Por Juan Carlos Zárate Lázaro

MBA

jzaratelazaro@gmail.com

León Tolstoi decía: “Cuanto más sea dado a las personas, menos trabajarán para sí, y cuanto menos trabajen, más aumentará su pobreza”.

Nunca se fue amigo de los subsidios permanentes por parte del gobierno, pues muchas veces siendo jóvenes y en edad económicamente activa, se pasan el día sentado, escuchando música, viendo TV, tomando tereré, etcétera, pero lo que menos hacen es pensar en cómo podrán salir de ese círculo vicioso y ser mejores como personas a la sociedad.

Mientras a algunos les va bien en lo económico, una gran mayoría sigue trabajando duro para poder ganarse el pan de cada día que les permita poder mantener medianamente a su familia.

Cuántas personas tenemos en nuestro país, de clase media con un buen nivel educativo, que comienzan a experimentar un techo en lo social, en lo profesional y también en lo económico-financiero. Y muy pocos de estos siguen diciendo: “No tengo por qué preocuparme, aún soy joven”.

Cuidemos nuestra salud financiera mientras dure la etapa productiva de nuestras vidas, y no esperar llegar a viejo, cuando ya sea tarde, pues así como las manecilla del reloj no se detienen, los días también van transcurriendo en forma inexorable.

Como seres humanos, vivimos esperanzados en que el mañana sería mejor. Así como nuestro estado de salud es resultado casi directo de nuestros hábitos, igual acontece con la posición económica-financiera.

Cuando somos jóvenes solemos decir, un paquete de cigarrillo al día no mata a nadie. Pero si consideramos ese mismo paquete y lo multiplicamos por 30 años, nos daremos cuenta de que es dañino no solo para nuestra salud física y mental, sino también económica, pues cuántos millones “pudimos haber quemado” en dicho lapso de tiempo.

Cuando somos jóvenes casi no nos detenemos a preocuparnos por nuestra salud, a sabiendas de que una vejez sana dependerá de nuestros hábitos mientras dure nuestra juventud, que es la más bella de nuestra existencia.

John F. Kennedy, presidente de los EEUU, había puesto énfasis en la importancia del ejercicio físico, y muchos cambiaron sus hábitos de vida y se dieron cuenta de que 20 a 30 minutos de movimiento diario en un espacio al aire libre hace muy bien a todo el cuerpo, pues nos fortalece física y anímicamente y nos provee de la energía necesaria para poder enfrentar el día a día con mucho mayor optimismo.

Cuántos miles de personas tenemos en el mundo que poseen fortunas, pero en contrapartida se los ve con un nivel de obesidad preocupante, producto del sedentarismo, con permanentes visitas a los médicos (clínicos y cardiólogos). ¿Eso es vida?

¿Cuántos seres humanos desordenados en lo personal tenemos entre nosotros que han perdido su bienestar financiero, y su estado de salud se ha ido deteriorando, efecto de la misma causa?

Podemos tener fortunas, pero sin salud la vida tiene poco sentido.

Esta terrible pandemia del covid-19 que azotó a casi todo el mundo causando la irreparable pérdida de aproximadamente 500.000 almas, nos ha demostrado que en países de primer mundo, con un nivel de desarrollo muy superior al nuestro, al igual que calidad en cobertura sanitaria, no ha mirado sexo, edad, raza, ideología política ni riqueza económica. Todos han sucumbido por igual ante este maldito virus y mucha gente millonaria en vida han sido sepultados en fosas comunes.

Gran parte del problema que tenemos con la planificación del futuro reside en que vivimos en una “sociedad instantánea”. Todos queremos cosas ahora mismo, y con una expectativa de que debería estar a nuestra disposición al momento.

El éxito en la vida rara vez llega al instante. A medida que van transcurriendo los años, comenzamos a sentirnos más incómodos respecto a nuestra situación económica-financiera, debido a que de joven no fuimos precavidos y pensando que alguna vez llegaríamos a la vejez y al invierno de nuestras vidas.

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