Por Carlos Carvallo

Miembro del Directorio del Banco Central del Paraguay

La Pandemia del COVID-19 y las medidas de aislamiento social implementadas han frenado significativamente la economía global, y los pronósticos actualmente apuntan a una recesión a escala mundial en el 2020. En un escenario optimista, si la pandemia logra ser controlada en la segunda parte del año, la economía mundial podría recuperarse en el 2021, conforme a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).

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A su vez, las -oportunas- medidas de aislamiento social tomadas para contener el avance de la COVID-19 a nivel local, y tratar de evitar una crisis sanitaria, se suman al mencionado efecto externo, conformando un shock real negativo sin precedentes en la historia de nuestro país.

Por las características del shock, su impacto es generalizado, y si bien se espera sea transitorio, el efecto en algunas áreas puede ser de carácter permanente. En este marco en que todos los agentes (familias, empresas, y organizaciones en general) perciben los efectos adversos y ajustan expectativas y comportamiento, sin duda hay sectores mucho más vulnerables. Tratando de mitigar mínimamente esta situación que, en términos económicos, en algunos casos puede ser comparada a los efectos de una catástrofe, desde diferentes áreas las autoridades han implementado, y se continúan diseñando, medidas paliativas.

En particular, el Banco Central del Paraguay (BCP) desplegó una serie de medidas financieras para inyectar liquidez a la economía, a través del sistema financiero, velando por garantizar que se mantenga la cadena de pagos, con el objetivo de amortiguar el impacto sobre las familias y las empresas. Estas medidas han sido complementadas por otras, que buscan cubrir parte del riesgo extraordinario que la incertidumbre actual introduce en la toma de decisiones de los agentes económicos, tanto del sector real como del financiero. El detalle de todas estas medidas, difundidas oportunamente, se encuentran disponibles en la página web del BCP.

A pesar del importante paquete de medidas de inyección de liquidez y de garantías estatales, persisten cuestionamientos con relación a la concesión de créditos a las empresas, en un entorno de elevada incertidumbre. En el marco de este escenario, se ha planteado la intervención del Estado como garante de los préstamos concedidos por las entidades financieras, utilizando las Reservas Internacionales Netas (RIN) como garantía, bajo la lógica de considerar a las RIN como “ahorro público”.

Para comenzar, una precisión conceptual. Las RIN de un país no son “ahorro público”. Las RIN son un conjunto de activos, mayormente denominados en moneda extranjera, de amplia liquidez internacional y que se constituyen en el principal respaldo que posee un banco central ante su pasivo, representado principalmente por la cantidad de moneda local emitida (o la emisión) y por otros títulos de deuda, como los instrumentos de regulación monetaria. El ahorro público, por su parte, es constituido por el fisco, como los denominados fondos de estabilización económica y social o los fondos soberanos de inversión.

Además, las RIN reflejan la solvencia externa de un país, resguardan la capacidad de compra de una economía respecto al exterior y sirven como un “colchón” para proteger al mercado cambiario de volatilidades excesivas que afectan, en mayor medida, a economías pequeñas y abiertas como Paraguay. Estas funciones, en última instancia, son las que conservan el valor de nuestra moneda, preservando la estabilidad macroeconómica, traducida en una inflación baja, estable y predecible.

Una propuesta como la mencionada pondrá en riesgo, de manera innecesaria, la institucionalidad económica del país construida en los últimos 15 años.

Por ese rol relevante de las reservas, todos los bancos centrales de economías comprometidas con la estabilidad macroeconómica poseen normativas que protegen las RIN de objetivos contrarios a su principal utilidad. En esa línea, en Paraguay, la Carta Orgánica del BCP establece claramente cuáles son las funciones y cuál es el destino de las RIN: mantener la normalidad en el mercado libre cambiario, superar dificultades transitorias en la balanza de pagos y preservar el valor externo de la moneda. Un adecuado nivel de Reservas reduce las vulnerabilidades de la economía ante choques externos como la caída de los precios de commodities, cambios bruscos en las condiciones financieras internacionales, deterioro de la demanda externa, entre otros. Para ponerlo en palabras menos rigurosas, pero seguramente más claras, las RIN son la herramienta para evitar que ante shocks, se dispare injustificadamente el precio del dólar. Así, el monto de las RIN se puede leer como un “colchón” para esa fuente de inestabilidad económica.

