Por Eduardo Pipo Dios

Columnista

Veníamos bien, demasiado bien ya. Pocos casos, todo controlado, cuarentena inteligente, y nos relajamos todos.

Algunos más que otros, ya avanzaron de la fase dos, a la fase pelotudo, o sea esa en la que te ponés el tapabocas en el cuello, salís a tomar café con otros pelotudos como vos en lugares públicos, jugar piki o fubolacho o vóley con los pelotudos del barrio o del exa, festejamos el baby shower de la pelotuda con sus amigas pelotudas, le metemos un 15 de la hija pelotudita ya, a tan tierna edad, de la familia de los pelotudos con sus amigos pelotudos y así.

La fase pelotudo tiene esas características, son pelotudos los que la aplican a rajatabla. El militar pelotudo, el camionero, etc., todos repartiendo virus a quien pueda recibirlo, como si fuera una bendición. Fabuloso.

Para esto ayudan los otros pelotudos, los que desde sus redes sociales nos informan que nosotros ndajeko somos los pelotudos que creemos en el covid, que en realidad es toda una conspiración para encerrarnos en nuestra casa, elaborada por los poderes fácticos en complicidad con las empresas de delivery, los choferes de las motos y las fábricas de motos… que son en su mayoría…? Chinas papá… Obvio. Entre estos tenemos médicos conocidos, profesionales, pseudocientíficos, algún científico rayado que se volvió loco y ve fantasmas en todos lados y una legión de ignorantes e irresponsables buscando excusas pelotudas para salir a pasear o abrir sus negocios ya ya ya.

Y pasó lo que tenía que pasar, nuevos casos, nuevos enfermos, pánico, amenazas de vuelta a foja cero por parte del desgastadísimo gobierno y su vapuleado ministro de Salud, que tampoco tienen demasiada autoridad para putear luego de haberse prestado al juego de los bandidos de siempre y de quedar en un orsai que no le perdonan ni a Olimpia.

Sí, el Gobierno no cumplió con su trabajo de reforzar la capacidad sanitaria del país, aunque sea un refuerzo-mi, pero nada. Se enfrascaron en un negociado que se llevó puesto a varios y amenaza con seguir haciéndolo. Mientras, Taiwán les sacó las papas del fuego nuevamente, por el momento, mientras tratan de arreglar un poco el quilombo. Totalmente inoperantes, irresponsables y muchos de ellos corruptos hasta la médula.

Pero, ponele que cumplían, ponele que Marito tenía una visión en su larga siesta diaria, y le hablaba no sé, el mariscal López y le ordenaba hacer bien las cosas, allá por marzo, y el tipo le metía garra, hacían todo bien y el 1 de abril triplicábamos las camas de terapia, teníamos los insumos, repartíamos todo, nambré luego. Suecia, un poroto. ¿Y? ¿En qué parte de la historia estaba escrito que al otro día íbamos a abrir todo, armar una fiesta electrónica en el terreno de Zuccolillo para besuquearnos y abrazarnos como hermanos es más bello el Paraguay? ¿En qué parte íbamos a volver a llenar las canchas de vóley de la compañía Cerro Kangue y cervecear al ritmo de Óscar Pérez? ¿Dónde decía que íbamos a abrir todos los locales, y hacer una hoguera de tapabocas y volver a ser los de siempre?

Imposible amigo, no hay caso, ni aunque gastemos, no 500 sino 5.000 millones de dólares en salud, y bien gastados, podemos pensar en relajarnos un milímetro, por que no hay vacuna, olvidate, igual no va a haber camas suficientes, ¿o Nueva York, Italia o España tienen problemas de infraestructura como nosotros, por eso les faltan camas?

No mezclemos la inoperancia y la corrupción del Gobierno con nuestra irresponsabilidad y pelotudez ancestral. Una cosa no quita la otra.

Tenemos que seguir evitando la aglomeración, las reuniones, las salidas innecesarias, usando tapabocas siempre que salgamos de nuestras casas, lavándonos las manos todas las veces que podamos, cuidando a nuestros mayores y personas de grupos de riesgo, cumpliendo al pie de la letra las indicaciones de las autoridades sanitarias. Persigamos a la corruptela estatal con el barbijo puesto y las manos lavadas, desde nuestra casa. Esto recién empieza y se quiere poner peor, si no hacemos lo nuestro nos van a volver a encerrar como en marzo. No seamos irresponsables, o al menos disimulen che.