• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista
  • Twitter: @FelipeGoroso

La noticia llegada (una vez más) del Brasil, al respecto de la orden de prisión preventiva firmada por el juez federal Marcelo Da Costa Bretas, para un grupo de personas en la que estaban incluidos desde políticos, abogados y empresarios paraguayos investigados por supuestamente tener conexiones con el Lava Jato, produjo infinidad de reacciones en Paraguay. Y remarco de dónde llega la noticia porque con la administración Bolsonaro tiene cada vez más influencia en nuestras cuestiones políticas internas. Con aquella acta de Itaipú y su posterior decisión de anularla, lo que les menciono quedó más que en evidencia. Cualquier malpensado diría que el operativo jurídico es parte de un acuerdo mucho más grande o de algún equipo canino formado para olfatear e indagar en ciertas cuestiones. Pero este punto en particular, probablemente, sea tema para otra columna.

La lista tiene nombres con perfiles sumamente variados, pero en el final estaba lo jugoso, para algunos. El último de esa lista es Horacio Manuel Cartes Jara. Algunas fuentes mencionan que en las altas esferas del Gobierno paraguayo ya sabían que esta noticia llegaría, por lo menos, la noche anterior y que ese tiempo lo usaron para articular toda una estrategia de ataque comunicacional. No se podía desaprovechar semejante oportunidad que llegaba como un bálsamo en medio de varias pálidas que rodean a la administración de Mario Abdo Benítez. Para articular ataques mediáticos tuvieron tiempo, para lo único. Ya que Cancillería, que debería ser la que accede a la noticia de manera oficial a través de nuestras embajadas y consulados –una vez más– brilla por su ausencia.

Todo venía bien en la estrategia comunicacional articulada, pero hubo al menos dos elementos con los que no contaron: no juegan solos y probablemente nunca más lo vuelvan a hacer; y la conferencia de prensa que brindaron los fiscales del caso donde una de ellas mencionó directamente al entonces ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, y hoy jefe de Gabinete, por supuestamente estar salpicado en la investigación. Habían caído en la trampa del offside.

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Toda la impulsividad y arranque que tuvo la movida comunicacional al principio cayó en un enorme bache de incertidumbre. A tal punto que el propio presidente de la República pidió que “no le metan en problemas hoy” a los periodistas asignados a la cobertura de sus actividades cuando le consultaron sobre el tema. Y sí, era tal vez lo mejor que se podía decir con ese escenario donde estuvo armado como para dar un golpe político y resultó que alguien no contó con todos los elementos sobre la mesa para desplegar el operativo y quedó en offside. Y usted sabe que la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, se hace siempre contando con que surjan imprevistos. Incluso la de una mordida no aplicada de manera suficientemente efectiva.

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