“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

Desde el frente externo que define el rumbo de nuestra economía no menos del 50% de las fuerzas que nos afectan tiene su origen en que tan bien o en que tan mal le esté yendo a los grandes y poderos vecinos: Argentina y Brasil. Siempre en cálculos de la marcha de la economía en términos del Producto Interno Bruto (PIB) que la mide. Y últimamente, a nuestros mayores les ha estado yendo de mal en peor, a feísimo. El 2020 es catastrófico para ambos en una combinación de crisis nunca antes vista que nos golpea fuertemente, y continuará, haciendo más difícil nuestra salida de la actual caída económica que experimentamos como toda la región latinoamericana y caribeña. Las economías de Argentina y Brasil conforman el 97% del Mercosur que se derrumbaría este año globalmente casi -6,7% en línea con la actualizada estimación de un bajón terrible en la región toda con un retroceso de no menos del -7% arrastrada por caídas terribles en México (que tiene la segunda mayor economía) -9,6%, Ecuador con -8,1% y Venezuela –la economía que se muere desde el 2014 con la administración de la izquierda más respetada, tolerada y sostenida, pese a sus horribles crímenes de lesa humanidad en todos los campos– con -25%.

Hay varias estimaciones de las caídas económicas de Argentina y Brasil para el 2020 según los distintos escenarios que se manejan y que tienen la particularidad que han ido empeorando desde marzo al mayo actual: La economía argentina estaría cayendo entre un -7,4%/-8,3%/-10,5%. Completando así tres años consecutivos de malaria económica con contagios en nuestro país. Cayó -2,5% y -2,2% en el 2018-19. Está técnicamente en su default número 10, con una inflación cercana al 50%, altísima devaluación: 101% en el 2018, 58% en el 2019 y un estimado del 47% para este años, un déficit fiscal del -5,6% y una deuda superior al valor de su economía (108%). ¿Qué de bueno podemos esperar de la Argentina en estas pésimas condiciones – dicho con todo respeto, porque la quiero enormemente y es Patria de mi familia–? Y la nada es muy generosa como pensamiento y sentimiento de hermandad. ¿Qué sería de nosotros con el 2,1% del Mercosur en la compañía de una Argentina (20% del Mercosur) estable, segura y confiable, las bases de una economía saludable? Con seguridad un mayor crecimiento económica y calidad superior como país y sociedad. Y ni hablar considerando que para los paraguayos ha sido nuestra segunda tierra a lo largo de nuestra historia, como refugio, trabajo y vida.

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En el caso del Brasil (76% del Mercosur) la marcha es menos dramática, pero lo que antes era la locomotora se convirtió en una tortuga y el 2020 le pega durísimo y también nos contagia muy negativamente, en especial poniendo al comercio fronterizo o de triangulación o de reexportación en estado de coma por un período difícil de determinar. La caída económica este año estaría entre -5,2%/-5,4%/-6,5% después de tres años raquíticos. Con una devaluación del 43%, un déficit fiscal del -14,2% y una deuda equivalente al 92,2% del tamaño de la economía. ¿Qué podemos esperar de un Brasil tortuga con una moneda que se desvaloriza también fuertemente aunque sin la severidad argentina y consumidores brasileños

empobrecidos? La nada como respuesta se repite. La influencia económica brasileña sobre nosotros es muy superior a la argentina. Y marca mucho el rumbo económico nuestro. Pero, desde un punto de vista social, es aún mayor el peso argentino por esa herencia histórica de nuestra segunda tierra, aunque ya no con la trascendencia de antes.

Y en el medio de ambos vecinos grandes y díscolos estamos nosotros, mejor parados y con una marcha bastante acelerada desde el 2013, con la brusca frenada del 2019 (0%) y una caída económica estimada para este año entre -2,5%/-2,6%/-3%/-3,5%, con bajísima inflación y devaluación, un déficit fiscal del -6% (que nunca antes lo tuvimos, muy por arriba del tope del -1,5% de la ley de responsabilidad fiscal) y una deuda que al final del año cerraría en 31% del PIB. ¿Cuánto de nuestra caída de hoy se debe a la monumental crisis de nuestros hermanos mayores? No menos del 50%. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo pero hay que decirlo. DDPHQD.

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