Por Ricardo Rivas
Corresponsal en Argentina
Twitter: @RtrivasRivas
Ochentena en la Argentina. Y así continuará hasta el 28 de junio por decisión del presidente Alberto Fernández. La pandemia por SARS-COV-2 avanza en la región. La emergencia sanitaria, en consecuencia, permanece. La economía, entonces, se enmarca en dos flagelos: el coronavirus y las negociaciones por la deuda pública que se extiende más de lo previsto. Mientras, y quizás como consecuencia del aislamiento y el miedo al que induce el covid-19, la sociedad comienza a dar muestras de agotamiento y, sobre esos síntomas, quieren apoyarse las oposiciones para esmerilar al gobierno y para que la sociedad descubra que están allí, al alcance de su mano, aunque –inexplicablemente– no hacen nada.
El Parlamento está casi totalmente paralizado desde el minuto cero del decretado “aislamiento social, preventivo y obligatorio”. Para Alberto F. –hasta hoy– van ochenta días de soledad. Tanto en el frente interno como en el externo. Patético. De hecho, el jefe de Estado admitió en la semana que se fue que “no” habla con sus homólogos regionales y reveló que, por lo menos hasta el momento en que fue consultado, había recibido una llamada del presidente de Uruguay, Luis Alberto Aparicio Lacalle Pou y, “todavía no se la devolví”.
Preocupante. Se desconoce, además, que haya sostenido diálogos recientes con Sebastián Piñera, de Chile; Jeanine Áñez, de Bolivia; Mario Abdo Benítez, de Paraguay; o, Jair Messias Bolsonaro, de Brasil. Comparte con ellos un total de 9.377 kilómetros de fronteras comunes. Increíble y hasta quizás peligroso si se mira con atención que Brasil y Chile aparecen como los dos países de la región con mayor vulnerabilidad ante la pandemia. Estremece. Como la sociedad argentina en su conjunto, el gobierno de este país también está “aislado” y acechado por un virus que desconoce de fronteras, de límites, de territorios nacionales o de ideologías.
Surgen los interrogantes. ¿No existen mecanismos de consultas en el más alto nivel para coordinar las acciones contra covid-19? ¿No se comparten experiencias de salud pública con los países vecinos? ¿Es suficiente con el cierre de fronteras y la suspensión de los traslados internacionales? ¿Se desarrollan tareas de investigación conjuntas en procura de controlar la circulación regional del SARS-COV-2? ¿Se ha dejado de lado la idea fuerza de la cooperación regional y latinoamericana? ¿No existe una salud pública mercosureña? Incomprensible.
La pandemia también obliga a la reflexión política y, desde esa perspectiva, es necesario plantear interrogantes. ¿Quedó atrás, ya no es prioridad, el Mercosur, ese bloque regional que parecería cada día que pasa estar más fragmentado? ¿Con sus fracasos y sus éxitos, que los hay, se desatiende que fue el resultado de las miradas estratégicas coincidentes de los jefes de Estado de la región cuando comenzó a quedar atrás la era de la crueldad de lesa humanidad que comandaron dictadores genocidas en la última treintena de años del siglo pasado? ¿La idea de un bloque común con Estados partes y Estados asociados ya no va? Argentina umplugged.
Cuando promediaba el 2015, de cara al proceso electoral presidencial que se iniciaba en este país por entonces, un conjunto de notables especialistas en política exterior de corte pluripartidario, constituidos como Grupo Consenso, reunidos en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), emitió un documento en el que taxativamente señalaban: “Seremos afuera lo que seamos adentro”. La verificación de aquella verdad que un quinquenio atrás sonó como advertencia, parece haber llegado en tiempos de tragedia.