa la historia de la humanidad.
Berretines, inseguridades, cobardías, incertidumbres. “Debemos tener una vida sana con la muerte”, sostiene la filósofa Raquel Fernández Formoso, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España, al colega Sergio Fanjul de diario El País.
“¿Qué perdemos, realmente, cuando perdemos un familiar?”, interroga Raquel Fernández Formoso
“Hay que asignar valores adecuados a las cosas, lo que es efímero, lo que es permanente”, recomienda. Desde su perspectiva, esa actitud permitirá “entender que mi vida forma parte de esta danza que terminará”, que tendrá un final “que no tengo que verlo (como) una carencia o un error de diseño biológico a corregir”.
Siento que, quizás, nos exhorte a vivir también la muerte. ¿Será así? Suena razonable, ante la inevitabilidad. “Todo concluye al fin nada puede escapar / Todo tiene un final, todo termina / Tengo que comprender no es eterna la vida...”, sostiene Ricardo Soule a través de Voz Dei desde 1972.
¿Qué es lo que no se entiende? ¿Qué impide comprender algo tan simple? Tan común como esperable. Hasta el mismísimo Sol –esa estrella increíble– habrá de morir. Coinciden los astrofísicos que se apagará dentro de 4.000 millones de años. También predicen que en la Tierra será difícil la supervivencia mucho antes.
CERTEZA
Y, ante la vista de quien quiera mirar con los ojos bien abiertos, tener la certeza de que nada de aquel fin probable para la ciencia podrá evitarse, si nos atenemos a los senderos por los que nos conducen los líderes y lideresas por estos tiempos que nunca antes en las últimas ocho décadas se acerca tanto al precipicio y baila una especie de danza macabra en el borde.
¡Joder! Es preciso pensarlo, proyectarlo, decirlo e internalizarlo. No es drama ni es tragedia. “Hay que aprender a vivir y a morir”, sostiene Ana Carrasco Conde (45), premio de ensayo Eugenio Trías en noviembre de 2023. Entrevistada por Joseba Elola para diario El País, añade reflexivamente (tal vez esperanzada) que “una vez que aceptamos que vamos a morir, tenemos que hacer una apuesta por vivir una vida que merezca la pena ser vivida (...) hay que aprender a vivir con intensidad cada momento”.
“Hay que aprender a vivir y a morir”, sostiene Ana Carrasco Conde
Adhiero. Hartfield, Porchia, Serrat, Soule, Fernández Formoso.... todos y todas en algún momento piensan (y pienso) la muerte. Aunque, tal vez, la nueva longevidad – como da en llamar Diego Bernardini a la prolongación de la vida activa– hace que ya no sea tan común a cuarentonas y cuarentones haber vivido alguna experiencia familiar o personal que las y los acerque a la experiencia de la muerte a través de múltiples ausencias y de la elaboración de los duelos por aquellas y aquellos que partieron.
No. Porque ese momento tan sustancial como inevitable para los vivos y las vivas también por estos tiempos está atravesado por los desarrollos tecnológicos que, desde alguna forma y lugar, potencian mitos y prácticas sociales. Palabras poco extendidas en su uso y aplicación comienzan a ganar espacio y a ser parte del vocabulario cotidiano en algunas sociedades.
MITO
Criogenización es una de ellas. Aunque debo ser preciso, desde el 15 de diciembre de 1966, cuando falleció Walt Disney –el creador de Donald y Mickey, entre tantos comics– el que supongo debe ser un mito urbano planificado y gestionado como tal, asegura que su cuerpo fue congelado a muy baja temperatura para “resucitarlo” cuando la ciencia médica lo posibilite.
Huelga decir que todavía no ha sucedido. Pero, más acá de aquello, tan perdido en el tiempo para casi todos y todas, la idea de descargar los contenidos de la mente humana en algún dispositivo de memoria externa o en la mismísima compu comienza a ganar terreno.
“ Mind uploading ”, ¿viste? También guardar con esos formatos fotos y videos de papá, mamá, hijos, hijas, amigos, amigas, novios, novias, amantes... ¡Todo! La holografía, sumada a la IA (inteligencia artificial), abren las compuertas de la creatividad para crear ilusiones y monetizarlas. El único límite es la ética. De la construcción social de la muerte que didácticamente proponía Hartfield a la coconstrucción de avatares simbólicos para poner fin a la muerte tal y como la conocemos hasta hoy para ponerla a la venta como más vida y eternidad.
