Como directivos, deberíamos siempre hacer el intento de mantener la frescura en nuestros actos.

No sería bueno en pleno siglo XXI (era de la tecnología) quedar atrapado en viejas fórmulas y formas de hacer las cosas.

Siempre es bueno tener la mente abierta a ideas y sugerencias de los miembros de nuestro equipo, pues de esa ida y vuelta muchas veces surgen cosas interesantes que quizás a nosotros como jefes no se nos han ocurrido.

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Por más débil que consideres una idea que te puedan dar, no lo demuestres. Más bien podés hacer una pregunta: ¿cómo crees que podría funcionar mejor?

No es necesario repetir tantas veces, pero lo que más motiva hoy día a los jóvenes (millenials y generación Z) es que puedan sentir que las ideas y sugerencias son bienvenidas. Es lo que hace que nuestro equipo de trabajo se fortalezca y pueda actuar en la práctica como tal, pues sus miembros saben que siempre el jefe está abierto a poder escucharlos, sin desmeritar a nadie.

Es esa sinergia activa entre todos lo que hace que un equipo participativo se enriquezca y nos llevan muchas veces a decir sí a muchas cosas, pues haciendo la relación costo-beneficio llegamos a la conclusión de que esta última podría ser la prevaleciente si es que manejamos las situaciones “con filosofía”.

A pesar de que la mentalidad de mucha gente dentro de nuestras organizaciones está cambiando para bien, todavía quedan algunos resabios de gente temerosa al cambio y que prefiere seguir manteniéndose en el statu quo, por temor a que no se sientan capaces de enfrentar una nueva forma de poder hacer las cosas.

Siempre es bueno como jefes poder intentar ir realizando cambios graduales dentro de la metodología de trabajo de los integrantes de nuestro equipo, a fin de asegurarnos de que aceptan de buena forma, y después para ir moviéndonos hacia objetivos más radicales. Si todo es planificado previamente y los cambios se van realizando en función a ello, las probabilidades de éxito serán mayores.

Aquí en nuestro país tenemos más de 300.000 funcionarios públicos y apenitas superamos los 7 millones de habitantes, y aunque parezca mentira seguimos viendo en muchos entes flujos de procesos viejos, desfasados y obsoletos, pues continúan en buen numero personas reacias al cambio o también atribuibles a una forma de seguir manteniendo esa superpoblación, pues con los soportes tecnológicos que tenemos a mano, muy bien con gente idónea y capaz podrían manejarlo “de taquito” con no más del 50% de la plantilla global actual.

El gran dilema se da que en posiciones directivas seguimos contando con mucha gente, con ideas retrógradas y cuando se habla de cambio se vuelven hipertensos.

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