Berta Isla y Tomás (Thomas) Nevinson se conocen de adolescentes en un colegio madrileño, en la década del 60 y pronto se enamoran. No solo se enamoran, cada uno hace un pacto interno consigo mismo: que el uno será siempre el amor en la vida del otro. Tomás es hijo de un funcionario inglés del Foreign Office casado con una española, profesora en el Instituto Británico. Cabalga sus dos nacionalidades con facilidad, gracias a un especial don natural, no solo para los idiomas, sino para imitar los acentos de cualquier región en cualquiera de los idiomas que maneja.

Al iniciar la Universidad, Berta se inscribe en Madrid, Tomás en Oxford, y continúan su relación en los espacios de vacaciones. Su noviazgo empieza ya a tener como característica principal esos hiatos de tiempo en que no se preguntan qué han hecho. Ni con quien. Luego, será “ni contra quien”. El talento de Tomás ha llamado la atención de los Servicios Secretos de la Corona, que intentan reclutarlo a través de un profesor, pero el muchacho se niega. Aunque un día, un día en el que no hizo más que estar en el lugar incorrecto y con la persona incorrecta, su capacidad de decisión se anula y se convierte en un espía al servicio de Su Majestad.

“Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido. A veces creía que sí, a veces creía que no, y a veces decidía no creer nada y seguir viviendo su vida con él, o con aquel hombre semejante a él”.

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A su regreso a Madrid, al terminar la carrera, con un supuesto cargo en la Embajada Británica, y encargos del Foreign Office que lo mantienen meses afuera con la excusa de reuniones y programas extensos de entrenamiento, empieza a vivir su doble vida. Berta intenta creer en la fachada, aunque desde el primer retorno nota un cambio fundamental en su marido. Pero Berta ha elegido a Tomás, y quererlo es parte de su naturaleza. Nacen dos hijos, la ilusión de la vida perfecta dura una década.

Hasta que una mañana de abril de 1982, se desata la Guerra en las Malvinas, las Falklands, y Tomás es llamado a una misión. No puede decirle si en esa remota isla, pero la guerra termina en tres meses y su marido no vuelve. Ni ese año, ni en los diez siguientes. Al cabo de siete es declarado muerto. Pero Berta nunca sabrá si a Tomás lo mató una bala en las Falklands, una turba en Belfast o un asesino a sueldo en Berlín Oriental. O si un día, un extraño tocará a su puerta porque ya se ha cansado de vivir escondido, o porque ha encontrado la forma de volver de entre los muertos en vida.

“Berta Isla” es Javier Marías haciendo lo que mejor sabe: indagar en la naturaleza y las relaciones humanas, convertir a Penélope en una mujer del siglo XX y a Ulises en un espía. Pero sin dejar de recordar que todos ellos no fueron más que seres humanos.

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