“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

El año pasado demasiada gente la pasó muy mal y perdió ingresos, trabajos, inversiones, ahorros, propiedades y se endeudó fuertemente. Un pasado y presente con dolor que compromete seriamente su futuro. El golpe fue “mortal”. Quedaron muchas heridas económicas abiertas y algunas se profundizaron respecto a las existentes desde diríamos junio del 2018. Nada de todo esto cambiará de la noche a la mañana. Nada será mágico, bueno ni generosamente favorable. Y es mejor que lo sepan. Más allá del mejor panorama global que se nos presenta. Hay un dolor social que está muy por arriba incluso del dolor económico. Y se siente en la calle y en el humor de la gente.

“‘Es casi totalmente imposible tener un peor año’, lancé a decir tratando de explicar –y tranquilizar– en muy pocos segundos a quienes me lanzaron la pregunta sobre cómo sería el 2020 desde un vehículo junto al mío esperando las luces verdes de los semáforos que casualmente nos habían detenido”. Con el pulgar arriba para mostrarles mi confirmación. Es todo lo que les pude decir en tan corto tiempo. Quería agregar mucho más pero los bocinazos nos obligaron a acelerar, partir y alejarnos por rumbos diferentes. Me puse a pensar que creo que no me equivoqué. No me equivoqué. Pero me puse a pensar en lo de “casi imposible”.

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Aunque me quedó al sabor agridulce de no advertirles que el 2020 es de cuidado y no hay que bajar los brazos, todo lo contrario, hay que continuar luchando, y que no desesperen si el sabor del mejor gusto económico no les llegase como ellos quisieran para “vivir mejor”.

No hay manera de “vivir mejor” o “menos peor” en el 2020 sin crecimiento económico: 4,1% según el Banco Central del Paraguay, BCP, después de un estimado 0,2% estimado en el 2019 (lo peor desde el 2012), dejando atrás el 3,4% del 2018, el 5% del 2017 y el 4,3% del 2016. Una desaceleración o avance económico más lento muy prolongado en el tiempo, generalizado en el terreno y doloroso en lo social. Es que no pocos empezaron a perder ya desde el 2018. “Lo bueno del 2016-2017 me llevó a invertir mis ahorros en nuestro negocio seguros de un futuro ganador ante escenarios esperanzadores. Y lo perdimos todo, Pablo, todo”, me dijo un compatriota en la calle agarrándome bien fuerte en uno de mis brazos, con rabia poco disimulada. “¿Cuándo lo recuperaré, cuándo?”, me interrogó y se autointerrogó, en una suerte de comunión con más dudas que certezas. Llevará su tiempo, llevará su tiempo, me dije a mí mismo. Y lo repetí al callejero. Agradeció mi sinceridad y continuó su marcha, cabizbajo. Una y otra vez he escuchado prácticamente lo mismo en los últimos días del deslucido y castigador 2019 en distintos lugares en los que he hecho presencia. Aunque, no pocos, pero tampoco muchos, me reconocieran en una suerte de síntesis que hay un poquito más aire económico últimamente y se respira un poquitito mejor, en una realidad todavía asfixiante.

Desde un punto de vista estrictamente técnico, “perdimos” 2.205 millones de dólares en el 2019, midiendo la marcha económica según el Producto Interno Bruto, PIB, a precios corrientes, expresado en la moneda norteamericana, y recuperaríamos este año 1.333 millones de dólares con un crecimiento económico del 4,1% este 2020 y una devaluación del 4,9%, con un tipo de cambio promedio de 6.450 guaraníes versus 6.150 guaraníes en el 2019, de acuerdo a datos del BCP. Nos da sólo una idea. Sólo una idea. Avanzar es mejor que no hacerlo, y es casi imposible que no lo hagamos este año. Cerrar heridas llevará su tiempo. Duele decirlo pero hay que decirlo. DDPHQD

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