En este punto es necesario mencionar que las crisis monetarias, financieras y cambiarias, a lo largo de la historia económica mundial, han tenido como denominador común una cantidad insuficiente de reservas para hacer frente a las inestabilidades, que en la mayoría de los casos se han traducido en aumentos de precios (inflación). Además, un nivel adecuado de RIN y su protección contra “usos indebidos”, es un símbolo de estabilidad de la institucionalidad económica, altamente valorado por los inversionistas locales e internacionales y por los organismos multilaterales, que ha permitido el acceso del país a los mercados internacionales, tan útil en momentos de crisis como este. Un ejemplo en la región, donde no se ha respetado este principio, es Venezuela, y el precio de haber subestimado el valor de la estabilidad macroeconómica, está a la vista.

Una medida como la propuesta, de usar las RIN de todos los paraguayos (nuestras y de nuestros hijos) se asemeja a la pérdida de un ancla en momentos de tormenta. Esta fragilidad de la banca central sería rápidamente percibida por los agentes económicos quienes, ante su solo anuncio, pierden confianza en la moneda local, y el tipo de cambio puede dispararse en un overshooting, cuya magnitud es difícil de predecir y moderar.

Este escenario puede conducir a un aumento generalizado del nivel de precios, impactando en una pérdida del poder adquisitivo de los ingresos, principalmente de los sectores más vulnerables, ya que además de su debilitamiento patrimonial, la credibilidad hacia la banca central resultaría erosionada debido a la pérdida de independencia institucional, un valor sobre el que se sostiene la construcción del esquema de política económica, y que es la defensa que el diseño institucional prevé para aislar el valor de la moneda de los ciclos políticos. Con ello, el BCP también verá reducida la efectividad de su política monetaria, dado que, en este escenario, no podría afectar las expectativas de los agentes económicos. Otro efecto sería el deterioro en la percepción de riesgo de los inversionistas, que se reflejaría en un mayor riesgo país, lo que haría aún más complicado el proceso de recuperación económica debido al impacto negativo sobre el costo del financiamiento internacional, tanto del propio gobierno como de las empresas privadas, además de influir negativamente sobre las posibilidades de atracción de inversión extranjera hacia nuestro país.

Los efectos económicos señalados hacen necesario que las propuestas económicas sean realizadas en base a un análisis riguroso de sus consecuencias, no solo para el corto plazo, sino también para el mediano y largo plazo. Las crisis monetarias, cambiarias y financieras no solo tienen efectos devastadores permanentes sobre la conducción económica, sino que, no solo la teoría, la propia experiencia del país y el mundo han mostrado, afectan con mucha mayor fuerza a los sectores más vulnerables de la sociedad, ya que son los que, además de vivir el día a día, no tienen herramientas para defenderse del impuesto inflacionario, el más regresivo de todos.

Por estas razones, desde el BCP manifestamos nuestro total rechazo a cualquier iniciativa que pretenda hacer uso de las Reservas Internacionales para objetivos distintos a los especificados claramente en su Carta Orgánica.

Durante muchos años, distintos hacedores de política económica en nuestro país, de diferentes gobiernos, con sus acciones responsables y apegados a principios económicos, han construido en forma progresiva una institucionalidad económica sólida, traducida en una historia de éxito en el manejo macroeconómico, y que ha colocado a Paraguay en un sitial de respeto y confianza. Entre todos juntos debemos lidiar con este shock sin precedentes que nos viene de afuera, pero sin perder la responsabilidad. No contribuyamos, con acciones desde adentro, a que esta crisis se convierta en una tormenta perfecta.

Etiquetas: #RIN

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