Mente entrenada y educada: Capacidad de pensar en forma independiente, analítica sin perder de vista el bosque por mirar los árboles.

Aptitud, deseo y motivación para recibir entrenamiento.

Espíritu abierto para admitir cambios de opinión ante razones sólidas que le sea expuesto o surjan nuevas fuentes de información.

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El constante entrenamiento de las entidades a sus funcionarios juega un rol importante, pues les permiten poder “aggiornarse” permanentemente de la tendencias/cambios en el mercado y ramos de negocios explotados por las mismas.

Integridad: Debe ser honesto, moralmente intachable.

Muchas veces llegarán a sus manos información confidencial de clientes cuyo manejo prudente o deliberadamente malicioso podrá tener consecuencias impredecibles para el cliente y obviamente también para la institución financiera.

Buen juicio y sentido común: Estos puntos cardinales de la decisión de créditos son vitales cuando los problemas salen de los esquemas de los libros y ello ocurre en la mayoría de los créditos.

Tengamos en cuenta que en esta disciplina el sentido del olfato tiene su valor intrínseco importante, pues muchas veces juega un rol primario que le permite poder discernir lo más razonablemente posible lo bueno, aceptable y lo que podría ser potencialmente riesgoso dado que generalmente las facilidades crediticias y riesgos implícitos varían de cliente a cliente.

Creatividad: Capacidad de manejarse fuera de esquemas rígidos, imaginación para desarrollar nuevas ideas para reestructurar negocios o superar problemas.

Esta aptitud es muy bien vista principalmente cuando se dan negociaciones de refinanciaciones y/o reestructuraciones de los créditos, que permitan a las instituciones financieras tener la mayor chance posible de recuperar tanto el principal como los intereses devengados, teniendo en cuenta que una facilidad de crédito clasificada adversamente desde 2 o peor ya implican establecer previsiones que afectan en forma directa al cuadro de resultados de la institución.

Decisión: Debe tener la capacidad de saber cuándo el proceso ha terminado y su opinión final deberá ser emitida. Saber cuándo llegó el momento de decir “sí o no” y afrontarlo, ya que una opinión “tal vez” no figura dentro de sus posibilidades.

Todo esto se consigue con el paso del tiempo y el permanente training que les otorga a los analistas y oficiales de negocios las diferentes situaciones que se les van presentando en su día a día.

Capacidad de trabajo en equipo: El trabajo de créditos siempre involucra una interacción de ideas con colegas, subordinados o superiores. Este proceso es otro de los pilares de la decisión de créditos que resumirá diferentes puntos de vista y surgirá naturalmente enriquecida.

Estamos en el siglo de la innovación, creatividad y trabajo en equipo. La mancomunión de ideas serán mucho mejores que las decisiones individuales que se puedan tomar y que eran casi la constante en años anteriores cuando las estructuras organizacionales verticales eran las predominantes.

Humildad: Los mejores oficiales de negocios son aquellos que aún piensan que tienen mucho que aprender.

En créditos, nadie conoce todas las respuestas.

La arrogancia de creer conocerlas todas es, tarde o temprano, fatal.

Mente curiosa: La capacidad de efectuar preguntas que no se han ocurrido a nadie es una virtud del buen oficial de negocios así como la tenacidad en obtener respuestas que, aunque parezcan tontas, le son necesarias para su razonamiento.

Experiencia e instinto: El pasaje del tiempo jerarquiza al oficial de negocios. La práctica habitual desarrolla el instinto crease o no se logra el olfato especial para detectar problemas.

Un oficial con experiencia será además un elemento invalorable como fuente de entrenamiento para los Ejecutivos o analistas más noveles a través de la diaria confrontación de opiniones.

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