Por Eduardo Pipó Dios

El Gobierno nos plantea un nuevo préstamo de 350 millones de dólares para hacer frente a la emergencia por la pandemia que continúa, y probablemente continúe por un buen tiempo. Estos 350 millones se sumarán a los cuestionados, ya otorgados, y no ejecutados en su totalidad, 1.600 millones de dólares que se aprobaron en marzo.

Las denuncias de corrupción, colusión, sobrefacturación y demás, hechas por la prensa, y que desataran un escándalo histórico, dejaron a la vista el esquema de corrupción enraizado en el Estado y que aun, con todo el escándalo, sigue tratando de mantenerse, pese a la presión ciudadana. Sus tentáculos llegan tan arriba que hacen dudar, a muchos, de la conveniencia o no de que se caiga todo, y se trata de ayudar al gobierno a que se haga una depuración real, pero menos traumática.

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La gran popularidad del gabinete de Salud, liderado por el capitán Mazzoleni se vio fuertemente afectada, y de hacerse tatuajes con su rostro, raparse la cabeza y crear grupos de admiradores en Facebook, gran parte puso en duda, si no su honestidad, al menos su capacidad para ejecutar esos 500 millones de dólares de compras que eran de vida o muerte en marzo, por lo que se establecieron procedimientos de excepción para traer ya nomás todo en la brevedad. Cerramos junio y solamente tenemos en parque las generosas donaciones de Taiwán, cuándo no, y del sector privado. En fin. No sabemos cuánto tiempo más se va a tomar la supercomisión auditora de Giuzzio para comprar los tan necesarios equipos e insumos, porque ya hace más de un mes que andan dando vuelta como si fuera física cuántica.

Ahora bien, la otra gran parte del préstamo se usó en temas sociales, que no son temas menores, y que están plenamente justificados, tanto Ñangareko, Pytyvõ y los subsidios de IPS salvaron la situación para una gran parte, de entre los más vulnerables durante la cuarentena total.

Pero los olvidados, esos que, para su desgracia, ganaban más de 6 millones de guaraníes mensuales, suma que tampoco da para vivir demasiado bien, sino que apenas y a gatas, se quedaron en bolas. Perdóneme el término señora, pero no hay mejor palabra para describirlo. Así como miles de independientes, informales, que, pese a cargar con ese “estigma”, son tan ciudadanos y humanos y con las mismas necesidades que nuestros “vulnerables” de siempre, de hecho, se convirtieron en “vulnerables” desde el momento mismo en que se decidió cerrar sus fuentes de trabajo.

Por eso es de vida o muerte que este nuevo plan de reactivación lanzado el lunes por el Gobierno subsane esa grave omisión y se plantee llegar a todos los ciudadanos, no solamente paraguayos, otra grave omisión, sino que a los residentes extranjeros que trabajan y tributan aquí. Los subsidiados en las primeras fases, muchos de los cuales hoy recuperaron sus fuentes de trabajo y ya deben salir de la lista deben ser todos los que no tienen ingresos, aunque en el pasado hayan sido de clase media o haya sido el último pobre del pueblo.

Finalmente, respecto a los planes de reactivación, basados principalmente en un ambicioso plan de obras públicas, serán eficientes solo si se ejecutan los pasos de licitación, adjudicación y certificación de manera eficiente, sino estamos en las mismas y quedaremos solo en palabras. Este gobierno tendrá muchas deficiencias, pero una de las principales, aparte de la falta de transparencia, idoneidad y honestidad en muchos casos, es la falta de capacidad de ejecución. Estamos en manos de ellos, si hacen bien su trabajo nos irá bien a todos, si no… estamos fritos.

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