Se va cerrando el telón de un año sumamente difícil. El presidente Mario Abdo lleva un poco más de 13 meses al frente de la administración del Poder Ejecutivo, con paupérrimos resultados en lo que respecta a las condiciones económicas y sociales de la gente, en un clima en que existe mucha desigualdad. Millones de paraguayos sufren a diario necesidades de salud y ven cómo los niños y jóvenes no tienen una educación pública de calidad. Cientos de miles no puedan acceder a un trabajo digno y ni qué decir a una educación superior. La inseguridad sigue siendo el pan de cada día.

Lamentable que sin ser un año electoral, la actividad de los políticos haya devorado toda la atención de la gente, de instituciones y de otros poderes del Estado, al punto de generar irritación. La ciudadanía se movilizó inicialmente para presionar un cambio y para que se tomen medidas en el Congreso Nacional, que se hicieron, ya que allí está la cueva donde se encuentran connotados corruptos.

El gobierno de Mario Abdo se inmiscuyó mucho en las cuestiones políticas y apuntó su artillería hacia el combate al crimen organizado (es lo que dice), pero no sé si como un interés sincero o para generar distracción a falta de ideas claras en lo social. De todas maneras, eso tiene su costo: desatención total a las necesidades básicas de la gente. Esta frustración ciudadana está ahí latente y va a impactar en el 2020 fuerte, con más razón con un PGN 2019 que cierra con un déficit de 3% con respecto al PIB. El año entrante, con los recursos presupuestados, será difícil, muy difícil. Apenas el Estado podrá cubrir cuestiones urgentes. Los sectores que se sientan desplazados van a presionar.

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No sé qué planes tiene el gobierno de Abdo para contrarrestar los reclamos institucionales y ciudadanos que se vienen porque hasta ahora no ha dado a conocer un solo plan al respecto, excepto que el BCP anunció que el Paraguay crecerá 4%. ¿Y los planes, proyectos, emprendimientos, acciones y demás? No se sabe todavía. Es decir, el Ejecutivo encarará el futuro a lo que salga y esperará que el clima se porte bien, no se den más inundaciones, existan buenas cosechas, no ocurran incendios forestales y cosas por el estilo.

Es un desafío demasiado grande lo que tiene en frente el Gobierno, pues debe articular medidas que se centren en los verdaderos problemas de su pueblo. El fantasma de un potencial estallido social está allí, tangible, a punto de detonar. Abdo se equivoca si cree que su amistad con Jair Bolsonaro y su saludo en la Casa Blanca, con Donald Trump, le van a salvar de una embestida social. A la gente común, al que camina por la calle y suda a diario para comprar una sidra y un pan dulce para esta Navidad y Año Nuevo, le calienta un bledo si va y se abraza con el mismo Dios en el Taj Mahal. Lo que a la gente le importa, que son millones, es cómo está su bolsillo. Y el fondo de este se encuentra semivacío.

Pero a no dudarlo, estoy seguro que los grandes chupamedias del Palacio de López le susurran a cada momento a Abdo: “Sr. Presidente, estamos bien. No te preocupes de las críticas. Son solo los enemigos políticos de siempre que desean verte caer”. Da risa. En cada período es lo mismo. Siempre hay gente así que hace mucho daño al poder. Pocos son los mandatarios (del mundo) que tienen y tuvieron el temple necesario como para hacer oídos sordos a los trepadores y escuchar a los honestos e inteligentes. Abdo precisamente no tiene esa virtud. A juzgar por sus acciones desacertadas, como en el caso del acta bilateral de Itaipú, ocurrido a mitad de año, se sienta a reflexionar con adulones que no ven más allá de sus narices. Estos funcionarios ambiciosos solamente hacen un poco de esfuerzo para mirar hacia abajo y ver cómo colocar más bolsillos y cierres a sus pantalones para meter más dinero.

Aquella famosa frase de John F. Kennedy, ex presidente de los EEUU, quien en los años 60 señaló en un discurso político que “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”, les pasa por un oído y les sale por el otro sin ninguna clase de remordimientos a estos personajes. Ojalá que con esta visita al gran país del Norte, el Presidente retorne al país con nuevas ideas y principios que le abran la mente y los ojos y se desprenda de los corruptos del Gabinete Ministerial que le hacen flaco favor a la consolidación de nuestra democracia. Esperamos, además, que el gobierno de Trump, así como inició el veto de visas a cuestionados personajes paraguayos, lo que aplaudimos, mida con la misma vara y le cierre también las puertas en la cara a varios del entorno gubernamental que son sospechosos de tener nexos con la narcopolítica.

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