• Por Felipe Goroso S.
  • Analista
  • Twitter: @FelipeGoroso

El nuevo ministro del Interior nos recuerda, cada vez que puede, que el Estado tiene el monopolio de la fuerza –vía Policía Nacional– para reprimir manifestaciones. Pero al parecer, el Gobierno está dispuesto a aplicar el garrote en todas sus formas posibles, no solo el físico (léase cachiporra). Al parecer, están dispuestos a aplicar el peor de los garrotes a quienes piensen distinto o se animen a desafiar al poder: el garrote político.

Unos días atrás, se viralizaba un video donde productores de tomate del departamento de Caaguazú realizaban un vehemente reclamo al ministro de Agricultura, al respecto de falta de políticas de comercialización para sus productos. Tienen 50 mil kilos de tomates en sus fincas que justifican el reclamo. “Te faltan huevos del tamaño de los tomates, ministro”, fue la frase que usó uno de los productores, llevando un par de tomates a su zona baja.

Ese gesto y esa frase para el reclamo fueron suficientes, quien lo hizo y otros referentes de la protesta –que lleva meses sin ser escuchada y sin respuestas concretas de parte del gobierno– ya estaban condenados. Solo que aún no lo sabían. Unos días después, un alto funcionario de Palacio de López lanzaba en un grupo de WhatsApp, unos afiches donde indicaban el parentesco de aquellos dirigentes tomateros con ciertos integrantes del autodenominado EPP. Sí, así como leyó. El Gobierno repartiendo garrote político y criminalizando lazos de sangre. De no creer.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La Contraloría General de la República en uso de sus atribuciones, y por solicitud de la Cámara de Senadores, hizo exámenes de correspondencia a las declaraciones juradas de ministros del Poder Ejecutivo. Detectó un par de puntos que no cerraban en por lo menos cinco ministros y un ex ministro, lo enviaron al Ministerio Público y todo estalló por los aires. Absolutamente todo. Acusaciones de pases internos de facturas, traiciones, o lo que se conoce como “fuego amigo”, de todo. La respuesta fue tan furibunda: uno de los ministros intimó judicialmente a una senadora por un tuit, se acusó al funcionario de Contraloría encargado de las declaraciones juradas de, en el pasado, haber sido asesor de un senador no alineado al gobierno. De vuelta, blandieron el garrote político. Las esquirlas llegaron incluso hasta la Vicepresidencia de la República: “el contralor es hombre del vice y él lo está fogoneando”, bramó uno de los ministros en Mburuvicha Róga.

Los tomateros siguen sin recibir respuestas del Gobierno a sus reclamos y las dudas sobre las declaraciones juradas de los ministros quedaron sembradas, eso sí, en ambos casos el Gobierno sacó a relucir lo que sacan a relucir para sus parejas aquellos hombres inseguros: el garrote. La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, no se construye repartiendo garrote a quienes piensan distinto, manifiestan reclamos o se animan a marcar errores. Básicamente porque no hay sostenibilidad en el tiempo en ello, en absoluto.

Dejanos tu comentario