La semana pasada comencé a contarles la historia del cerebro robado de Einstein y de las peripecias que pasó su “ladrón” (en nombre de la ciencia), gracias al cual hoy podemos saber un montón de cosas comparando el cerebro de uno de los genios más importantes de la historia de la humanidad con la media cerebral de la especie. ¿Seguimos?

Una vez que el artículo en el que se contaba de la existencia del cerebro perdido (y robado) de Einstein vio la luz, fue leído por varios científicos de la Universidad de Berkeley, en California, entre ellos la neuróloga Marian Diamond, quien se puso en contacto con Harvey para pedirle un trozo de aquel encéfalo que tan celosamente guardaba. Diamond analizaría la muestra y publicaría un revelador artículo en 1985 en el que sostuvo que Einstein tenía más células gliales (cuya función principal es dar soporte a las neuronas) por neurona que una persona normal.

Es así que el cerebro de Einstein (realmente los cortes) se comparó con el de otros varones similares en edad: todo fue igual y dentro de los límites normales, salvo en los lóbulos parietales, donde se encontró un aumento de tamaño de 1 cm más o menos en el ancho, correspondiente al 15% del volumen cerebral para dicha zona. En este lugar se asientan la cognición visoespacial y el pensamiento matemático. Y es que Einstein presentaba un compartimiento diferenciado en cada uno de los lóbulos parietales en vez de los dos característicos separados por la cisura de Silvio. Además, análisis histológicos de esta zona demostraron que la corteza cerebral tenía un 77% más de células gliales (las encargadas de la nutrición de las neuronas) por neurona que los cerebros restantes estudiados, lo cual sugería una respuesta a una mayor necesidad metabólica y podría reflejar un mayor uso de este tejido en la expresión de sus poderes conceptuales fuera de lo normales. Además, presentaba un extraordinario desarrollo del córtex prefrontal que traducía anatómicamente sus enormes capacidades cognitivas. Y lo que más llamaba la atención: una altísima densidad de neuronas en algunas regiones y de células gliales que el promedio de las personas.

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Otros talentosos, como el caso de los genios musicales, combinan el desarrollo de varias funciones en su cerebro: oído, percepción, apreciación, memoria y ejecución. Respecto al oído, tenemos un gran desarrollo de la corteza auditiva primaria, la cual se halla en gran medida en la región anteromedial de la circunvolución de Heschl o giro transverso anterior del lóbulo temporal, para los estudiosos de la neurofisiología y la neuroanatomía. Un estudio publicado en Nature Neuroscience en el 2002 reveló que este giro es 2,3 veces más grande y el doble de activo en el cerebro de músicos profesionales respecto de aquellos que no lo son. Esto revela una vez más la llamada plasticidad cerebral que se desarrolla bajo condiciones de intensa formación musical.

Otros investigadores llamaron la atención sobre el cambio de la irrigación cerebral en el cerebro de los talentosos. Estudios demostraron que el cerebro de los esquizofrénicos tiene un desvío de la circulación sanguínea hacia zonas frontales hiperactivadas por la misma patología. De más está decir que el cerebro afectado por un tumor remodela la circulación cerebral haciéndola funcional al tumor que consume los recursos cerebrales. Pero en los concertistas de piano sometidos a RMN funcional se ha visto que la circulación sanguínea aumenta notoriamente en la circunvolución precentral del lóbulo frontal, zona motriz primaria de las manos y los brazos. Se sugiere que, en estos casos, existen factores angiogenéticos (que propenden a la creación de nuevos vasos sanguíneos) en las zonas más desarrolladas.

Mucho se ha estudiado respecto a este tema, pero probablemente el talento, por ejemplo en la ejecución de un instrumento como el que logra la presteza magistral con la que mi querida amiga Berta Rojas toca su delicada guitarra clásica y nos deleita con sus magistrales interpretaciones de Barrios y de todas las figuras de la música mundial, se debe al aumento de las conexiones entre neuronas, las sinapsis y al incremento de la eficiencia sináptica o de comunicación interneuronal en las áreas motrices clave, sumado ello a la posibilidad de que en estas zonas se lleve a cabo la aún no comprobada, pero si sospechada, neurogénesis, es decir el nacimiento de nuevas neuronas.

El talento, como vemos, se crea en el cerebro con más conexiones entre las neuronas. Y hace que saber de esto nos tenga realmente de la cabeza. Nos vemos el sábado que viene.

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