Me suena a bulo, a venta de baratijas, a desmesuras, a ilusiones de pacotilla. “Qué poco rato dura la vida eterna / Por el túnel de tus piernas / Entre Córdoba y Maipú…”, canta Joaquín. Me quedo con él. “La imaginación al poder”, como en el Mayo Francés del 68 que no pude ni quise, ni puedo ni quiero siquiera dejar atrás. No me parece aquello –lo nuevo y reciente, mercado en ciernes– una forma atractiva de existir o de no existir.
Se le puede exigir más a la existencia y, por qué no, hasta a la inexistencia. Siento que la vida ya está demasiado comprometida con la tecnología como para dar un paso más hacia el transhumanismo, esa movida cultural e intelectual transnacional que apunta a una transformación de la condición humana a partir de las prácticas sociales resultantes de la interacción entre la humanidad y la tecnología.
POSANTROPOCENTRISMO
Nada nuevo, tampoco. “Poshumanas”, “transhumanas”, “posantropocentrismo”. Fereidoun M. Esfandiary (1930- 2000), creyente, tal vez defraudado prematuramente al fin por la realidad, en la longevidad indefinida, transitó e indagó en aquellas búsquedas. Era el año de 1960. Sesenta años después , no son pocas ni pocos quienes van más allá para vender la ilusión del para siempre y sin que sea necesaria la resurrección.
“¡Papucho no murió... Papucho no murió / No murióoooo…!”, vocean las hinchadas de los negacionistas de la muerte sustentadas en nubes colmadas de Yottabyte (YB). ¿No murió? La reflexión –cercana a la pesadilla– me deja sin aliento en esta fría noche de viernes sin amigos ni amigas junto conmigo en torno de los leños que crepitan. Afuera, en la intemperie, apenas 4 grados y ventoso. Se recomienda el “quédese aquí, junto al fuego”.
Releo El País. Busco una vez más la palabra escrita con las respuestas de Raquel Fernández Formoso. “Qué perdemos, realmente, cuando perdemos un familiar (o a quien fuere)? No pierdes una fotografía, ni un cuerpo”. Luego sobrevuela el duelo para explicar que en ese tiempo “tenemos que comprender qué es eso que hemos perdido”.
Abrumadora y contundente reflexión. Con una muerte “no has perdido información, como se dice desde la inmortalidad digital”. Didácticamente, la catedrática explica: “Un (eventual) chat de inteligencia artificial (con quien sea que haya muerto) no puede sustituir a alguien que se ha ido”.
INMORTALIDAD DIGITAL
Para que quede caro. La muerte es parte de la realidad real. La inmortalidad digital es una alternativa posible de la realidad virtual. El “no te mueras nunca” es solo un deseo imposible que contiene tan válidas como respetuosas pretensiones afectivas. El miedo a la muerte, sentimiento humano y comprensible, es también una de las fases de los temores que genera la incertidumbre de vivir.
La muerte, como una de las dimensiones de la vida, “es el acontecimiento esencial en la aventura humana”, sostiene Martín Heidegger quien, desde su perspectiva existencialista, también la considera como “un misterio (y) el momento de decir adiós a todo, (porque) es el viaje de irás y no volverás”.
Platón –a quien no son pocas ni pocos los que lo categorizan como reverencial discípulo de Sócrates– dicen que tenía la convicción de que morir era abrir una puerta hacia “un mundo ideal”. Con esa mirada analítica sostenía que “la filosofía es la manera correcta para practicar para la muerte” porque es imposible evadir ese momento.
Tal vez, sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) –el “padre” de Sherlock Holmes– y Harry Houdini (1874- 1926), mago e ilusionista, ambos espiritistas practicantes, hoy hubieran sido potenciales consumidores de los productos que aseguran la inmortalidad digital. ¿Por qué no?.
