Por Carlos Mariano Nin

Por primera vez en la historia del país de manera virtual, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, dio su segundo informe al Congreso. Lo hizo a través de una videoconferencia de la cual participaron 62 diputados y 38 senadores.

Desde la televisión, todo el país.

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Sin ruborizarse ni acordarse de los graves hechos de corrupción que rodean a su Gobierno, el Presidente nos pintó el mismo cuadro de siempre, ese país de las maravillas que solo existe en su power point y en la cabeza de muchos políticos inescrupulosos que se sirven del Estado a costas del sufrimiento del pueblo.

Y, sin embargo, la única autocrítica que hizo desató más indignación que las mentiras o medias verdades de todo lo que vino después. Señaló que del préstamo de 1.600 millones de dólares, 94 millones de dólares fueron destinados a Salud, pero solo fueron utilizados 4 millones hasta el momento. Y nos dijeron que esta cuarentena de más de 100 días era para preparar el sistema de salud precisamente para cuando haya una explosión de casos, que de por sí será inevitable.

Lo dijo horas después de que se conociera la muerte de una joven de 18 años que fue trasladada de Ciudad del Este a Asunción bajo sospechas de que no habían respiradores o gente que los operara o personal calificado. El solo hecho de trasladarle ya despierta innumerables sospechas. Y no es malo sospechar. Eso nos hace contralores de nuestros recursos.

Pero volvamos al discurso.

Abdo destacó que el mundo observa al Paraguay con buenos ojos, principalmente por la lucha contra la pandemia, pero se preguntó por qué nosotros no nos estamos viendo así. Claro, el Presidente no pudo leer el artículo del periódico The Guardian, uno de los más importantes del mundo, y del cual se hizo eco toda la prensa del país.

El diario coincide con el Presidente al resaltar que el gobierno de Mario Abdo Benítez fue uno de los primeros en la región en implementar medidas de contingencia tras el segundo caso confirmado de coronavirus, el 10 de marzo.

Y sigue. “Ahora ha progresado a la fase tres de un plan de reapertura de cuatro etapas con la economía altamente reactivada”. Sigue el artículo mencionando la militarización de la zona fronteriza, especialmente en el este del país y comenta sobre los albergues que funcionan como centros de cuarentena para los repatriados.

Y al final la fresa del postre. El artículo no deja pasar por alto las graves denuncias de corrupción que se revelaron durante los primeros meses de la pandemia. “Una fuerte protesta pública por múltiples escándalos relacionados con el mal uso de algunos de los fondos designados para manejar la crisis ha llevado a varias renuncias de alto perfil”, concluye.

El Presidente destacó también que en lo económico arrancamos bien el año. “En los dos primeros meses del 2020 nuestra economía experimentó un crecimiento del 7% y las posibilidades de que tuviéramos un año de expansión eran altas. El programa anticíclico funcionó como lo muestran las estadísticas. Sin embargo, a inicios del mes de marzo, la noticia de la llegada de la pandemia sacudió no solo a Paraguay, sino al mundo entero”, dijo.

Entonces detalló una serie de logros económicos, pero ocultó cuántos paraguayos perdieron sus puestos de trabajo por la pandemia. Entre el sector formal e informal, según Enrique López, ex director general del Empleo, se perdieron algo así como 430 mil fuentes de trabajo, si sumamos el antes con el después de la cuarentena.

En una hora y media de bombardeo numérico de buenas intenciones también hubo tiempo para hablar de educación. Al terminar el discurso muchos, al igual que yo, se preguntaron dónde queda el país de ensueños que nos pintó el Presidente.

No es aquí. Ni en tu casa, ni en tu trabajo, ni se refleja en la educación de nuestros hijos. Ese país queda en un mundo imaginario donde viven nuestras autoridades y que solo vemos, nosotros los mortales, a través de las Declaraciones Juradas de quienes manejan nuestras vidas.

Pero claro, esa es… otra historia.

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