La ley orgánica de las Fuerzas Armadas de la Nación en su artículo 20° inciso b dice y cito: “Analizar las situaciones conflictivas internas y externas para sugerir ante quien corresponda las soluciones apropiadas”. Otorgar estas potestades es absolutamente llamativo, pero es legal. En este artículo de su carta orgánica se basaron las Fuerzas Armadas para sugerir la renuncia a Morales. Ayuda a entender el contexto en el cual se están desarrollando los acontecimientos.

El 10 de diciembre del 2018, Evo Morales firma el Decreto 3.738 por el cual crea una empresa mixta para explotar litio en la zona de los salares de Potosí. Líderes de la zona (civiles, sindicales y políticos, incluso de su partido) no aceptaron los porcentajes de regalías que asignaba el acuerdo, a tal punto que significó la pérdida de apoyo de una zona que históricamente lo había acompañado.

Es un hecho concreto que no se está teniendo en cuenta en los análisis que se están haciendo. De hecho, Potosí lleva 30 días de paro y movilizaciones. El doble del tiempo que en el resto del país. Recordemos que Morales llegó al poder con un potente mito discursivo como eje: la defensa de los recursos minerales y la reivindicación de los diversos pueblos originarios que habitan el territorio boliviano. Este acuerdo y decreto iba en contra de todo lo que construyó en imagen y gestión.

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Si a esto le sumamos los demás elementos que se vienen mencionando en diversos análisis: la derrota en el referéndum del 2016 en el que consultó al pueblo si podía volver a candidatarse y la respuesta fue no (momento en el que se dio el inicio de la pérdida de apoyos que históricamente estaban cercanos a Morales), el desgaste que implican casi 14 años de mandato, el pésimo manejo de crisis que le dio al momento del conteo y escrutinio electoral, 20 días de paro y movilizaciones en todo el país, la emergencia de liderazgos como los de Luis Fernando Camacho y Marcos Pumari (en un contexto más “social” que político), la muerte de un manifestante originario de Potosí, la pérdida de apoyos de la Policía y las FFAA, renuncias de diputados de diferentes zonas –incluso del partido de Morales– descontentos con el manejo de la crisis y el fallecimiento del manifestante. Pasó igual con gobernadores y una gran cantidad de ministros.

Son, sin duda alguna, ingredientes ideales para una tormenta perfecta. Morales le dio a sus críticos elementos para elaborar un contragolpe eficiente desde lo civil, lo social y –obviamente– desde lo político.

Quise –o al menos intenté– aportar algunos hechos, más que opinión. ¿Desafíos para el futuro? Contener el malestar social que sigue en las calles, estabilidad en lo que llaman a elecciones que, bien administradas, se espera traigan paz a Bolivia. El peor escenario sería que la próxima administración no logre consensos mínimos. Y se sabe que la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, precisa de consensos mínimos.

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