“A mí enterradme sin duelos / entre la playa y el cielo / en la ladera de un monte...”, canta Serrat en Mediterráneo
El médico paraguayo Julio Alex Sandoval, originario de una familia humilde en Paraguay, fue promovido como jefe médico en el Hümmling Hospital de la ciudad de Sögel, de Alemania. Foto: Gentileza
Médico paraguayo asciende como jefe en hospital de Hümmling de Sögel, Alemania
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El médico paraguayo Julio Alex Sandoval, originario de una familia humilde en Paraguay, fue recientemente promovido como jefe médico en el Hümmling Hospital de la ciudad de Sögel, en Baja Sajonia, Alemania. Su historia de vida y de superación ha sido reconocida por medios alemanes y compartida oficialmente por el propio hospital, como parte de su política de transparencia institucional.
“Hoy soy jefe médico en un hospital de Alemania. Pero lo que muchas personas no saben es lo difícil que fue el camino para llegar hasta aquí”, señala Julio Sandoval.
A los once años, tras la separación de sus padres, quedó al cuidado de su abuela y hermanos. “Mi abuela, junto con mis tíos, hacían todo lo posible para que no nos faltara un plato de comida. Ella nunca se rindió, y eso me enseñó a no rendirme tampoco.”
A pesar de las dificultades económicas, logró destacarse académicamente en el colegio, gracias a su esfuerzo y al apoyo de compañeros que le prestaban libros a cambio de que les ayudara con trabajos. Esa constancia lo llevó a conseguir una beca para estudiar Medicina.
La universidad representó otro desafío enorme: “Tenía que estudiar el doble o el triple que mis compañeros para entender lo mismo. Pero seguí adelante. Nunca quise decepcionar a mi abuela ni a mí mismo.”
Con el título en mano, decidió emigrar a Alemania. Llegó sin dinero, sin conocer el idioma, sin contactos y enfrentando un contexto cultural completamente distinto. “Golpeé puertas, acepté trabajos por horas, pedí ayuda. Mucha gente me dio la mano. Sin esa solidaridad, no estaría donde estoy hoy.” Se formó en Medicina Interna, luego en Gastroenterología, y obtuvo también la certificación en Hepatología. Poco a poco se abrió camino, hasta que este año fue promovido como Leitender Oberarzt (jefe médico) en el hospital donde hoy lidera un equipo profesional.
Julio conoció en Alemania a su esposa, quien ha sido un sostén fundamental en su proceso de crecimiento y adaptación. Hoy, desde el lugar que ocupa, quiere dar un mensaje claro a la juventud paraguaya: “Podes venir de la pobreza más profunda, sin dinero, sin privilegio, pero si tenés un sueño y luchás con disciplina, fe y constancia, todo es posible”, indicó el profesional paraguayo.
Su historia, profundamente humana, interpela a toda la sociedad: muestra que la educación, la solidaridad y la voluntad transforman vidas, y que es posible alcanzar metas inimaginables incluso desde condiciones de extrema dificultad.
Hoy se despide el calorcito, desde esta noche se anuncian lluvias con descenso de temperatura
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De acuerdo al informe emitido por la Dirección de Meteorología e Hidrología, este sábado 2 de agosto la jornada se presentará cálida al amanecer, con temperaturas que varían entre los 19 °C y los 27°C.
Además, durante la tarde, los valores de temperaturas máximas podrían variar entre 29 °C a 37°C. Los vientos se mantendrían del sector norte con intensidad moderada a fuerte, principalmente sobre la región Occidental.
A partir de la nocheaumentaría la probabilidad de lluvias con tormentas eléctricas, donde inicialmente afectarían al centro y sur de la región Oriental.
Estas se presentarían de forma generalizada mañanadomingo, afectando a ambas regiones del territorio nacional. Además, lo vientos comenzarían a rotar del sector sur y posteriormente un leve descenso en los valores de la temperatura, según el meteorólogo, Juan Gamarra.
Hoy en Asunción, el día estará cálido a caluroso, con cielo parcialmente nublado a nublado, vientos moderados del norte, luego variables, lluvias dispersas con ocasionales tormentas eléctricas, al final de la jornada. La temperatura máxima pronosticada es de 32 °C.
Mañana domingo la jornada se presentará cálida a fresca, con cielo mayormente nublado y vientos del sur, lluvias con ocasionales tormentas eléctricas. La máxima llegaría a los 23 °C.