- Por Matías Ordiex
- Socio del Club de Ejecutivos
La existencia humana es una sumatoria de momentos, hechos y vivencias. La vida debería vivirse a pleno, colocando las prioridades cada una en su lugar. Seguramente diferirán de una persona a otra, pero eso es la diversidad. Muchas veces nos referimos a “equilibrio” en nuestras vidas, como si fuese una balanza tradicional, donde por un lado está lo profesional y por otro lado (con el mismo peso) lo personal. Entonces, en un plato uno pondrá su trabajo y todo lo relacionado a la vida profesional (incluyendo el dinero). En el otro, un sinfín de temas claves que hacen a una persona, el amor, la familia, los afectos y amigos, la salud física y mental, los sentimientos y el goce mismo de la vida.
Es que estar vivo es sentir, disfrutar, reír y llorar.
Volviendo a la balanza, cerremos los ojos e imaginemos una balanza tradicional, donde en cada lado debo poner lo mismo para lograr el equilibrio. Pero bajo la consigna tradicional/habitual, por un lado los temas profesionales y por otro los personales, ¿parece correcto esto, hay equilibrio realmente? ¿Tienen el mismo peso el amor, la familia, la salud, los sentimientos, etcétera, que los temas laborales y profesionales? ¿Está bien darle el mismo peso? Es que en nuestras costumbres la vida ha sido parametrizada y porcentualmente medida en partes iguales con mismo peso. ¿Pero, es justo un 50 y 50? Entiendo que estamos errando lejos…
Qué pasaría si nuevamente hacemos el ejercicio e imaginamos una nueva balanza con 4 brazos, con 4 platos, que nos permitan distribuir más equilibradamente los hechos e historias que transitan en nuestra vida. Creo que de este modo podremos ver la película en forma más completa y podemos ser más profundos en nuestro análisis.
Debemos hacer una pausa en nuestra vida, una pausa en nuestro trajín profesional, bajar el pie del acelerador y detenernos a pensar. Es necesario encontrar tiempo para nosotros mismos, un tiempo para mi ser, de conexión entre lo que soy y lo que me gustaría ser. Precisamos encontrar ese tiempo para reflexionar sobre nuestras prioridades. Y ahí surgirán en nuestra mente preguntas como: ¿esta es la vida que quiero, o puedo hacerla mejor? ¿Justifica las horas que le dedico a los temas profesionales versus los personales… le estoy realmente dedicando tiempo a mi familia, a mis amigos, tiempo para mí?
A muchos de nosotros nos cuesta hacer ese stop. Hasta que algo sucede, o mejor dicho hasta que algo malo sucede. Particularmente, a mí me tomó de sorpresa una dolencia que me llevó de urgencia al quirófano. Hoy ya ciento por ciento recuperado, reflexiono, analizo y me cuestiono. Pero no es necesario llegar a los extremos, la pausa debe ser ya ahora mismo. Meditemos y “recalculemos” dónde queremos estar, cómo queremos vivir la vida, cómo podemos disfrutarla más y compartirla. Estamos de préstamo en la tierra, somos meros inquilinos del planeta, no malgastemos nuestro tiempo e invirtamos en lo que más deberíamos apreciar: nuestros hijos, pareja, familia, amigos, diversión y salud. Será muy tarde sino ya… y el reloj no para.