En la Argentina, en el último día de la semana que finalizó, el hallazgo –al parecer semienterrado– del cuerpo de Fabián Gutiérrez, hasta el 2010 uno de los secretarios de la ex presidenta Cristina Fernández, actual vicepresidenta, marca el que será uno de los temas centrales de la agenda política de las próximas jornadas, aunque la pandemia no abandone la escena. Hasta el mediodía de ayer, 1.490 personas fallecieron sobre un total de 75.376 contagiados. De ellos, 27.500 personas se recuperaron. La letalidad, del orden del 2%, explica que por cada millón de habitantes, fallecen 32,6 personas. Preocupante.

Mientras, el “aislamiento social” continúa con características diversas en todo el país. El más estricto, en el AMBA (Área Metropolitana Buenos Aires), donde se asientan unos 15 millones de habitantes, de los cuales, millones padecen de indigencia, pobreza, hacinamiento, falta de servicios cloacales, de agua corriente y todo tipo de servicios. Desde el pasado 20 de marzo, el confinamiento no afloja. La economía se derrumba. A la recesión se agrega una caída del orden del 26%.

En lo institucional, el Poder Judicial continúa de “feria”. No trabaja por decisión de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y los magistrados y magistradas que sí lo hacen, es porque están “en turno”, para atender urgencias o hacer lugar a causas que, en particular, solo afectan a las y los actores públicos. Los integrantes del gabinete nacional –con excepción de los que hacen aislamiento en la residencia presidencial junto al presidente Alberto Fernández o que están activamente involucrados en la lucha contra la pandemia– tampoco hacen demasiado.

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Los parlamentarios, también inactivos. Muchos y muchas de ellas y ellos, han trocado en relatores semiperiodísticos de la política y pareciera que solo están atentos a las llamadas de la radio y la tele para describir lo que hace el gobierno que, aparece como monotemático y estacionado en SARS-CoV-2. Se impone, como agenda pública, abordar “la nueva normalidad”, el “después de la pandemia”, cuando la información cotidiana circulante da cuenta que en no pocos lugares donde ya pasó el brote, se presenta el rebrote. Inevitable, hasta que haya vacuna o tratamientos. Pero, de eso, muy poco se habla y nada trasciende.

Cada hora que pasa es más preocupante. El cansancio social se hace sentir. Una buena parte de la ciudadanía ha decidido incumplir. La libertad paulatina, en fases, parece depender exclusivamente de la voluntad discrecional del presidente, de los gobernadores o, incluso, de algunos intendentes que, con los poderes judiciales y legislativos de cada jurisdicción inactivos, operan sin los controles propios del Estado Democrático de Derecho. El tiempo de encierro parece extenderse sine die. Bajonea y preocupa. El covid-19 avanza y los gobernantes concentran poder y ejecutividad porque en este país rigen “emergencias” y facultades especiales concedidas a Alberto F. por el Congreso sin fechas de vencimiento, como lo exigen los estándares democráticos internacionales. ¿Todos confinados triunfaremos?

Pero, por sobre todas las muertas y muertos, un cadáver pateó el tablero. Fabián Gutiérrez, hasta el 2010 secretario de la entonces presidente Cristina F., desapareció primero y apareció asesinado después de dos días en El Calafate, el “lugar en el mundo” de la ex jefa de Estado. En aquel paraje, solo 100 metros separan la residencia de Cristina de la del malogrado ex colaborador que, ante el juez federal Claudio Bonadío, fallecido semanas atrás, fue quien con sus declaraciones complicó la situación judicial de la viuda de Néstor Kirchner por presuntos hechos de corrupción en los que también el muerto aparecía como complicado. Su patrimonio en ocho años había crecido exponencialmente. Inexplicable. Ante la justicia se presentó como “arrepentido”. Nunca, sin embargo, ingresó en el programa de “testigos protegidos”.

Esa desprotección fue directamente proporcional a la violenta letalidad que le hizo abandonar este mundo prematuramente. Tenía 46 años. Oficialmente, el gobierno sostiene que “es un hecho policial”. De ninguna manera político. No fueron pocos los que –tal vez inadecuadamente– encuentran paralelismo entre este reciente homicidio y el del fiscal Alberto Nisman, ocurrido un lustro atrás, que continúa impune. En aquella comarca patagónica gobierna Alicia Kichner, cuñada de Cristina. La fiscala que investiga el suceso es Natalia Mercado, sobrina de la viuda de Néstor. Complejo panorama. Enormes interrogantes.

En marzo del 2018, Noam Chomsky, requerido por el suplemento Babelia de diario El País, diagnosticó: “La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores. El resultado es una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien le llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones”.

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