Por Laura Ramos

Socia del Club de Ejecutivos del Paraguay

Como empresarios debemos estar permanentemente en alerta sobre nuevas tendencias, ya sean estas comerciales, o en esta última etapa, tendencias comerciales covid. Estas tendencias comerciales en plena pandemia nos enseñan a adaptar nuestro negocio tradicional a negocios más versátiles en que debemos estar donde el cliente se siente seguro, llegar a ellos a pesar de las dificultades que esto conlleve. Con tan solo este desafío ya pone en un examen muy duro a muchas categorías de comercios, ya que por la naturaleza de la misma hace difícil o imposible poder mutar su esencia.

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Si a todo esto sumamos que el empresario debe tener las antenas prendidas para poder captar el momento donde se van gestando proyectos de ley que atentan con la libre competencia o ponen a consideración mecanismos donde tanto los empresarios formales como los informales son tratados con los mismos beneficios o atribuciones, suma a toda su carga normal del negocio una especie de vigilante de la ley y de las normativas institucionales de buenas prácticas.

El empresario no debería ser policía de las leyes, no debería estar pendiente de analizar si las leyes aprobadas por un Congreso van en contra de la Constitución misma. Lastimosamente, en los últimos días se ha aprobado una modificación del artículo 2 de la Ley 4558/11, donde el espíritu de la modificación original era apoyar a la industria en forma temporal y en rubros específicos durante la pandemia, pero luego se transformó en un aumento de preferencia del veinte al cuarenta por ciento en las licitaciones públicas por productos de industria nacional en todos los rubros y sin limitación de tiempo. Esta modificación tan importante no solo atenta contra uno de los principios básicos de la Constitución donde se asegura la libre competencia, sino también va en contra de numerosos tratados internacionales que el país ha firmado con otras naciones. Además de todo esto, es llamativo el resultado de la aprobación de la modificación, ya que no se ha demostrado la fundamentación del impacto que esto traería consigo a la economía, sino por el contrario, obligaría al Estado a aumentar sus costos en un cien por ciento, en razón de que pasamos de veinte a cuarenta por ciento. Y, por ende, a un gasto más ineficiente de los impuestos que pagamos todos.

Es importante poder analizar todos los cambios que se plantean de manera numérica y no solamente porque suena bien el apoyar a ciertos sectores, creando un bando de empresarios buenos y otro de malos. Debemos entender que todos los rubros aportan a la economía y todos juntos logramos que el país se desarrolle. Pero, fomentando la inequidad y apalancando la ineficiencia de ciertos rubros lo único que generamos es mayor desigualdad y una falta de motivación para mejorar.

En conclusión, debemos tener un análisis más profundo para aprobar cambios que distorsionan la economía y no aportan a la mejora del gasto público. Opuestamente, solo lo acrecienta y se castiga al ciudadano que aporta al país a través de sus impuestos.

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