• POR JOSÉ MARÍA COSTA
  • Columnista

Un buen ciudadano es, ante todo, alguien que aporta algo relevante para la sociedad. Tony Carmona ha sido un ciudadano de la democracia, una persona que desde el periodismo y desde la cultura ha aportado excelencia profesional, mirada crítica y sustento ético a un tiempo clave de la historia de nuestro país.

Amante de la libertad, preciso y crítico en sus apreciaciones sobre la cultura, la política y el periodismo, fanático del buen decir y el buen escribir, firme pero justo en sus tareas gerenciales en el periodismo. Su paso por diversos medios ha sido de rigurosidad profesional y gran calidez humana. Su pasión por la lectura era directamente proporcional a su generosidad para compartir conocimientos. Recibir de él la recomendación de un libro era garantía para la más provechosa aventura en los derroteros de la literatura. Cultivaba una cultura tan amplia que podía abordar conversaciones sobre cualquier tema, con la profundidad que siempre reflejaba en sus columnas de opinión.

Hablar con él podía ofrecerte al mismo tiempo la frescura del diálogo amigable como la aspereza de sus críticas sobre la vida política. No escatimaba adjetivos para manifestar sus contrariedades con personajes de la vida pública, pues era del decir “las cosas sin pelos en la lengua”. Personalmente, no me han faltado desacuerdos con él, principalmente en materia política o profesional. Se podía disentir con Tony en muchas cosas, pero en el debate, aunque incluso rudo, uno podía sentirse seguro de la honestidad intelectual y el respeto que iría a recibir de parte suya.

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Como periodista y ciudadano se ocupó, junto con otros colegas, de impulsar el recordado Foro por la Libertad de Expresión, en el cual invirtió tiempo y esfuerzo a favor de este valor fundamental para la democracia.

Me considero uno de quienes disfrutó con él tantas cosas en el periodismo como en la vida, entre ellas sus dotes de gourmet para preparar las pastas que nos ofreció en ocasiones en su casa o sus artes en la selección de buen vino o excelente cerveza para la ronda de amigos. Como otros, quizás, me he sentido de Tony tanto colega en la profesión como en la vida, especialmente en esa pasión y generosidad de padre. Un papá atento, cariñoso, acogedor.

Ahora que lamentamos su partida al infinito, en la memoria se nos arremolinan las vivencias del Tony periodista, del Tony amigo, del Tony teatrero, del Tony colega de ideales, del Tony en las rondas de cerveza, del Tony de las reuniones con chistes y divagues sobre la política, del Tony familiero, del Tony del perfecto guaraní, del Tony solidario compañero.

Su presencia ha sido de excelencia profesional y notable humanidad. Su paso por la vida ha honrado esa consigna dada por el gran maestro del periodismo, Ryszard Kapuscinski: “Para ser buen periodista hay que ser buena persona”.

Tony ha sido ambas cosas, y ha aportado a su patria (adoptiva pero real) eso y mucho más.

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