- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en Buenos Aires
Las encuestas, en esta oportunidad, fueron precisas. Sin embargo, los consultores fueron muy discretos. Temían volver a fallar. Alberto Fernández-Cristina Fernández, al cierre de esta columna, con el peronista Frente de Todos, son el binomio triunfante. Se alzaron con poco más del 51% de la voluntad popular, según coincidentes informaciones extraoficiales recolectadas a boca de urna.
El actual presidente, Mauricio Macri, acompañado por Miguel Ángel Pichetto, derrotados, fueron acompañados por aproximadamente el 36% del electorado.
La jornada electoral, en líneas generales, no tuvo incidentes de relevancia. El clima social, por su parte, se presentó en esta capital y en todo el país en línea con los resultados que finalmente se conocieron.
El debate que propuso el oficialismo derrotado –que hizo propio menos del 40% de la ciudadanía– se centró, básicamente, en cuestiones que tienen que ver con valores tales como libertad, verdad, justicia y una lucha frontal contra la corrupción, la inseguridad, el narcotráfico, a partir de un Poder Judicial independiente.
Los triunfadores, por su parte, trabajaron sobre la memoria social de corto plazo, interpelaron con lo que fueron los 12 años de gobierno que entre el 2003 y el 2015 lideraron, sucesivamente, Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015) que popularmente se reivindican como la “década ganada”.
Ese mensaje fue más fuerte y contundente para atraer a millones de argentinas y argentinos que padecen cotidianamente la inflación, el desempleo y lo que mayoritariamente se conoce como “el carrito vacío de la pobreza”.
“Estamos cansados y desesperanzados de caminar y buscar el eso para dar de comer a nuestros hijos”, dijo “El Bocha Roberto”, de La Matanza, cuando con enorme alegría llegaba al búnker de los Fernández, donde miles de militantes bailaban y festejaban el triunfo.
Salomón Ramírez Santa Cruz, “El Salo”, como se lo conoce entre la comunidad paraguaya residente en este país, desbordante de alegría, celebraba que “se va este gobierno que nos maltrató y dejó atrás la idea de Patria Grande que abrió las puertas y dio trabajo a miles de hermanos latinoamericanos que buscan en la Argentina mejor calidad de vida y un futuro digno”.
“El carrito vacío le ganó a los que dicen que son honestos y fugaron con sus amigos y los banqueros millones de dólares que ahora tendremos que pagar entre todas y todos durante muchas décadas”, agregó Yésica, otra militante peronista que aseguró ser madre de cuatro adolescentes que “quieren estudiar y no pueden”.
De hecho, el pasado jueves, el Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos) reportó que la actividad económica cayó, en agosto pasado, 3,8% respecto del mismo mes del 2018. El costo de la Canasta Básica Total (CBT) –alimentos, servicios, transporte, salud, educación, vestimenta, etc.– para dos adultos y dos menores aumentó 5,4% en setiembre hasta ubicarse en $ 34.784,75 (unos US$ 556,55). Acumula en lo que va del 2019 una suba de 36,4%. En 12 meses, 54,2%. El dólar, 48 horas atrás, se comercializa a unos $ 70 por unidad. La devaluación devoró el poder adquisitivo de millones de Robertos, Salos y Yésicas, como los que dialogaron con La Nación.
Las próximas horas, sin dudas, serán de enorme alegría para muchas y muchos. El grito de campaña, “vamos a volver, vamos a volver”, que resonó durante meses aquí, se hizo realidad. La voluntad popular mayoritaria ungió a Alberto Fernández presidente. El 10 de diciembre comenzará su mandato. No tiene demasiado tiempo. En la región los indignados se hacen oír cada día más fuerte.