- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Las compras innecesarias que muchos los realizamos sin tener una prioridad explicita, pues nos dejamos llevar por nuestros estados emocionales del momento y nos lamentamos a posteriori, cuando la compra ya dentro de nuestra tarjeta de créditos son las llamadas compras compulsivas.
Los neurólogos y psicólogos clínicos señalan que una de las causas primarias de la compulsión en los gastos tiene su origen en trastornos de ansiedad que cada vez más gente lo padece en este mundo que transita a la velocidad de un “vehículo de fórmula 1”.y que si no “le ponemos freno de mano” muchas veces “nos estrellamos”.
En nuestro diario vivir se nos presentan diversos escenarios que muchas veces tornan irresistible recurrir a estos tipos de compras, aprovechando el cobro de nuestro salario, el aguinaldo de fin de año o la ampliación de nuestro límite de crédito en nuestras tarjetas.
Ante estos tipos “de estímulos” muchas veces caemos “en la trampa” de las compras meramente emocionales que cuando los concretamos nos parecerían en apariencia que se tratan de bienes muy necesarios y hasta irresistibles, haciendo a posteriori que nuestro presupuesto personal y/o familiar se vean afectados por estas “compras extras” y que quiérase o no en algún momento tienen una incidencia directa sobre nuestra “salud financiera” a no ser que tengamos una capacidad de compra “a toda prueba”.
Las personas que muestran una aversión a las compras compulsivas requieren de algún tipo de soporte que pueda tener un efecto psicológico positivo, haciéndoles entender de buena forma que es importante que muestren una mayor racionalidad en sus decisiones de compras, sopesando si realmente es o no necesario y cómo podría influir a futuro en su flujo de fondos personal/familiar.
En lo que atañe al ahorro, también se pueden visualizar que los efectos de los estados emocionales señalados precedentemente afectan negativamente, dentro de un mercado en el que el consumismo es cada vez más dinámico “y atrapador”, sumado a las constantes promociones y propagandas de las empresas que hacen que muchas veces logran que el control de nuestra inteligencia emocional se torne “semiincontrolable”.
El hábito de ahorrar se refiere a la posposición de la materialización del deseo presente, que nos conduzca a poder disfrutar a futuro con mayor plenitud; en las personas con cierto nivel de ansiedad generalmente se constituye en una de sus principales áreas críticas de riesgo, siendo un poco complicado encontrar el punto de inflexión necesario entre su “yo presente y su yo futuro”, pues dicho estado emocional tiene como uno de sus signos característicos la impaciencia, tornando más difícil tomar la decisión de ahorrar racionalmente, para lograr un mayor nivel de equilibrio en nuestras vidas a posteriori.
Debemos hacer lo posible por vencer dicho estado psíquico “que nos tiene prisionero”, para poder diagramar un plan de ahorros consistente y sustentable en el tiempo y que se hace cada vez más necesario.