Por Laura Méndez, socia del Club de Ejecutivos

El momento que vivimos y las circunstancias que nos acompañan desde el último trimestre nos han llevado a reflexionar sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos y cuáles son nuestras metas. Este tipo de reflexiones, por el tiempo de aislamiento social, nos ha permitido acercarnos más a nuestros entornos, conocernos más, convivir y también a nuestro ámbito laboral y profesional.

Es lógico pensar que, si lo venimos analizando en nuestros hogares, también lo apliquemos en nuestro entorno profesional. Y cuando hablamos de reinventarnos, de revisar nuestras finanzas y ordenar todo lo que esté a nuestro alcance, el concepto es más amplio.

Reinventarnos, porque es evidente que estos casi 3 meses de covid-cuarentena-aislamiento nos llevaron a pensar en los procesos de necesarios cambios.

Cambiar por dentro, como personas, nuestra mentalidad y la forma de relacionarnos. Optimizar nuestros recursos (los de nuestro hogar, los de nuestra empresa, los de nuestro planeta). Ser conscientes de que el cambio es la única constante, y en este contexto, es la única opción para seguir adelante.

Quizás fuimos más hábiles o mejores en algunos aspectos que en otros. Pero lo que es seguro, es que, si miramos hacia atrás, esa persona que somos hoy, es diferente de la persona que comenzó el 2020.

Nosotros los de entonces… ya no somos los mismos…

¿Cuáles son las acciones que fuimos tomando para poder gestionar nuestros roles familiares, profesionales o sociales? Optimizamos el tiempo de nuestro día a día. Creamos rutinas, que nos llevaron a generar hábitos, que hoy entendemos que son mejores para nuestra calidad de vida. Nos relacionamos, también, con mayor calidad y priorizando los vínculos que son los que hacen una diferencia en nuestro diario vivir.

Aprendimos a optimizar nuestro tiempo profesional, dejando de trasladarnos para reuniones o trámites, cuando había tantas cosas en nuestras vidas que podíamos resolver de manera digital o telefónica.

Nos familiarizamos y amigamos con la tecnología para poder autogestionarnos y poder cumplir con nuestras labores personales, familiares y profesionales.

Analizamos nuestras finanzas, revisamos cada línea y al mismo tiempo que encontrábamos oportunidades de mejora, fuimos haciendo cambios. Analizamos nuestro estilo de vida para concluir que podemos ser más austeros, pero igualmente eficientes o estables.

Hoy podemos decir que tenemos una visión más clara de nuestros objetivos, del camino que debemos recorrer para lograrlos. Lo positivo de este proceso es que también nos llevó a pensar de una manera más crítica sobre cada una de las acciones que estamos realizando y cuál es el impacto que tendrá en nuestra empresa en el mediano y largo plazos.

El tiempo se ha convertido en uno de los valores más preciados, y nos lleva a ser eficientes en su uso, a no distraernos en el viaje diario, a ser efectivos en su administración.

De ahora en más, nos resta hacer propios los cambios de hábito que fuimos generando y convertirlos en una cultura organizacional que debe ir hacia adelante. Ser eficientes y austeros al mismo tiempo en el uso de nuestros recursos será una constante.

Etiquetas: #-

Dejanos tu comentario