Por Juan Carlos Zárate Lázaro

MBA

jzaratelazaro@gmail.com

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El líder es el que usualmente hace una lista de las múltiples fuerzas que imponen que el cambio se torne imperativo.

A través de un verdadero liderazgo se puede explicar cuáles son las fuerzas competitivas que operan en el mercado. Una manera en que se puedan hacer mejor las cosas y a un menor costo, al tiempo de poder darle una mayor flexibilidad y rapidez a los diversos flujos de procesos dentro de las organizaciones.

Bien sabemos que la competencia dentro de los diversos segmentos de negocios no solo proviene de una sola fuente, sino que aparecen por todas partes y cada vez se torna más fuerte.

Dentro de los mercados se pueden observar fuertes jugadores que operan en otros tipos de segmentos de negocios y que de pronto descubren nuestro pequeño nicho y vienen tras él con mayores recursos y sistemas más eficientes volviéndose todo más complejo y complicado, dado que la competencia imperante hoy día no es solo a nivel doméstico, sino mundial.

Los avances tecnológicos son los que marcan el cambio. Las empresas que pretenden seguir manteniendo su market share dentro del mercado deberán incorporar avances dinámicos y sustentables en el tiempo en forma dinámica y permanente.

Nuestros clientes insisten en que cambiemos. La lealtad de los mismos ya es apenas una reliquia del pasado.

Es por ello que las empresas deben focalizar sus esfuerzos en forma primaria en sus clientes, haciendo un seguimiento de los gustos y tendencias dentro del mercado, pues si no cambiamos y nos aggiornamos convenientemente, sencillamente nos dejarán e irán a otras tiendas e incluso cambiarían de marcas.

El mensaje es clarito: “No es que solo haya un lobo en la puerta, hay todo un conjunto de lobos en la sala de juntas salivando en nuestra cara” (Jerald M. Jellison).

En nuestro país tenemos un mercado pequeño, pero cada vez más competitivo. Ya no son las empresas locales de antes, sino que hoy día tenemos diseminados franquicias de marcas reconocidas a nivel mundial, tornando por ende todo más “peleado”.

Siempre habrá retos, ideas y hábitos obsoletos que pueden bloquear nuestro camino, pero el compromiso irrevocable es seguir adelante y adecuarnos a lo que los mercados exigen.

Luego vienen los planes estratégicos que nos llevaran directamente desde la meseta de la etapa 1 hasta la cima del éxito consumado.

Cada líder sin importar cuán grande o pequeña sea su área de influencia parece sentir la necesidad imperativa de crear un nuevo plan estratégico, que se adecue en forma dinámica a los vertiginosos cambios que se observan en los mercados/segmentos de negocios a nivel país.

Luego a posteriori llega el momento de discutir cómo vamos a alcanzar nuestros objetivos y metas, y quién se encargará de llevarlo a cabo.

El involucramiento debería ser global, Los directivos se supone que ya hicieron su parte al trabajar en forma dura durante el desarrollo del plan. Ahora es turno de los rangos medio para abajo dentro de la estructura organizacional de lograr que las metas de la compañía puedan llevarse a cabo de buena forma cualitativa y cuantitativamente.

Dentro de nuestras organizaciones siempre tenemos a empleados que se comportan según las características intrínsecas de su personalidad de diversas maneras:

Muchos de ellos son entusiastas y están dispuestos a adquirir la visión del futuro que tiene el líder y a seguir bajo su liderazgo.

A estas personas se les denominan los que están listos para ir donde sea, porque irán en cualquier dirección que el líder los lleve.

También están aquellos que muestran una actitud y forma de ser más conservadora, que aplauden al líder, pero que son muy poco proclives a cambiar y siguen con sus tradicionales métodos convencionales.

Y también están aquellos que se resisten al cambio, que se emocionan. Amenazan y se oponen en forma directa. Son aquellos amantes del statu quo, cuyo verdadero objetivo es proteger sencillamente su propio interés personal.

Pero el excesivo conservadorismo, la resistencia al cambio, el no seguir las tendencias del mercado y tener la ductilidad necesaria para adecuarse a ello tarde o temprano están condenados a sucumbir. De allí que si los funcionarios no comulgan con la filosofía de la empresa es mejor prescindir de sus servicios antes que sea tarde.

Etiquetas: #apoyo#costo

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