• Por Carlos Mariano Nin

Dicen que le gusta jugar con los animales del campo (o le gustaba, depende de cómo quieras mirarlo, yo lo veo con optimismo, pero vos velo como quieras).

Que es una niña especial por su conexión con la gente y con la naturaleza. Quienes seguimos el caso tenemos el sinsabor de la espera, sin distinción de ser conocidos, desconocidos, familia o curiosos. Lo cierto es que el caso despierta esa mezcla indescriptible entre la esperanza y la desesperación ante lo impredecible.

“Yuyu” desapareció una tarde de abril (el 15) sin dejar rastros. Simplemente se esfumó, se desvaneció en el tiempo y en la vida de quienes hoy la buscan con las mismas fuerzas del primer día.

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Inmediatamente la historia desde Emboscada llegó a todos los rincones del país.

La pequeña jugaba con unas cabras en la propiedad en que vive con su familia en una zona conocida como Isla Alta, en el Departamento de Cordillera.

Veinticuatro largas horas después, sus padres hicieron la denuncia. Bueno, hicieron es un decir. Fue el director de la escuela el que dio la voz de alarma. Dijo que supo que una de sus alumnas se había extraviado. Cuando la Policía fue a verificar la denuncia recibieron oficialmente la versión de la madre. Entonces se inicia una tensa y desesperada búsqueda que al pasar los días no daba resultados y alejaba las pistas de las que los investigadores se podrían haber agarrado para esclarecer el caso.

Para el 20 de abril la desaparición ya era una causa nacional. La Fiscalía conformó un equipo mientras la familia ofrecía una recompensa por cualquier dato que pudiera llevar a su paradero.

Pero nada.

Las fotos y los videos que se hacían públicos en medio de todos los operativos tenían la ternura de esas cosas inexplicables, pero que desatan sentimientos entre la ansiedad y la sensibilidad.

Las cabras, con las que la pequeña jugaba el día que desapareció y que habían desaparecido con ella, aparecieron una semana después. Para entonces la niña era buscada por efectivos de la comisaría local, por policías del Departamento de Investigaciones de Cordillera, por la Agrupación de Canes, Antiabigeato y Antisecuestros, Homicidios, Criminalística, Bomberos Voluntarios, Ministerio Público y decenas de pobladores de la zona.

Pero fue como si se la hubiese tragado la tierra. Ninguna búsqueda dio buenos resultados.

Su madre (paraguaya) y su padrastro (ciudadano alemán) fueron imputados por violación del deber del cuidado y abandono y se dispuso su prisión preventiva.

Pero la historia comienza cuando el mundo entró en cuarentena por el coronavirus. El alemán Reiner Helmut convenció a la mujer para ir a vivir en una propiedad que él administra y donde se construyen casas de retiro. Un paraíso rodeado de serranías y monte, que ahora esconden una historia que conmueve al país.

Las versiones en torno a la niña fueron contradictorias desde el comienzo. Se hablaba de maltratos, pero la Fiscalía aclaraba que no se hallaron rastros de golpes o pruebas que pudieran sostener esas versiones.

No obstante en la búsqueda se encontraban rastros de sangre humana en una frazada, en un trozo de tela y en una piedra. Pero ninguna conexión con la niña. Al menos no que sepamos hasta ahora.

En medio, personas inescrupulosas alimentaron todo tipo de historias para ganar público. Adivinos, estafadores y vecinos malintencionados regaron todo tipo de rumores.

Varias propiedades de ciudadanos alemanes fueron allanadas y varios elementos fueron encontrados. Se busca algún tipo de evidencia en las comunicaciones telefónicas. Pero aún es poco lo que se sabe.

Hoy, 40 días después, Juliette sigue desaparecida. ¿Murió en un accidente y se ocultaron las pruebas? ¿Fue secuestrada o simplemente dada a otras personas?… La investigación sigue y nosotros en el fondo no perdemos la esperanza.

Seguimos la historia porque podría ser la historia de cualquiera. Reclamamos urgencia y esperamos. “Yuyu” hoy somos todos. Somos los padres que aman a sus hijos, somos los hijos, son los animalitos del campo y la familia destrozada.

Pero mantenemos la luz de la esperanza, esa luz que no se agota y brilla con fuerza, pero esa… es otra historia.

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