“El Gran Confinamiento: La peor desaceleración económica desde la Gran Depresión” es el titular del Informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) Perspectivas de la Economía Mundial (WEO por sus siglas en inglés) divulgado ayer en el inicio de la reunión primaveral bianual conjunta con el Banco Mundial (BM). La economía mundial caería este año -3% (después de haber crecido 2,9% el año pasado). El universo de víctimas económicas del coronavirus –países, economías, gente– es impresionante. No se salva nadie. Nuestra región, América Latina y el Caribe (LAC), se derrumbaría -5,2% (después de haber gateado 0,1% en el 2019). El gigante sudamericano y latinoamericano Brasil caería -5,3% (después del arrastre del 1,1% el año pasado). Nuestro gran vecino, Argentina, con tres años consecutivos de crisis, caería -5,7%. La economía del otro socio pleno del Mercosur, Uruguay, sufriría un bajón del -3%. Y la de Bolivia, muy cerca y tan lejos, a la vez, caería -2,9%. Y agregamos en esta síntesis a Chile, que vería disminuir su economía en -4,5% (igual que Perú). El otro grande de la región, México, sufriría aun peor, con un derrumbe del -6,6%. ¡Terrible!

Muy cerca se ubica Ecuador con una caída del -6,3%. Y, lo peor de lo peor de lo peor, la joya bolivariana creación de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, aplaudida por nuestra izquierda paraguaya (Frente Guasu a la cabeza), más idiota que tonta, que es más grave, pero desde lejos, nunca yendo a vivir solidariamente la dolorosa experiencia de millones de venezolanos, como correspondería, una suerte de “brigada paraguaya pro revolución chavista”, dejando la comodidad de nuestro querido país, y diciendo “presente hermanos venezolanos”. El FMI estima que la economía venezolana, que viene achicándose continuamente desde el 2014 caería este año -15% (después del genocidio económico del -35% el año pasado). Hoy, la economía venezolana es prácticamente 70% más pequeña que siete años atrás. Claro, dice la izquierda latinoamericana, el drama no es tanto porque ya se rajaron del país unos 5 millones de venezolanos, que votaron con los pies, la elección más trágica en cualquier país, y para cualquier pueblo.

La economía mundial cayendo -3% y la de nuestra región -5,2%. Nada de esto se esperaba en enero pasado. El FMI usa el término “desaceleración”, traduciendo el “downturn” en su acepción más liviana, no queriendo usar palabras como “crisis”, “recesión”, “caída”. Una manera elegante en español de no ser tan crudo. Estos números del FMI se pueden comparar con los del Banco Mundial (BM) que el domingo se adelantó con su informe oficial, el cual hemos condensado en el cuadro estadístico que acompaña el presente escrito. Hagan el juego de las comparaciones, hay diferencias, pero al final, la conclusión es la misma: vivimos lo peor en 91 años técnicamente hablando en términos económicos, sin saber aún el costo social del crash del 2020. Nuestra región caería -4,6%, no muy lejos del -5,2% del FMI. El Mercosur como conjunto bajaría -5%.

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Dos países sudamericanos registrarían las menores caídas económicas en este horrible 2020, según el FMI y el BM, y es importante destacar la coincidencia en los pronósticos: el nuestro, Paraguay, cuya economía caería -1% y -1,2%, por un lado, y Colombia -2,4% y -2%, respectivamente. No es para minimizar el valor de una menor caída económica. Siempre y cuando nuestras redes de protección social funcionen para alivianar los golpes en el estómago de la gente más humilde, con trabajos informales, cuentapropistas. Y nuestras redes de protección económica protejan y salven a las empresas y sus trabajadores, con el eje en las mipymes.

Si tales redes fallan una menor caída económica no significa menor dolor, al contrario. Sin olvidarnos, claro está, de la guerra contra el coronavirus, que demanda recursos urgentes e importantes para apuntalar un precario sistema de salud pública, que si falla, mata. A la luz de ambos informes, el Gobierno debería actualizar sus escenarios económicos porque, solo en el caso del Mercosur, la noche oscura se volvió tormentosa. Y ojo: tenemos uno de los peores “Estados”, y la peor clase política, ya esta incluso más allá de las tres décadas de hermosa libertad. Todo, absolutamente todo, pero todo lo que proponga la clase política debe ir a parar a una cuarentena inviolable hasta que hayamos pasado la crisis. Ah, y ¡agárrense de las manos! Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQD.

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