• Por Eamon Gilmore
  • Representante especial de la Unión Europea para los Derechos Humanos.

La crisis por el COVID-19 es un problema de derechos humanos, uno de los más globales y urgentes que hemos visto. Esta es una lucha de toda la humanidad, por el derecho a la vida y por el derecho a la salud de todas las personas.

“La dignidad intrínseca y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” figura en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estos son los principios que impulsan los esfuerzos de los gobiernos, los organismos internacionales, las comunidades, las familias y las personas en todo el mundo. Sobre todo, motivan el trabajo del personal de atención médica y de primera línea, quienes se ponen en riesgo, todos los días, para salvarnos.

La población mundial comparte, como nunca antes, la necesidad de trabajar unida por el interés común. Nuestra interdependencia como familia humana nunca ha sido tan clara. La cooperación internacional y la solidaridad son ahora más importantes: ya no son solo una máxima de los gobiernos y de los organismos oficiales, sino un bien que pertenece a todos. Nos enfrentamos a un reto común porque este virus mortal no respeta fronteras. Nuestra mejor oportunidad de supervivencia y recuperación es luchar juntos contra el coronavirus.

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Proteger y preservar la vida es el propósito principal de esta lucha. Sin el derecho a la vida, es imposible ejercer otros derechos. Para proteger la vida, debemos reivindicar el derecho a la salud. Este, a su vez, depende no solo del acceso a la atención médica, sino también del acceso al agua potable y al saneamiento, a una nutrición adecuada y a un ambiente seguro y saludable. También requiere acceso a la información para que las personas puedan proteger su propia salud y la de los demás. Y en esta crisis sanitaria, que requiere una respuesta colectiva y la cooperación de todos, el respeto a la sociedad civil es más importante que nunca. Todos los derechos humanos son interdependientes e indivisibles y deben ser coherentes con nuestra respuesta a la crisis. Los derechos humanos están en el centro de la batalla contra el COVID-19.

Es por ello que la Unión Europea está trabajando estrechamente con Naciones Unidas, organizaciones internacionales y países de todo el mundo, en un esfuerzo global para superar el virus y sus consecuencias. El 8 de abril, la UE anunció una respuesta global sólida y específica para apoyar los esfuerzos de los países socios para combatir la pandemia.

Reconocemos que hay muchas personas que sufren esta crisis, y las medidas para su contención, con mayores riesgos sociales y económicos: los refugiados y desplazados, las personas sin hogar, las minorías más vulnerables, la niñez y las mujeres sometidas a violencia sexual o doméstica, los pueblos indígenas marginados, las personas con discapacidad, las personas mayores y las personas de escasos recursos. Nadie debe quedarse atrás y ningún derecho humano debe ser ignorado.

La UE ha expresado su apoyo al llamado de la alta comisionada Michelle Bachelet para tomar medidas especiales para personas en prisiones y centros de detención, así como al llamado del secretario general António Guterres para un alto al fuego mundial y una respuesta humanitaria coordinada. Continuamos comprometidos con este esfuerzo mundial.

Sabemos que muchos gobiernos han dado pasos y tomado medidas de emergencia, mismas que deberían aplicarse solo a esta crisis, estar limitadas en el tiempo y ser proporcionales a lo que sea absolutamente necesario. Esta crisis no debe convertirse en una excusa para que se aumenten las medidas represivas, se debiliten los pesos y contrapesos democráticos o se diluya el Estado de derecho. Tampoco deben explotarse los temores sobre el COVID-19 para difundir desinformación o reacciones racistas y xenófobas.

En estos momentos, los derechos humanos deben estar en el centro de nuestros esfuerzos. Desde que comenzó la crisis, hemos visto millones de pequeños actos de bondad y de emotiva solidaridad en todo el mundo. El espíritu indomable de la humanidad está mostrando su gran generosidad. Nuestra familia humana mundial superará estos días terribles y el mundo que renacerá será mucho mejor debido al cuidado y la compasión que mostramos hoy. No desperdiciemos ese futuro, no cedamos ante el miedo o a nuestras más bajas intenciones. No olvidemos que los derechos humanos definen nuestra propia humanidad.

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