“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

Paraguay tiene hoy una deuda pública total (externa e interna) de 9.250 millones de dólares (un estimado) que significaría un peso del 23,2% si la relacionamos con el tamaño de nuestra economía fueran medida en términos del Producto Interno Bruto (PIB). Más del 80% de dicha deuda es con acreedores internacionales, un mínimo de aproximadamente 7.400 millones de dólares, y la emisión de bonos soberanos –se inició históricamente en enero del 2013 con 500 millones de dólares– suma actualmente 4.360 millones de dólares (incluye la última colocación de 450 millones de dólares a 30 años y a una tasa de interés “premio” del 4,45%, 1% inferior a la del año pasado el miércoles 15 de enero) o 10,9% del PIB. También hoy las reservas internacionales del Banco Central del Paraguay (BCP) totalizan 8.369,2 millones de dólares (al 24 de enero), equivalente al 20,9% del PIB. Mirando a nuestros vecinos del Mercosur, cuyas deudas tienen un peso del 68% (Uruguay), 76% (Brasil, su mayor parte en moneda local), Argentina 103%, y sus principales resultados económicos desde el 2011 al 2019, llama poderosamente la atención de expertos internacionales “lo bien que le ha ido a Paraguay” en continuo crecimiento económico (promedio anual del 3,6% en 2012/2019, por lejos el mejor desempeño), con el mantenimiento de la estabilidad cambiaria –y monetaria en consecuencia– con un precio del dólar que se encareció 46% (54% en Uruguay, pero desde el 2014, 116% en Brasil y 1.350% en Argentina), con un permanente buen nivel de reservas internacionales, sin acuerdo alguno con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sin que en momento alguno cayera su calificación riesgo país proveída por Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch, pese a las turbulencias económicas y financieras mundiales y regionales en los últimos dos años, y a los golpes recibidos por nuestra economía desde mayo del 2018 y que nos llevara a una mezcla de recesión y estancamiento el año pasado y que se resume en una marcha global muy desacelerada o lenta del 0,2% –lo peor, por lejos desde el 2012– ; todo lo cual no impidió ni afectó negativamente la colocación de bonos soberanos el miércoles 15 de enero por 450 millones de dólares, con el correspondiente favorable “visto bueno” de las calificadoras del riesgo país ya mencionadas.

Y para nada importó que se “supiera” que “el 67,5% de los últimos bonos se destinará al bicicleteo y suenan las alarmas” (Última Hora y 5 Días), es decir 303,7 millones de dólares para lo que técnicamente en el mundo financiero internacional serio se llama “repago” de deuda vieja con deuda nueva en el marco de una política de “gestión o administración de pasivos” en función a los intereses económicos nacionales de los países, en un procedimiento absolutamente normal y aceptado, y que socios regionales nuestros como Uruguay, Chile y Perú, por citar algunos, lo han venido haciendo exitosamente. Y tales tres países tienen el apreciado certificado de buenos y serios países con el investment grade (grado de inversión o pagadores confiables) otorgado precisamente por Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch. Grado que nosotros aún no tenemos (a un paso estamos) aunque los compradores de bonos paraguayos como que nos ven y tratan a la par de nuestros hermanos graduados. A los 303,7 millones de dólares para el repago hay que sumar otros 38,3 millones de dólares de los últimos bonos que se usarán para pagar nuestros aportes anuales a varios organismos financieros internacionales en calidad de socios accionistas. En concreto, “sólo” 108 millones de dólares “irán a inversiones públicas”. ¿Alarmas que suenan? ¿Dónde? Justamente esta palanca del repago permite concentrarnos en acelerar la gestión de desembolsos de préstamos de los organismos financieros multilaterales, presionando además para una marcha más fuerte de obras públicas con financiamiento “llave en mano” o vía la APP, haciendo mejor uso finalmente de los impuestos. ¿Alarma? ¿Dónde? La escuchará la izquierda en Paraguay y aquellos que aún buscan asaltar y conquistar el BCP para “darle un destino productivo a las reservas internacionales”. Les preocupa las “futuras generaciones”. ¿? ¿A los supermercadistas les preocupa las futuras generaciones? Desde el 2013 hemos recuperado un nivel de inversión pública nunca antes visto en democracia en obras que claramente la gente y el país necesitan con locura para vivir mejor (hoy) y dejar la mejor herencia posible a las “futuras generaciones”.

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Con la emisión de bonos soberanos en miles de millones de dólares (500 Federico Franco, 2910 HC y 950 Abdo) y su uso en operaciones de repago hemos ampliado y enriquecido nuestro abanico de fuentes de financiamiento para obras públicas y programas de desarrollo social. Lo que más remarcan despectivamente los críticos del endeudamiento es el hecho de haber pasado de 10,7% a 23,2% el peso del mismo en nuestra economía de 3.590 millones de dólares a 9.250 millones de dólares, con la duplicación del mismo en casi ocho años. Y despotrican contra los bonos emitidos a 10 y 30 años, como si se hubiera encontrado un atajo prohibido y maligno. Como bien dice el amigo Germán Rojas en 5 Días: “Paraguay podría emitir bonos de mayor valor para aprovechar el apetito del mercado hacia el país. Las emisiones son un ejercicio para permanecer de forma activa en el mercado (mundial), y si se recibieron muchas ofertas (última colocación, 8 veces superior) es un reconocimiento que se está haciendo al país por el manejo de sus grandes números macros”. Chile acaba de colocar bonos “verdes” (compromiso con el cuidado del medio ambiente) en euros por 1.961 millones en su primera operación combinada (primer país que lo hace en euros) para repago y financiamiento de las obras públicas presupuestadas, el 35% se usará para bicicletear, en el lenguaje de los que ven nuestro endeudamiento como simple endeudamiento. “Pablo, ¿ustedes sabían algo del coronavirus por eso emitieron muy temprano el miércoles 15 de enero tan favorablemente?”, me cargó un argentino de la prensa bonaerense. Quise decir que sí, para darle envidia, pero manifesté que no. Su envidia hacia nosotros era casi tan grande como el ego histórico de los argentinos. Después, en solitario, solté una carcajada brutal asumiendo como chiste genial el preguntón del hermano mercosurino. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQD

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