Por Jorge Torres Romero

COLUMNISTA

Al leer parte de la entrevista que le hicieron al doctor Horacio Galeano Perrone en Universo 970, en la que compara al gobierno de Abdo Benítez con el Titanic, donde algunos “siguen vistiendo su esmoquin y bebiendo champán, mientras el barco se hunde”, grafica fielmente lo que sucede, pero al mismo tiempo, debería suponer una reflexión si al país le conviene el hundimiento de este Gobierno.

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Esta crisis, fruto de la pandemia, cambia nuestras prioridades y lo que menos queremos es hundirnos todos, sino al contrario, queremos salir a flote en lo sanitario y económico. No queda mucho tiempo y por eso el reclamo constante y justificado al Gobierno en cuanto a resultados. “Me critican todos los días y lo único que yo hago es trabajar”, dijo Abdo la semana pasada.

Esa crítica diaria a la que se refiere el mandatario no es un capricho ciudadano o un oportunismo político nomás, que los debe haber, sin dudas. La crítica es porque ese trabajo del que se jacta Abdo no alcanza, no llega o no se ve, mientras tanto, sobresalen los escándalos en licitaciones amañadas. Y esto es real, el viernes, Contrataciones Públicas inhabilitó a las empresas Imedic SA y Eurotec. Ambas no podrán venderle nada al Estado por tres años. Y vale recordar que en el Ministerio de Salud armaron una adjudicación de US$ 14 millones para entregarle a estas firmas en forma irregular.

La renuncia del ex presidente de la Dinac por las compras sobrefacturadas también se generó gracias al control ciudadano (prensa-parlamentarios). Lo mismo pasó con la renuncia de la ex presidenta de Petropar. Hoy el manejo de los US$ 1.600 millones genera dudas, aunque se detalle y se explique cómo se gastó el dinero, la duda ya se instaló por estos tres casos que mencionamos. Es decir, lo de Salud se frenó y los otros dos presidentes de entes están fuera. Pero, el primero se paró por presión y los otros dos renunciaron. No hubo una reacción inmediata, firme y determinante del Gobierno.

Mientras ese mensaje no se lance en forma clara y contundente, por más obras que se realicen e inauguren, la percepción de que “no se hace nada y se roba todo” quedará. Por eso, los mismos oficialistas cercanos al Presidente, como los senadores Enrique Bacchetta, “Beto” Ovelar y el propio asesor político de la Presidencia, Daniel Centurión, coinciden en que la manera rápida de rehacer el gabinete es cambiando ministros y volviendo a repartir las cartas para arrancar de nuevo.

A Abdo, sus mismos aliados y detractores le están arrojando la fórmula para reponerse. Siguiendo el ejemplo de Galeano Perrone, le están ofreciendo el salvavidas del Titanic, pero al parecer él prefiere quedarse con el violín.

La terquedad en política y más aún en el poder es fulminante. El Presidente ya no está en condiciones de jugar al nene soberbio y engreído como siempre lo fue, sino que debe reconsiderar la situación si es que en realidad quiere continuar trabajando como dice. “La calle está caliente”, como diría Gustavo Leite; por lo tanto, es hora de dar señales y actuar con mayor firmeza. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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